En los países desarrollados, muchos pacientes tienen dificultades o limitaciones para atender sus enfermedades. Este hecho empeora cuando, lejos de pedir ayuda, estas personas esconden su confusión al propio médico, ya sea por vergüenza o por sentirse intimidadas. Falta de adhesión a los tratamientos, poca comprensión de lo que dice el especialista o de la documentación escrita, o incapacidad para entender los prospectos son las principales carencias que, a largo plazo, pueden provocar un mayor número de hospitalizaciones, e incluso, muertes.
El estudio reciente «Health Literacy and Outcomes Among Patients With Heart Failure», llevado a cabo por investigadores del Centro Médico de Salud de Denver (Colorado, EE.UU.), ha revelado que cerca de un tercio de la población adulta estadounidense entiende de manera limitada la información sobre salud. Sin embargo, conocer el funcionamiento general por el que se rige el organismo puede ayudar a mejorar su estado. Para ello es clave la alfabetización, un concepto que se refiere a la capacidad para obtener, procesar y entender la formación sanitaria básica y los servicios requeridos para tomar decisiones apropiadas en este ámbito.
Esta información abarca la capacidad de entender las instrucciones que incluyen los fármacos, los folletos de educación médica, las instrucciones del especialista y los formularios de consentimiento, así como la capacidad de aplicar estos conocimientos en los sistemas de atención de la salud. No es solo cuestión de leer, sino que se requiere comprensión, análisis y habilidades para tomar la mejor decisión para el bienestar general.
Alfabetización para cuidar la salud
En cuestión de alfabetización en salud, el autocuidado adquiere una importancia especial. Este concepto es común en las enfermedades que, más allá del tratamiento médico, dependen de las acciones individuales del afectado, con una importancia fundamental para el curso de la afección o para la prevención de complicaciones asociadas. Este estudio, publicado en la revista «Journal of the American Medical Association», ha tomado como ejemplo la insuficiencia cardíaca crónica, que requiere de una gran implicación del paciente y, por tanto, un nivel adecuado de conocimientos relacionados. Los resultados del trabajo apuntan que si se carece del nivel apropiado, los afectados tienen un riesgo mayor de hospitalización y muerte.
El estudio, desarrollado con cerca de 1.500 pacientes con insuficiencia cardíaca, ha detectado que el 17,5% tenía un nivel bajo de alfabetización en salud y, de estos, la mayoría eran mayores, de nivel adquisitivo bajo, con menos nivel educativo y más propensos a tener otras enfermedades como diabetes, hipertensión, enfermedad pulmonar crónica y accidente cerebrovascular. Durante un período medio de seguimiento de 1,2 años, murieron 124 participantes, la mayoría de los cuales eran pacientes con un nivel mínimo de conocimientos. Otros muchos con niveles bajos de alfabetización requirieron hospitalización.
La escasez de conocimientos en salud se debe a falta de oportunidades educativas, dificultades de aprendizaje o disminución cognitiva en los adultos mayores
Más allá del autocuidado, otras patologías implican contar con algunas destrezas técnicas para comprender sus tratamientos. Una investigación reciente, denominada «Prevalence and Demographic and Clinical Associations of Health Literacy in Patients on Maintenance Hemodialysis», publicada en la revista «Clinical Journal of the American Society of Nephrology», ha descubierto que cerca de uno de cada seis pacientes sometido a diálisis en Estados Unidos no comprende la información básica que es fundamental para su bienestar. En este caso, los autores apuntan que la alfabetización es de vital importancia porque reciben sesiones de tratamiento varias veces a la semana, siguen restricciones dietéticas y de líquidos, y hacen frente a pautas complejas de tratamiento farmacológico.
La alfabetización en salud toma una especial importancia ante todas las enfermedades crónicas, en las cuales es esencial la adhesión terapéutica, así como saber cómo actúan los fármacos y qué efectos tienen determinados tratamientos. Los expertos apuntan que el grado de conocimiento está inversamente relacionado con los costes sanitarios de estas dolencias.
Educación general
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los conocimientos en este campo dependen de niveles más generales de alfabetización. Cuando los niveles son bajos, además de afectar el bienestar de la persona, limitan su desarrollo personal, social y cultural. Los pacientes deben ser capaces de comprender gráficos o información visual, tener habilidades en informática, poder obtener y aplicar los datos pertinentes y estar en condiciones para realizar cálculos sencillos. También son importantes las destrezas en el lenguaje oral para articular las preocupaciones, describir los síntomas con precisión y realizar preguntas pertinentes.
Las personas más vulnerables son quienes tienen más de 65 años, pertenecientes a poblaciones minoritarias, inmigrantes, con poco poder adquisitivo e individuos con enfermedades mentales. Por otro lado, entre las razones que explican la falta de conocimientos, destaca la escasez de oportunidades educativas, dificultades de aprendizaje o disminución cognitiva en los adultos mayores.
Consejos para todos
La American Heart Association ha actualizado sus guías clínicas para la prevención de enfermedades cardiovasculares en mujeres y ha dado un paso firme para otorgar importancia a la alfabetización en salud. La característica principal de esta nueva versión es que los especialistas han tenido mucho más en cuenta la necesidad de aportar consejos prácticos que son útiles en el día a día de las pacientes, frente a recomendaciones basadas solo en estudios clínicos, como sucedía en las ediciones originales de 1999.
El motivo principal, según los expertos, es tener en cuenta los factores personales y socioeconómicos que pueden obstaculizar el seguimiento de los tratamientos preventivos recomendados. Estos consejos permiten afrontar barreras que conducen a tratamientos preventivos insatisfactorios: pobreza, bajo nivel de alfabetización, enfermedades psiquiátricas, limitaciones idiomáticas y problemas de visión o audición.
En las guías, además de incluir consejos sencillos y prácticos, se insiste en la comunicación entre el médico y los pacientes como un primer paso fundamental: preguntar sobre la regularidad en la toma de fármacos, el seguimiento de las recomendaciones de estilo de vida, efectos secundarios o problemas que puedan quedar sin detectar. Iniciativas como «Go Red for women», implantada por la misma American Heart Association y que intenta acercar de forma amena y sencilla la problemática de las enfermedades cardiovasculares a la mujer, son otras vías para lograr una alfabetización lo más satisfactoria posible, que ayudaría a salvar vidas.
En los últimos años, navegar por Internet se ha convertido en un método habitual para indagar sobre preguntas relacionadas con la salud. No obstante, también es necesario poner un esfuerzo adicional: no todas las páginas son fiables ni toda la información es exacta. En la página web Alerta en línea, auspiciada por varias instituciones norteamericanas, se listan varias recomendaciones para garantizar una búsqueda útil.
También se recomienda no llevar a cabo algunas acciones, como conocer quién está al otro lado de la pantalla, sobre todo, en el momento de suministrar datos personales o financieros. La fuente que informa es clave, no se debe confiar en una página solo por su diseño atractivo, ni comprar medicinas que requieren receta en sitios distintos a las farmacias, así como no dejar de hablar con el médico o especialista de atención primaria, quien mejor puede informar sobre la efectividad y los riesgos de un determinado producto.