En los países de nuestro ámbito, la obesidad infantil resulta, con la mirada puesta en el futuro, un grave problema de salud pública. En el caso de España, esta situación supone una especial preocupación, ya que es uno de los líderes en cuanto a la incidencia de obesidad infantil y registra una de las cifras más altas, junto con las de otros países mediterráneos como Italia, Grecia y Malta. En el origen de esta circunstancia descansan múltiples factores, pero los elementos circunscritos al estilo de vida parecen tener un mayor impacto en el aumento de peso de los más pequeños. Cada vez es más patente la influencia de las conductas de los padres en el futuro comportamiento de sus hijos. Así lo ha puesto de manifiesto un reciente estudio que ha evaluado los cambios en el comportamiento de los niños en virtud de las elecciones y frecuencia de los padres al elegir distintos tipos de restaurantes: tradicionales frente a los de comida rápida y energética.
Comer fuera de casa depende de los padres
En relación con épocas anteriores, cada vez es más frecuente comer fuera de casa, tanto en el caso de los adultos por motivos de trabajo como en el de los más pequeños en sus respectivos centros escolares. Pero además, las ocasiones de salir a comer o cenar fuera por ocio y placer también se han multiplicado de forma importante con respecto a años atrás. Estas oportunidades suponen una ocasión inmejorable para practicar con el ejemplo y, cuando se sale en familia, aprovechar para asentar en nuestros hijos unas adecuadas elecciones, ya sea en el momento de elegir el estilo del restaurante como, una vez dentro, decidirse por escoger platos acordes con las recomendaciones en salud y alimentación.
La influencia de la figura paterna en el número de ocasiones y en el estilo de restaurante elegido es mayor que la de la madreUn reciente estudio realizado en la Universidad A&M de Texas y publicado en la revista «Journal of Nutrition Education and Behavior» ha puesto de manifiesto que la frecuencia con la que los padres escogen locales de comida rápida o restaurantes tradicionales influye en la frecuencia con que los hijos comen fuera de casa, en unos u otros restaurantes, y que estos hábitos, a su vez, podrían estar asociados a los problemas de sobrepeso de los menores. En este estudio, original en sus planteamientos, se detectaron distintas variables en 312 familias norteamericanas con hijos entre 9 y 15 años. Entre los factores que se tuvieron en cuenta figuraron aspectos del estilo de vida del padre y de la madre, como la flexibilidad de sus agendas laborales, el valor que otorgan a su carrera profesional, la importancia que dan los padres y el ambiente que hay en el momento de la cena (momento en el que con mayor probabilidad se reúne toda la familia después de la jornada), el tiempo que llegan a pasar los hijos dentro del coche, etc.
También hubo lugar para alguna «sorpresa» en los resultados del estudio: se encontró una fuerte y especial asociación entre los hábitos de la figura paterna y los de sus respectivos hijos. Se descubrió una mayor influencia del padre frente a la madre en el hecho de que los hijos pasen mayor o menor tiempo en restaurantes y sobre el tipo de estos restaurantes. Una explicación a este hecho radica, según los autores, en que los niños, cuando comen fuera de casa, lo hacen con mayor frecuencia en compañía del padre que de la madre. En líneas generales, los padres que acuden con más periodicidad a restaurantes de comida rápida tienen hijos más asiduos a este tipo de restaurantes y pasan más tiempo en ellos, frente a los hijos de padres que hacen descansar en el momento de la cena un «momento especial» y pueden dedicar más tiempo.
No hay razón para comer peor fuera de casa
La bondad de una determinada elección radica en la frecuencia con la que se escoge
Según estudios anteriores, las personas empeoramos nuestro patrón de alimentación cuando comemos fuera de casa, al alejarnos de las recomendaciones. Comer fuera del hogar, a menudo, está asociado con hacer elecciones de alimentos más ricos en grasas y con una menor calidad nutricional.
Este hecho debe tenerse en cuenta porque hay datos que demuestran que, del presupuesto destinado a la alimentación, las familias gastan cada vez un mayor porcentaje en comer fuera de casa, lo que supone uno de los aspectos más remarcables en los cambios de patrones de alimentación de las últimas dos décadas. Los cambios en los estilos de vida y la distinta organización de las jornadas laborales y escolares son quizá claves para entender este cambio.
Sin embargo, tal y como defiende el Doctor Alex McIntosh, autor principal del estudio mencionado, no es necesario pensar que por comer fuera de casa se ha de hacer peor en lo referente a las recomendaciones, pese a que, es verdad, en la actualidad las raciones han aumentado y los platos se «preparan» de una forma menos recomendable.
Basta recordar una serie de consejos básicos al comer fuera con los hijos:
- No abusar de esta opción. Antes de salir de casa por falta de recursos, conviene recordar que se pueden hacer comidas y cenas familiares en el hogar con un mínimo de dedicación. Hay múltiples ayudas que agilizan la preparación de menús saludables y equilibrados: alimentos de IV gama, legumbres cocidas al natural listas para diversas aplicaciones, como ensaladas o potajes, o productos de V gama, que son una buena opción que se completa en casa con frutas y verduras frescas.
- Ante la posibilidad de elección de diversas ofertas de restaurantes, inclinarse por locales donde las opciones estén más acordes con las recomendaciones: primeros platos a base de verduras, hortalizas o legumbres y guarniciones de los segundos en la misma línea; pescados como opción en los segundos platos; postres que incluyan fruta fresca o zumos naturales y/o frutos secos como alternativa; tecnologías culinarias sin una gran adición de gran cantidad de grasa (al vapor, horno, parrilla, salteado, plancha, etc.).
- Los menús infantiles de restaurante no siempre son la mejor opción porque, en parte, limitan las posibilidades de los más pequeños. Con frecuencia consisten en un primer plato de pasta o arroz, un segundo de carne con patatas fritas y un postre elaborado, repostería o helado. En estos menús se echan en falta los vegetales, los grandes ausentes.
- Invitar a los más pequeños a escoger platos «de mayores» o a compartirlos con ellos, hacer llegar a estos el placer por una buena comida, por la gastronomía, más allá de la elección de soluciones «fáciles» y aburridas por lo repetido.
- En el caso de llegar a un restaurante de comida rápida, demostrar que en estos establecimientos también se pueden hacer unas elecciones mejores que otras y no abusar de las raciones extragrandes, aunque cuesten solo un poco más de dinero.
El trabajo de ambos progenitores influye en la forma y manera en que los hijos dan cuenta de los alimentos, de la frecuencia con que se acude a unos y otros restaurantes y, en definitiva, de la influencia en su peso. Algunos estudios demuestran una asociación entre el nivel de dedicación laboral de los padres y las variables mencionadas.
Los hijos cuyos padres tienen horarios fijos y no muy exigentes, o bien un horario flexible, pasan de media más tiempo en restaurantes más tradicionales y no tanto en los de comida rápida. A su vez, las madres que priorizan su faceta de mujer trabajadora por encima de su rol familiar tienen, de media, hijos con una mayor predisposición al consumo de comida rápida.
Como dato curioso, cabe mencionar que el tiempo que pasan los niños en el coche entre semana guarda una relación directa con las veces que se come fuera de casa. Los niños que pasan más tiempo en el coche comen más veces fuera y, a la inversa, quienes utilizan menos el coche, comen con más frecuencia en casa. Sin duda, parece que la distancia al trabajo de los padres también es una variable destacada.