Está demostrado que lavarse las manos es la medida más económica, eficaz y sencilla para la prevención de las infecciones que se contraen en el ambiente hospitalario (nosocomial). La misma medida, además, sirve para tener a raya las infecciones que se adquieren en la comunidad, como el resfriado, la gripe e, incluso, la hepatitis A. Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los dispensadores de jabón líquido pueden ser peligrosos. A continuación se describe cómo los dispensadores de jabón líquido pueden contener bacterias y suponer un riesgo para la salud, si no se manipulan de manera adecuada. También se explica la forma más apropiada de que adultos y niños se laven las manos.
Rellenar los dispensadores de jabón líquido con producto a granel es habitual. No obstante, investigadores de la Universidad de Arizona (Tucson, EE.UU.) han concluido que esta práctica puede ser perjudicial: aumentaría el número de patógenos en las manos y sería clave en su transmisión en lugares públicos. Los científicos analizaron en un colegio los recipientes recargables -donde no se recambia ni la boquilla dispensadora ni el contenedor– y demostraron que un gran número de ellos estaba contaminado. Los restos de jabón que quedan en el fondo no se desechan y las bacterias se acumulan.
Propagación de gérmenes a través del dispensador de jabón
Por primera vez, además, se ha determinado qué gérmenes contenidos en el gel contaminan las manos de la comunidad estudiantil. Para ello, se midieron los niveles de microorganismos antes y después del lavado y se detectó que la cifra de bacterias gram-negativas en las manos de los estudiantes y del personal del colegio se multiplicó por 26 después de un lavado con el jabón contaminado. Según los autores, los resultados demuestran que los gérmenes de las manos pueden transferirse directamente a las superficies de la escuela y ayudar a su propagación.
A modo de solución, se cambiaron los dispensadores alterados por bolsas o cartuchos herméticos con una nueva boquilla por donde sale el jabón, de manera que se repone todo el conjunto. Después de un año de uso, ni uno de ellos resultó contaminado. Los resultados, publicados en Applied and Environmental Microbiology, concuerdan con investigaciones anteriores que ya apuntaban que esta práctica de rellenar dispensadores no era acertada.
Cómo lavarse las manos de forma correcta
Para un lavado de manos correcto hay que proceder de la siguiente manera. Primero hay que mojarlas y aplicarse jabón suficiente para cubrirlas y frotar toda la superficie durante unos 20 segundos: la palma y el dorso, sin olvidarse de las muñecas, de la zona entre todos los dedos y, sobre todo, de las uñas (si es preciso, utilizar un cepillo). Hay que enjuagar las manos y secarlas por completo, con una toalla limpia y seca. Después, se puede aplicar una loción hidratante.
Con este proceso se consigue eliminar los desechos orgánicos e inorgánicos de toda la superficie de la piel. Los expertos aseguran que, a pesar de que los jabones no tienen efecto antimicrobiano, el arrastre ya reduce de manera significativa la carga bacteriana que se halla en la capa más superficial de la piel.
¿Cuándo hay que lavarse las manos? La mayoría de los adultos tiene muy interiorizado este hábito y lo hace casi sin pensar. En los más pequeños, por el contrario, no es así. Por este motivo, desde edades tempranas, los adultos deben enseñarles esta sencilla práctica de higiene infantil, ya que el simple hecho de frotarse los ojos, la nariz o la boca puede favorecer una infección. Una correcta higiene de manos no solo les evitará más de un contagio de enfermedades leves como el resfriado, tan común en periodo escolar, sino de patologías más graves como meningitis, bronquiolitis, gripe, hepatitis A y la mayoría de los tipos de diarrea infecciosa.
También es importante que aprendan a hacerlo de manera adecuada, con agua tibia y jabón, y facilitarles el acceso -con un taburete- al agua y a las toallas. Además, hay que insistir en ello, siempre antes de poner la mesa, comer -aunque sea un bocadillo- o tocar algún alimento o utensilio de cocina. Y, por supuesto, siempre después de ir al baño; estornudar, toser y sonarse; estar con un enfermo; jugar al aire libre; al volver a casa; y después de jugar con la mascota. Una buena opción es llevar toallitas para limpiar las manos cuando, ante estas situaciones, no hay posibilidad de encontrar un baño cerca. Pero sin duda, lo más importante es predicar con el ejemplo.