El parto vaginal es la principal causa de disfunciones en el suelo pélvico de las mujeres, un trastorno que puede originar consecuencias tan desagradables como la incontinencia urinaria, la pérdida del control en la retención de las heces, e incluso, el prolapso genital. Para fortalecer esta parte del cuerpo femenino y evitar su deterioro tras el parto, los especialistas recomiendan la práctica de ejercicios de contracción de la musculatura, tanto durante el embarazo, como en las semanas posteriores al alumbramiento.
Durante los nueve meses que dura el embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta múltiples cambios que, en la mayoría de los casos, se mitigan y desaparecen poco a poco después del nacimiento del bebé. Sin embargo, en ocasiones, estos cambios provocan modificaciones fisiológicas que es necesario tratar para recuperarse de forma adecuada y volver al estado anterior sin ninguna secuela.
Este es el caso de las disfunciones en el suelo pélvico, el conjunto de músculos, ligamentos y nervios encargados de soportar y controlar el útero, la vagina, la vejiga, la uretra y el recto. Tanto el embarazo como el trabajo de parto vaginal son dos de los principales factores de riesgo que pueden dar lugar a traumatismos y alteraciones de esta parte del cuerpo y provocar con ello molestos síntomas en las mujeres.
Causas de la disfunción del suelo pélvico
En general, las disfunciones del suelo pélvico se asocian al parto vaginal. Tal como afirma Asunción Ferri Morales, fisioterapeuta especializada en obstetricia y ginecología de la Universidad de Castilla-La Mancha, es normal que el trabajo de parto produzca de forma sistemática «lesiones perineales y alteraciones en las estructuras de sostén de las vísceras pélvicas», sobre todo, en las madres primerizas.
Sin embargo, esta especialista matiza que el embarazo por sí mismo también tiene una estrecha relación con este problema. En su artículo ‘Prevención de la disfunción del suelo pélvico de origen obstétrico’, Ferri señala el aumento de los niveles de progesterona y relaxina, la relajación de los músculos de la pared abdominal y el crecimiento del útero, con el consecuente aumento de la presión intrapélvica como principales causantes del deterioro del suelo pélvico durante el periodo gestacional.
¿Qué problemas pueden desarrollarse?
Las disfunciones del suelo pélvico pueden originar principalmente tres trastornos en las mujeres:
- Incontinencia urinaria: la pérdida involuntaria de orina es uno de los síntomas más frecuentes durante el embarazo, pero si el suelo pélvico queda dañado tras el parto, se puede prolongar indefinidamente y repercutir de forma significativa en las actividades cotidianas de la mujer.
- Incontinencia ano-rectal: en ocasiones, también puede detectarse una pérdida de control de la retención de heces y gases, que afectaría en gran medida a la calidad de vida y a la interacción social de la madre.
- Prolapso genital: el descenso de los órganos genitales a través de la vagina es una de las consecuencias más graves que puede provocar una importante distensión en el suelo pélvico femenino.
Técnicas y ejercicios de fortalecimiento
Durante el embarazo. En esta etapa es importante preparar el tejido perineal para que soporte con mayor fuerza el parto vaginal y evitar así los desgarros y las disfunciones pélvicas en el posparto.
- Trabajar la toma de conciencia de la musculatura pélvica con series repetidas de contracciones mantenidas durante poco tiempo. Un buen ejercicio es imaginar que se va a orinar y contraer los músculos como si se fuera a cortar la micción.
- Los fisioterapeutas recomiendan como una técnica muy favorable los estiramientos y masajes de la zona perineal durante el tercer trimestre de gestación. Es importante realizar este ejercicio de forma regular al menos durante las 6 u 8 semanas previas al parto, durante un mínimo de cinco minutos diarios.
Después del parto. Para reducir las secuelas sobre el suelo pélvico del parto, los especialistas aconsejan tomar las siguientes medidas:
- Evitar los ejercicios abdominales y cargar peso durante el periodo del puerperio (6-8 semanas después del parto) para no realizar esfuerzos con el periné distendido.
- Realizar de forma periódica los ejercicios de Kegel, consistentes en contracciones mantenidas de la musculatura perineal para tonificar y disminuir la tensión de los ligamentos.
- Si se padece estreñimiento después del parto, para evitar los esfuerzos persistentes que pueden dañar aún más el perineo, es recomendable adaptar la dieta y adoptar posiciones ergonómicas que faciliten la defecación sin esfuerzo.
- En general, se recomiendan todo tipo de ejercicios corporales destinados a flexibilizar la columna lumbar y los estiramientos del tren inferior y de la región lumbar.