Leer un cuento a los niños cada día o regalarles un libro en las ocasiones especiales son algunos de los primeros pasos que los padres pueden dar para inculcar en sus hijos pequeños el amor y el gusto por la lectura. Esta actividad les estimulará y les ayudará a desarrollar sus competencias lingüísticas, pero también les servirá de fuente para adquirir nuevos conocimientos y como herramienta para progresar en todos sus aprendizajes.
¿Cuánto leen los niños?
La lectura como actividad de ocio se ha consolidado de forma positiva en los últimos años entre los más jóvenes de nuestro país. Así lo muestran los datos correspondientes al primer semestre de 2011 del informe ‘Hábitos de Lectura y de Compra de Libros en España’, que concluye que el 81,3% de los niños de 10 a 13 años son lectores frecuentes, es decir, leen en su tiempo libre al menos una vez a la semana.
Una parte de estos datos estadísticos se puede achacar a las numerosas campañas que las distintas administraciones llevan a cabo cada año para fomentar el interés de los más pequeños por la lectura, pero no es la más importante. Cristóbal González, director del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Málaga, señala que la afición por la lectura no se desarrolla necesariamente como consecuencia de la estimulación externa, «sino a partir de una disposición personal que configura el ámbito de los gustos y aficiones de cada individuo».
La importancia de leer en el hogar
¿Cómo se puede influir sobre este aspecto tan personal? González nos proporciona la mejor pista al afirmar que la afición y los gustos responden por lo general a las «condiciones ambientales en las que se desarrollan las vidas de las personas». De este modo, la mejor estrategia para animar a la lectura a los niños desde pequeños es crear condiciones propicias hacia esta actividad desde la familia y en el hogar. Como matiza este especialista, «sin ayuda de los padres es poco probable que se desarrolle en los niños una actitud favorable hacia la lectura».
Los datos del barómetro de ‘Hábitos de Lectura y Compra de Libros’ reafirman el papel insustituible que representa el hogar y la familia en el fomento de la lectura. Según este informe, el perfil del niño que lee con frecuencia responde a las siguientes características: sus padres leen frecuentemente (78,1%), recuerdan que sus progenitores les leían de pequeños (93,6%) y les han comprado o regalado libros en el último año (88,2%).
Siete pautas para crear un buen lector
Ofrecer un modelo: los niños imitan a sus padres, por tanto, si ven que ellos leen de forma periódica, es más que probable que repitan su comportamiento. Esto no significa que los progenitores deben leer todo el día, pero sí pueden crear un ambiente lector en casa, compartir con los niños sus lecturas y otorgar a los libros la importancia y cuidado que se merecen.
Familiarizarles con los textos: antes de que empiecen a leer, se pueden propiciar ocasiones de contacto con los textos escritos para que entiendan que estos comunican y sirven para transmitir información. Se les puede dejar pequeñas notas y leérselas después o leerles las instrucciones de un juego o juguete.
Leer un poco cada día: se debe empezar desde que los hijos son bebés y dotar al momento de lectura de atractivo e intimidad para que el niño lo asocie siempre con una actividad placentera. Los padres deben usar distintos recursos para atraer la atención de los pequeños y realizar las caracterizaciones adecuadas de los personajes para que la lectura les resulte más dinámica.
Juegos para apreciar los libros: los juegos pueden ayudar a despertar el interés por los libros y la lectura. Gretel García y Eduardo Torrijos, en su obra ‘Juegos para fomentar la lectura infantil’, proponen algunas actividades lúdicas interesantes, como jugar a identificar las distintas partes de un libro (portada, contraportada, índice o prólogo) o fabricar un divertido marcapáginas para señalar sus lecturas.
Su primera biblioteca: los padres ayudarán al niño a crear sus primeras colecciones de libros si incluyen estos por norma entre los regalos que les otorgan en las ocasiones especiales e, incluso, si recuperan libros suyos de cuando eran pequeños. Es importante que les proporcionen también un sitio concreto para que los coloquen de forma ordenada y puedan acceder a ellos con facilidad.
Enseñarle a elegir: cada niño tiene gustos diferentes. Por eso, para fomentar su interés por la lectura, ha de encontrar las que más se ajusten a sus intereses. Una buena ocasión puede ser llevarlo de visita a la librería y permitirle que revise la amplia variedad de títulos o sacarle el carné de la biblioteca infantil para que pueda seleccionar los libros que más le gusten.
Dosificar el tiempo de otras actividades: la televisión o los videojuegos son hoy en día dos de los principales enemigos de la lectura. La atracción que ejercen estas actividades lúdicas sobre los niños provoca que otras menos «visuales», como la lectura, les parezcan aburridas y poco atractivas. Es recomendable que los padres limiten el tiempo de dedicación a la televisión o los videojuegos para darles más oportunidades a los libros como complemento de ocio.
La lectura, además de ser una actividad recreativa, constituye un importante instrumento para el aprendizaje y un vehículo para una mayor cultura. Por este motivo, la adquisición del hábito lector desde los primeros años, es una de las actitudes más importantes que pueden inculcar los padres a sus hijos.
Tal como muestran distintas evaluaciones educativas, esta actividad tiene un impacto indudable en el rendimiento académico futuro de los niños, no solo en el área de la lengua, sino en todos los ámbitos curriculares. Los resultados del último informe del Programa Internacional de Evaluación PISA (2009) evidencian que un mayor interés hacia la lectura y una dedicación más prolongada a esta actividad son algunas de las características que definen a los estudiantes con mejores resultados académicos.