Las avanzadas técnicas ecográficas empleadas en la actualidad permiten a muchos padres observar cómo su futuro hijo succiona su dedo de forma instintiva ya desde el útero materno. Este reflejo primario del bebé se considera normal durante su primer año de vida, pero si se prolonga más allá de los tres o cuatro años puede provocar daños en función de la intensidad y frecuencia del hábito.
Chuparse el dedo, un reflejo natural
La succión es uno de los primeros reflejos que se desarrollan en los bebés, ya desde el útero materno, y uno de los más importantes. Gracias a él, el recién nacido podrá alimentarse y garantizar así su desarrollo. Este reflejo se activa de forma espontánea cuando la boca del bebé entra en contacto con el pecho materno o la tetina del biberón, actos que se denominan de «succión nutritiva», es decir, que están destinados a nutrir el organismo del niño.
Pero las succiones también pueden activarse al contacto con otros elementos ajenos a la alimentación del bebé. Entre este tipo de «succiones no nutritivas» destaca por su prevalencia en un alto porcentaje de bebés la «succión digital», que consiste en chupar de manera innata uno de sus pequeños dedos, en general el pulgar. Chuparse el dedo se considera por tanto un comportamiento natural durante los primeros años de vida del niño y, en la mayoría de los casos, se supera de forma espontánea antes de los tres años de edad.
Cuando no se deja de chupar el dedo
Sin embargo, en ocasiones, la succión digital se prolonga más allá en el tiempo y pasa de ser un reflejo natural e instintivo a convertirse en un hábito de respuesta a diferentes situaciones. Tal como afirma Salvador Borás, logopeda y autor de la ‘Guía para la reeducación de la deglución atípica y trastornos asociados’, aunque muchos niños lo abandonan hacia los tres años, «otros buscan la succión como método para autosatisfacerse, vencer el aburrimiento o buscar el sueño».
Si el hábito persiste más allá de los 3 años de edad, los especialistas recomiendan actuar para erradicarlo
Aunque según diferentes estudios chuparse el dedo no es uno de los hábitos de succión no nutritivos más frecuentes (frente al uso del chupete, entre otros), sí es uno de los que más persiste en el tiempo y es más difícil de superar. Por ese motivo, los especialistas recomiendan a las familias actuar para erradicarlo si a partir de los tres años no desaparece de forma espontánea.
Posibles perjuicios de chuparse el dedo
La prolongación del hábito de chuparse el dedo conlleva distintos perjuicios para el niño; en especial, los relacionados con el mal alineamiento de los dientes (maloclusión). Los estudios realizados en este ámbito señalan que la succión digital prolongada puede modificar la posición de los dientes e interferir en su crecimiento normal, provocar paladar ojival, incisivos superiores vestibulizados o mordida abierta, entre otros efectos.
Estos daños serán más o menos nocivos en función de la intensidad de la fuerza que aplica el niño a los dientes durante la succión, la cantidad de tiempo que permanece el dedo en la boca y con qué frecuencia practica el hábito durante el día. Asimismo, se han constatado otros perjuicios adicionales respecto a otros ámbitos:
- Problemas fonéticos cuando empieza a utilizar el lenguaje.
- Malformaciones faciales.
- Alteraciones en el dedo, como la formación de callos o eccemas y deformidades.
- Dificultades en la deglución normal.
- Peligro de intoxicaciones e infecciones por chuparse los dedos después de haber estado en contacto con sustancias nocivas o con suciedad.
- Trastornos emocionales por ser un hábito rechazado en su entorno social.
Para evitar que el niño sufra estos daños y erradicar el hábito de chuparse el dedo se pueden utilizar distintos métodos, como aparatos de ortodoncia específicos o tratamientos psicológicos que actúen sobre el comportamiento del pequeño. Estos últimos son, además de efectivos, fáciles y económicos de aplicar. Tal como afirma Salvador Boras, “con los programas de modificación de conducta se puede reforzar y motivar al niño para que controle este mal hábito”. Estas son algunas de las pautas que recomiendan los especialistas:
- Hablar con el niño y explicarle los riesgos y posibles perjuicios que implica el hecho de chuparse el dedo con tanta frecuencia.
- Cuando se chupa el dedo durante el día se asocia, en general, con el aburrimiento. Para evitarlo, se pueden proponer al niño distintas actividades que le distraigan, sobre todo, que impliquen la manipulación digital para que no vuelva a llevarse los dedos a la boca.
- Para evitar la succión en la hora del sueño, es conveniente proporcionar al niño un juguete o peluche, que además de transmitirle la sensación de seguridad que le reporta chuparse el dedo, mantiene sus manos ocupadas para sostenerlo.
- Establecer un sistema de recompensas si consigue mantenerse sin succionar y premiarle con pequeños regalos o reconocimientos cuando consigue estar sin chuparse el dedo en situaciones en las que succiona con asiduidad.
- Una alternativa puede ser ponerle una banda adhesiva en el dedo, que sirva de recordatorio de lo que no tiene que hacer cuando se quiera llevar el dedo a la boca. La banda elimina asimismo la sensación placentera de la succión.