Paseos, excursiones, tiempo libre… la vacaciones invitan al relajo y el disfrute de la compañía de los dueños. Pero el regreso a la rutina puede resultar también muy duro para los perros. A los canes también les cuesta renunciar a los largos paseos y a pasar más tiempo con sus dueños, lo que les puede acarrear, como a las personas, una depresión postvacacional.
Los perros no comprenden como nosotros las diferencias entre tiempo de vacaciones y tiempo de rutina y obligaciones. No asimilan ni entienden por qué de repente desaparece el ocio de las vacaciones, los largos paseos y el tiempo extra que comparten con sus dueños.
El control de esfínteres también puede verse afectado tras el relajo de las vacaciones
«El animal no sabe gestionar la desaparición del tiempo libre con sus dueños tras las vacaciones, no lo entiende y no se lo podemos explicar con palabras», explica Miguel Ibáñez, veterinario y profesor de etología clínica de la Universidad Complutense de Madrid. Lo normal es que en unas semanas el perro se adapte a la nueva situación, rutina y horarios, aunque hay casos en los que se puede complicar la adaptación, y puede ser debido a algún tipo de problema psicológico o físico que no se ha detectado. El regreso de las vacaciones puede convertirse en el desencadenante, pero no en la causa del trastorno. Por lo que es recomendable acudir a la consulta del veterinario tras las vacaciones para llevar a cabo un chequeo.
Depresión postvacacional canina y problemas psicológicos
Cuando el perro tiene problemas psicológicos
, sufre cambios notables en su comportamiento como inapetencia, conductas destructivas o hacer movimientos repetitivos. Frente a estos síntomas, hay que acudir cuanto antes al veterinario para obtener un diagnóstico que determine el tratamiento adecuado que permita la curación del perro.
La felicidad del perro
Un correcto planteamiento en la educación y la jerarquía en casa y, sobre todo, el cariño, el amor y la paciencia, son ingredientes fundamentales para que el perro sea feliz y tenga un carácter equilibrado. Lo mejor para evitar problemas psicológicos que provoquen desequilibrios emocionales en el perro es prevenir las situaciones que las puedan provocar o, al menos, estar advertidos sobre cuándo pueden ocurrir para saber cómo actuar y paliar sus consecuencias.
Perros «antivacaciones»
Es el caso del regreso de las vacaciones que implica la reducción de tiempo de ocio, que resulta agradable para el perro. Sin embargo, también es cierto que hay perros, y sobre todo gatos, a los que el abandono del hogar y la rutina no les gusta ni les sienta nada bien. No les agrada abandonar su rincón para dormir, el sofá, o el parque por donde pasean a diario. Cada perro tiene su propia personalidad y los hay que prefieren la seguridad del hogar a la aventura de un viaje. En ocasiones, el rechazo a salir de casa está ligado al hecho de marearse en el coche . El nerviosismo y malestar que el perro experimenta en el coche pueden convertirse en un hándicap importante a la hora de cambiar de rutina.
La comida y el control de esfínteres tras las vacaciones
Hay que tener paciencia para conseguir que el perro se readapte a los nuevos horarios, así como para corregir vicios adquiridos durante el relajo de las vacaciones. En cuanto a la comida, se puede repartir en más número de raciones al día, pero de menos cantidad. De esta manera se disminuirá la sensación de apetito y ansiedad que se puede producir al tener más tiempo desocupado.
En este sentido, Miguel Ibáñez, profesor de etología clínica de la Universidad Complutense de Madrid, recomienda que «a la vuelta de las vacaciones se intente dejar de lado el exceso de atenciones con el perro, algo que también se debe hacer durante las vacaciones» y añade que «lo ideal es mantener el ritmo habitual del día a día, para evitar a la vuelta a casa problemas de ansiedad por separación«.
El control de esfínteres también puede verse afectado tras el relajo de las vacaciones. Si no se trata de un problema físico como diarrea o ansiedad psicológica, en unos días la situación se normalizará.
El perro puede tender a escaparse de casa en busca de las añoradas excursiones por la playa y el campo y sobre de todo de su dueño/a al que echa de menos. En este caso, habrá que procurar entretenerle con paseos, juegos, o escapadas al campo los fines de semana y no olvidar hacerle muchas caricias y darle cariño para que supere el bache.
Los perros no comprenden como nosotros las diferencias entre tiempo de vacaciones y de rutina y obligacionesAunque tampoco es conveniente que el perro se sienta el centro de atención de todo, porque el objetivo es conseguir que se acostumbre a su ritmo habitual y gestione de nuevo si problema sus ratos de soledad.
Las fugas de los perros son peligrosas, puede haber accidentes y atropellos, así que hay que procurar por todos los medios que el perro no escape. Si el perro tiene acceso a un jardín en la casa hay que colocar vallas altas para evitar que pueda saltar y llevarle sujeto con la correa por la calle.
Las causas de que un perro escape de casa pueden ser diversas: aburrimiento, necesidad de más actividad física, miedo a determinados ruidos o ansiedad por separación. Es decir, el perro no soporta la ausencia de sus dueños y sale en su búsqueda. Es cuestión de averiguar por qué lo hace para frenar la situación.
Tras un largo viaje de regreso conviene:
- Un baño relajante.
- Ir al veterinario para hacer un chequeo con el fin de localizar espigas en los oídos, dermatitis o pequeños cortes.
- Desparasitar y hacer un análisis de orina y de sangre, para comprobar si ha contraído la leishmaniasis a través de la picadura de mosquitos.
Procurar regresar unos días antes de retomar las obligaciones laborales con el fin de evitar un cambio de horario drástico nada más llegar. De esta manera, la adaptación puede ser paulatina.
Si se nota que el perro está inapetente o decaído, consultar con el veterinario la posibilidad de darle un pienso con un aporte vitamínico especial.
Pedir cita en el veterinario para hacer un chequeo, sobre todo para descartar la contracción de la leishmaniosis.
Paciencia, largos paseos y mucho cariño. Si el perro tarda más de un mes en reponerse, consultar al veterinario.