El bizcocho genovesa es una de las preparaciones básicas de las masas de bizcocho en la pastelería. Es muy fácil de realizar y se puede consumir solo o rellenarse con cremas variadas: pastelera, de mantequilla, chantilly o glaseada con cobertura de chocolate, fondant o acompañada por frutas escabechadas o cocidas. La facilidad de esta receta viene dada por la sencillez de sus pasos.
Para elaborar el bizcocho genovesa, los huevos se utilizan enteros, sin necesidad de separar las claras de las yemas (algo que sí requieren otros bizcochos). Los ingredientes son fáciles de conseguir y su horneado es relativamente corto, ya que en 30 minutos está listo. En total, todo el proceso dura unos 45 minutos, tras los cuales se consigue un delicioso y esponjoso bizcocho.
Los distintos pasos para elaborar bizcocho
El procedimiento para elaborar bizcocho genovesa es muy sencillo. En primer lugar, en un bol o en una ensaladera amplia con fondo, se mezclan cuatro huevos de gallina con 125 gramos de azúcar blanco y una pizca de ralladura de limón. Si se quiere aportar más gusto, puede añadirse una pizca de vainilla o de azúcar avainillado. Con la batidora de varillas (si es eléctrica, la tarea se simplifica), se bate hasta conseguir que la masa triplique el volumen, es decir, suba la mezcla, adquiera un tono amarillo muy pálido y tenga mucha esponjosidad.
Los huevos deben estar a temperatura ambiente, es decir, deben sacarse de la nevera antes de utilizarse
Para facilitar este proceso, los huevos deben estar a temperatura ambiente, es decir, deberán sacarse con anterioridad del frigorífico, si se guardan en él. También se puede introducir el bol donde se baten los huevos y el azúcar dentro de otro recipiente con agua templada, casi caliente (baño María). De esta manera, el calor suave que transmite a través del recipiente en el cual se baten facilita que la masa adquiera volumen de forma más fácil.
Una vez subida la masa, se saca del baño María (si se ha usado este proceso) y se incorpora poco a poco la harina (120 gramos en total), que se tamiza con un colador en forma de lluvia suave sobre la masa. Con una espátula, se remueve con movimientos muy suaves y envolventes para que la masa absorba la harina, no queden grumos y, a la vez, no baje la esponjosidad de la masa.
En esta fase es muy importante deshacerse de la batidora de varillas y no caer en la tentación de utilizarla para mezclar, ya que de esta manera se conseguiría el efecto contrario: bajar el volumen del bizcocho. Una vez mezclada la harina, se agregan 50 gramos de mantequilla derretida y templada. La mezcla se realiza también con movimientos suaves y envolventes.
Hornear el bizcocho
Llegados a este punto, se dispone un molde estándar para tartas, de unos 22 centímetros de diámetro, untado de mantequilla y espolvoreado de harina, justo la que se pega en sus paredes. Así se facilita su posterior desmolde. En este molde se vierte la mezcla de la masa del bizcocho genovesa. No debe llenarse más de 2/3 partes ya que, cuando se hornea, aumenta de volumen. Si se llena en exceso, medio bizcocho podría verterse por el horno.
Este se habrá precalentado a 180ºC, temperatura a la cual se hornea durante 30 minutos. Pasado este tiempo, se retira y se clava una brocheta en el centro para comprobar si está cuajado en su interior. Si sale limpia, estará listo. Si sale con pedacitos de masa sin cuajar, se introducirá otros 5 o 10 minutos, en función del tipo de horno. Una vez cocido, se saca en caliente del molde para que no se recueza y se coloca sobre una rejilla para que se enfríe de forma más rápida. Para poder abrirlo y rellenar, el bizcocho deberá estar frío.