Las alergias alimentarias son un problema creciente entre la población. Su incidencia depende de la edad del individuo, si bien afectan de manera especial a niños (en particular desde el nacimiento hasta los dos años y medio), escolares y jóvenes. Entre los alimentos más consumidos por la población española, según el estudio EuroPrevall, los más alergénicos entre la población infantil son la leche de vaca, el huevo y los pescados, mientras que algunas frutas (melocotón, manzana, melón y kiwi) y frutos secos causan más alergias en la población adulta. EuroPrevall es un proyecto de investigación multidisciplinar de proyección, sobre todo europea, que evalúa el costo de la prevalencia y la base de la alergia en los alimentos en Europa.
La lista de alimentos alergénicos aumenta
La lista de alimentos alergénicos parece incrementarse. Desde EuroPrevall, los alimentos utilizados en las pruebas alérgicas para los análisis serológicos de la IgE (inmunoglobulina E) específica se clasifican en tres grupos, por orden de prioridad. Los del grupo 1 son los más problemáticos, ya que están relacionados con el mayor número de afectados. Según este criterio, los alimentos del primer grupo considerados más alergénicos son: huevo, leche de vaca, pescado, gambas, cacahuetes o maní, avellanas, manzana, melocotón y apio-nabo.
En el segundo grupo se incluyen el kiwi, la mostaza, el sésamo, la soja, la nuez y el trigo. El tercer grupo está integrado por las pipas de girasol, el alforfón o trigo sarraceno (un seudocereal), el plátano, la zanahoria, el maíz, las lentejas, el melón, las semillas de amapola (muy usadas en la elaboración de panes y repostería en países de Centroeuropa) y el tomate.
Alimentos de la dieta habitual
Entre los alimentos más consumidos por la población española, según el estudio EuroPrevall, los que más alergias provocan entre la población infantil son la leche de vaca, el huevo y los pescados, mientras que frutas (melocotón, manzana, melón y kiwi) y algunos frutos secos afectan más a la población adulta.
Muchos de los alérgenos pasan inadvertidos al consumidor, ya que están enmascarados (o no contemplados) en la etiqueta en forma de aditivos
En este listado figuran alimentos que forman parte de la dieta habitual de gran parte de la sociedad española. Muchos de ellos, en principio fáciles de identificar en los menús cotidianos, pueden pasar inadvertidos al estar enmascarados (o no contemplados) en la etiqueta de los alimentos procesados, en forma de aditivos espesantes, emulgentes, estabilizantes o aromas. También sucede que platos cocinados en los restaurantes o en las casas de amigos y familiares, a priori inofensivos, contienen ingredientes peligrosos para quienes tienen una alergia alimentaria.
Bajo nombres tan simples como una menestra de verduras (espesada con harina de trigo, que puede ser causa de alergia), una macedonia de fruta fresca (que lleva nata como elemento decorativo y puede causar alergia en quien no acepta la leche) o una ensalada verde y roja, se esconde una lista de ingredientes original, que solo el personal de cocina conoce con seguridad. De ahí la necesidad de que el cliente informe al servicio de camareros sobre los alimentos que le causan alergia con el fin de que garanticen la información precisa sobre los ingredientes de cada plato.
Las últimas investigaciones mantienen que la alergia a los alimentos se puede superar a edades tempranas. La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) propone una pauta, la inmunoterapia oral con alimentos o “desensibilización oral”, que ha demostrado ser segura con la leche de vaca y el huevo. Según la sociedad médica, se alcanza una tasa de éxito superior al 80%. La terapia consiste en administrar cantidades crecientes (de forma progresiva) del alérgeno (alimento o fracciones del mismo), con el fin de modular la respuesta inmunitaria para inducir la tolerancia frente a esos alimentos. En concreto, se ha probado la tolerancia con la leche y el huevo entre niños.
En el Simposio Internacional de Alergia Alimentaria, Paloma Ibañez, jefa de Sección de Alergología del Hospital Niño Jesús de Madrid, explicó cómo en los protocolos de inmunoterapia con leche y huevo que suelen realizar los grupos de investigación españoles, “el objetivo es que los pacientes toleren al menos la cantidad de un ración de alimento normal para su edad; un vaso de leche o un huevo entero”.
En el caso de probar la tolerancia a la leche de vaca, el niño recibe dosis controladas de esta, que se aumentan de forma progresiva (2 ml, 5 ml, 10 ml, 25 ml, 50 ml, 100 ml, y 150 ml) a intervalos de 60 minutos y siempre bajo supervisión médica, durante uno, dos o tres días. Si el menor no muestra ningún tipo de reacción clínica, se mantiene la proporción de proteínas lácteas a diario durante los 15 días posteriores a la prueba de tolerancia. Pasado ese tiempo, si no ha experimentado reacción alérgica, se puede considerar que el niño ya tolera las proteínas de leche de vaca.
Desde la sociedad médica informan que estudios de grupos españoles han desarrollado protocolos de inmunoterapia por vía sublingual con avellana y al alérgeno mayor del melocotón (Pru p3). En ambos estudios, tras la administración por vía sublingual de extractos de estos alimentos durante unos meses, se conseguía que los pacientes tolerasen más cantidad del alimento que antes de haberse sometido al tratamiento.