Los bebés sonríen incluso dentro del vientre materno; un gesto que expresa bienestar y, a partir del segundo semestre de vida, también satisfacción. La risa es señal de que el niño disfruta de buenos momentos y mejora, asimismo, su ánimo. Los beneficios que la risa tiene para el bebé explican que, además de disfrutar de la carcajada cuando se produce de manera espontánea, también convenga promoverla. En el siguiente artículo se enumeran cinco juegos infalibles que logran que el bebé se ría.
La risa es señal de que el pequeño disfruta
La risa es una de las principales señales para saber que alguien goza de buena salud y disfruta de un buen momento; además, genera multitud de efectos positivos en el organismo, ya que eleva los niveles de endorfinas, aumenta el ritmo cardiaco y ejercita los músculos. En el caso de la risa del bebé, es uno de los sonidos más agradables y placenteros que puede escuchar un padre o una madre.
El bebé comienza a sonreír dentro del vientre materno
Durante los primeros meses de vida, el bebé no se ríe, pero sí sonríe. Las ecografías, que permiten observar al niño dentro del vientre materno, muestran cómo los pequeños sonríen. Y después de nacer, también lo hacen mientras duermen. Son gestos inconscientes que revelan sensaciones de bienestar en el bebé. Alrededor de los cuatro o cinco meses de vida, empiezan a emitir sonidos parecidos a la risa y, un par de meses después, su risa ya expresa, además, satisfacción.
Los beneficios que la risa tiene para el bebé
La risa del bebé fortalece el vínculo afectivo con los padres
Esto explica que los padres no deban limitarse a esperar la risa espontánea del niño, sino que, también, deban promoverla. Esto es importante «no solo por lo que significa la risa en sí misma sino, además, por el vínculo afectivo que genera con los padres», afirma la logopeda Almudena Valle, de la clínica Emérita Neuro, de Mérida.
La especialista destaca lo importante que es fomentar esa unión con el bebé. Para ello, nada mejor que unos cuantos juegos que causarán las carcajadas de los pequeños, así como sonrisas gigantes en los adultos.
Cinco juegos infalibles que logran que el bebé se ría
Los juegos encaminados a provocar la risa del bebé deben, como regla general, incluir el contacto visual entre el niño y el adulto. Las alternativas son infinitivas: el límite está en la propia imaginación y creatividad. También conviene estar atento para descubrir, en ocasiones por casualidad, gestos o situaciones que hacen reír al niño. Puede ser una mueca, imitar algún movimiento, una palabra que le resulta graciosa, etc.
Los juegos que se enumeran a continuación (algunos de ellos, verdaderos clásicos), suelen ser infalibles cuando se trata de buscar la risa del bebé.
- El cucutrás. Es uno de los juegos más clásicos: el adulto se oculta y enseguida reaparece ante la mirada del bebé, que estalla en una carcajada. No hace falta que se traslade a otro sitio para esconderse: basta con que se tape la cara con un pañuelo, con otro objeto o, incluso, con la mano. La comprobación de que la persona sigue allí, a pesar de que no se ve, es infalible: al pequeño le encanta y puede reírse durante horas a fuerza de repetir el truco.
Para el bebé, comprobar que la persona escondida sigue allí es fascinante
Existe una variante: el adulto simula que algo le obstaculiza la vista del bebé y que, debido a eso, no le encuentra. Esta versión anima al pequeño a asumir un rol más activo, ya que empezará a moverse y a emitir sonidos para ayudar al adulto a que le encuentre.- El espejo. Es una variante del juego anterior. La diferencia radica en que, en este caso, quien se oculta y luego reaparece no es el adulto, sino la imagen del bebé reflejada en un espejo. Antes de cumplir un año, los pequeños suelen creer que el reflejo que ven es, en realidad, otro niño y, por eso, los espejos les resultan muy atractivos.
Si el adulto sitúa al bebé frente al espejo, le aparta y después le vuelve a poner enfrente, el resultado también provocará su risa. Además, puede introducir variantes, como cambiar en algo el aspecto del bebé, o el suyo propio (si también aparece reflejado). Algunos objetos que pueden ayudar a esta «transformación» son un sombrero o un pañuelo colocado en la cabeza, entre otros.
- Cosquillas. Esto es muy personal: cada persona siente las cosquillas con distinta intensidad y en diferentes partes de su cuerpo. A algunos bebés les gustan más que a otros. Por eso, es tarea de los padres conocer a sus hijos y aprender cuáles son sus preferidas: caricias suaves en el cuello o en los pies; besos y pedorretas en la barriga, etc.
El siguiente paso consiste en inventar historias que terminen con unas cosquillas. Un clásico es crear una narración, indicando qué hizo cada dedo: «uno encontró un huevo, otro lo cocinó, otro lo peló». En estos casos, se improvisa una acción para el último dedo que justifique que la narración termine con unas agradables cosquillas en el cuerpo del bebé y, por lo tanto, con sus carcajadas.
Otra posibilidad es situarse a una cierta distancia del pequeño y empezar a contar, desde esa posición, la historia de un animalito que se acerca a otro. Mientras el adulto sigue su relato, este se acercará al bebé hasta que le alcanza. El relato termina cuando hace reír al pequeño. Estos juegos fascinarán al niño, que disfrutará, tanto o más, de la expectativa previa creada, que de las propias cosquillas del final.
- Vuelos en el aire. Consiste en elevar al pequeño sujeto fuerte por los costados y llevarle a recorrer distintos lugares, como si volara. A los bebés les gustan mucho estos paseos. La primera reacción, en general, es quedarse callados, ya que descubren perspectivas nuevas. El niño empezará a reírse cuando el «vuelo» comience a tener incidentes, como abruptos descensos, cambios de dirección, intentos fallidos de alcanzar un objetivo y todo lo que al adulto que dirija la trayectoria se le ocurra.
- Hidromasaje. A muchos niños les gusta el agua y disfrutan cuando reciben un baño. Otros pequeños, sin embargo, no gozan de sus ratos de aseo de la misma forma, y esto puede ser causa de berrinches y malhumor. En todos los casos, pero en particular en estos últimos, se pueden buscar alternativas para hacer más ameno el momento del baño.
Algo que puede ayudar es introducir juguetes en la bañera (patos de goma, esponjas de distintos colores, etc.) Pero también existe esta posibilidad: el hidromasaje. Hace falta un tubo más o menos grande, que se pueda usar como pajita o cerbatana. Se introduce uno de los extremos bajo el agua y se sopla a través del otro. Las burbujas que salgan a la superficie harán disfrutar al bebé, que querrá cogerlas. Si el extremo del tubo se coloca pegado al pequeño, las burbujas le harán cosquillas: el pequeño se reirá y el momento del baño también será un espacio de diversión.
- El espejo. Es una variante del juego anterior. La diferencia radica en que, en este caso, quien se oculta y luego reaparece no es el adulto, sino la imagen del bebé reflejada en un espejo. Antes de cumplir un año, los pequeños suelen creer que el reflejo que ven es, en realidad, otro niño y, por eso, los espejos les resultan muy atractivos.