Descripción: A principios del siglo XVII, los carmelitas descalzos obtuvieron a partir de la melisa, la conocida Agua del Carmen, un efectivo licor contra las crisis nerviosas. Con un aspecto que recuerda a la ortiga, la melisa es una planta de ambientes frescos que crece a la sombra de chopos y castaños. Tiene unas hojas grandes y ovaladas que no irritan la piel. Sus flores son muy menudas con unos tonos que van del azul al amarillo pálido. Propiedades: Esta planta destaca por ser digestiva, antiespasmódica, cicatrizante y colerética (estimula la producción y secreción de bilis). Pero su efecto más notable es como sedante y balsámico, ya que constituye un magnífico tónico relajante que disminuye la ansiedad y el nerviosismo. Indicaciones: Por su efecto como reequilibrador del sistema nervioso está más indicada en casos de nerviosismo, ansiedad, palpitaciones, insomnio, cefaleas de tipo nervioso. También actúa con eficacia contra los mareos, nauseas, indigestiones, acidez, dolor cólico, flatulencia y otros trastornos gástricos provocados por la tensión nerviosa. Los bebés también pueden beneficiarse del poder sedante de la melisa si se diluye la leche en polvo del último biberón del día en una infusión reciente de melisa. Conseguirá un sueño plácido y sosegado. El aceite esencial también se utiliza para aplicar sobre herpes y diversas heridas cutáneas, y con el jugo fresco de la planta se mitigan los escozores de las picaduras de insectors y se cicatrizan heridas superficiales de la piel, como los arañazos. Contraindicaciones: No conviene combinar su consumo con excitantes como el café, el té. Plantas con las que combina: Combina bien con hipérico, pasiflora, lúpulo y lavanda, plantas con las que comparte su acción sobre el sistema nervioso. Diferentes presentaciones: Infusión, aceite esencial, alcohol de melisa, jugo de planta fresca, extracto fluido y seco, tintura y en compresas.