Se estima que casi el 16% de la población española podría padecer incontinencia urinaria, lo que supone casi seis millones y medio de afectados. Las cifras son altas, pero los especialistas sospechan que, en realidad, son muchas más las personas con esta afección. Como en la guía de actuación que han confeccionado expertos médicos para detectar los casos todavía sin diagnosticar, en este artículo se describen cuáles son los primeros síntomas de la incontinencia urinaria y algunos consejos para minimizar su impacto sobre la calidad de vida de los afectados.
La Asociación Española de Urología (AEU), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) han elaborado la primera guía práctica nacional sobre «Criterios de Derivación en Incontinencia Urinaria para Atención Primaria». El objetivo principal es que afloren los numerosos casos sin diagnosticar que, en realidad, tiene una tasa de prevalencia más elevada que la diabetes y parecida a la de la hipertensión arterial.
Gracias a la unificación de las pautas de actuación, el médico de atención primaria podrá identificar a los hombres y mujeres afectados que deberían ser derivados al especialista en urología, frente a quienes pueden ser atendidos en el mismo centro de salud. Además, la guía aporta las recomendaciones necesarias para el tratamiento adecuado en función del tipo de incontinencia y de la severidad detectada.
Primeras señales de incontinencia urinaria
Los síntomas de la incontinencia son desde una fuga leve hasta una salida abundante e incontrolable de orina
La incontinencia urinaria se define como «cualquier pérdida involuntaria de orina que provoca algún tipo de molestia o problema, acompañada o no de sensación urgente de miccionar». Aunque durante el envejecimiento se dan diversos cambios fisiológicos que la favorecen, también puede ser un síntoma que enmascare alguna afección oculta que hay que estudiar.
Los síntomas pueden ser desde una fuga leve hasta una salida abundante e incontrolable de orina. Aunque hay diferentes tipos, la mayoría de los problemas ocurren cuando los músculos están demasiado débiles o demasiado activos.
Hay antecedentes que favorecen la incontinencia, como embarazos, partos traumáticos, intervenciones ginecológicas o cirugía de próstata; o problemas médicos como Parkinson, afección de la médula espinal, diabetes mal controlada, insuficiencia cardíaca, infecciones urinarias, estreñimiento, demencia, infartos cerebrales o hidrocefalia. El consumo de algunos medicamentos, como diuréticos, hipnóticos, antidepresivos, antipsicóticos, calcioantagonistas, anticolinérgicos u opiáceos, entre otros, también pueden provocarla.
Convivir con la incontinencia urinaria
Aunque hay tratamientos médicos para la incontinencia urinaria, los especialistas lanzan algunos consejos para minimizar la afectación a la vida diaria:
- Cuidar la piel de alrededor de la uretra: hay que limpiar la zona justo después de orinar, para evitar irritación e infecciones. En el mercado se comercializan limpiadores cutáneos específicos. Es recomendable la higiene diaria con agua caliente y de forma suave, para no dañar la piel; y tras el baño, utilizar crema protectora y humectante.
- Dieta saludable y ejercicio: consumir alimentos saludables, hacer ejercicio regular y mantener un peso adecuado. También es aconsejable beber mucha agua, porque contribuye a minimizar el mal olor y, aunque parezca una contradicción, tomar más líquido puede incluso ayudar a reducir el escape. Sin embargo, es mejor abstenerse de beber entre dos a cuatro horas antes de acostarse.
- Controlar la necesidad de orinar: hay ejercicios que pueden favorecer una reducción de los escapes de orina, como el entrenamiento de vejiga para prolongar el tiempo entre visitas al baño, mejorar el control sobre la necesidad imperiosa de orinar y aumentar la cantidad de orina que puede retener la vejiga. Primero hay que preguntar al médico sobre cómo empezar un programa de entrenamiento de la vejiga, ya que él es quien puede ayudar a crear un plan adecuado. El entrenamiento puede llevarse a cabo de diferentes maneras:
- Ejercicios de Kegel: actividad que contribuye a fortalecer los músculos que se usan para detener el flujo de orina.
- Retraso de la orina: ejercicios para aprender a posponer la orina cuando se siente la necesidad imperiosa de orinar. Se empieza intentando retener la orina durante cinco minutos cada vez que se siente una necesidad imperiosa de orinar. Cuando resulte fácil esperar los cinco minutos, entonces se aumenta el tiempo a diez minutos y, así, progresivamente hasta que se logre orinar solo cada tres o cuatro horas.
- Idas al baño programadas: algunas personas controlan la incontinencia yendo al baño según un programa de horas establecidas, con independencia de si siente la necesidad imperiosa o no.
Las opciones terapéuticas disponibles van desde medicamentos o dispositivos médicos, hasta la cirugía. El tratamiento dependerá siempre de la incontinencia que se sufra y de la causa desencadenante.
La incontinencia urinaria en mujeres se relaciona en general con el envejecimiento o con una consecuencia habitual del embarazo. No obstante, un estudio reciente llevado a cabo por investigadores australianos, publicado en la revista ‘Annals of Internal Medicine’, concluye que el 13% de las jóvenes menores de 22 años que no han tenido ningún embarazo también la han sufrido en algún momento de su vida. Ello se traduce en pérdidas de orina al hacer ejercicio o tener que correr al baño para evitar un accidente. El mensaje que pretenden transmitir los investigadores es claro: la incontinencia urinaria es un trastorno importante para las mujeres de todas las edades.
El mismo estudio ha tratado de desvelar los factores de riesgo potenciales de padecer la enfermedad en las mujeres jóvenes sin hijos. Las participantes más sexualmente activas y que no utilizaban píldoras anticonceptivas eran las que más riesgo tenían de padecer la enfermedad. La relación con la actividad sexual estaría asociada con las infecciones urinarias, según los expertos, que ayudarían al desarrollo del problema. Respecto a las pastillas anticonceptivas, los autores no han sabido desvelar la causa.