En una casa grande, las comidas y las cenas se disfrutan en una estancia propia separada de las demás: el comedor. Pero en los hogares pequeños, cada vez más comunes en las ciudades, este espacio se debe incorporar en otras zonas. En muchos casos es en la cocina, pero en otros también en el salón. Este artículo detalla distintas posibilidades para la integración del comedor en el salón, pero siempre diferenciando cada lugar por medio de paneles y cortinas, a través de muebles o mediante trucos visuales.
Si se ha de integrar el comedor en el salón, el resultado deben ser dos ambientes autónomos que a su vez se combinen y complementen con armonía. El contacto directo que mantengan, por lo tanto, no debe generar discordancias. Para ello es aconsejable que la división esté dada por elementos físicos (paneles o cortinas), la colocación de los muebles o distintos trucos visuales, como el uso de colores o materiales diferentes en cada uno de los espacios que se quieren delimitar.
Paneles y cortinas para separar el salón y el comedor
Si se opta por paneles o cortinas para separar el salón del comedor, no hace falta que cubran por completo el límite entre ambos espacios
Los paneles y cortinas son elementos muy valiosos para separar dos ambientes, ya que permiten una demarcación clara y casi no limitan el paso de luz. En los últimos tiempos ha ganado mucho terreno la influencia oriental, manifestada en los paneles japoneses, los paneles shoji y las cortinas de caña de bambú, todas muy buenas opciones para cumplir con este objetivo. También se puede recurrir, por supuesto, a cortinas más clásicas, visillos y biombos. La gran ventaja de estos últimos es que se pueden poner y quitar en cada momento, según las necesidades.
Un dato importante para tener en cuenta es que no hace falta que los paneles o las cortinas cubran por completo el límite entre ambos espacios. Una cortina pequeña puede establecer con claridad la distinción entre dos estancias amplias. Esto, además, da mucho juego a nivel decorativo.
Distinguir el salón del comedor por medio de muebles
Otro recurso es diferenciar cada espacio a través de la colocación de un mueble que los separe o bien de la propia disposición del mobiliario.
En el primer caso, lo típico suele ser una librería o mueble modular, mucho mejor si tiene acceso desde ambos lados. De esta forma, no solo se puede pasar tanto desde un espacio como desde el otro, sino que además genera una sensación de mayor amplitud.
Si el mueble es una librería, hasta los títulos pueden colaborar: el truco es colocar los libros de ficción (relacionados con el ocio) con los lomos visibles desde el salón, mientras que los que queden a la altura de los ojos de quienes comen serán de recetas de cocina o relacionados con la gastronomía. Esta clase de detalles añaden mucho valor en la decoración y en el modo de establecer vínculos con el entorno.
La propia disposición de los objetos puede marcar con claridad la separación entre salón y comedor, sin necesidad de muebles que dividan
No es imprescindible un mueble que divida los espacios: la sola disposición de las cosas puede marcar con claridad la separación. Si se logra que la mesa y las sillas del comedor conformen un conjunto y, a la vez, se coloca el sofá o todo el tresillo enfocados en dirección opuesta, gran parte del trabajo ya estará. Los detalles decorativos harán el resto.
Una opción más está dada por la unión de la cocina con el salón a través de una barra americana y unos taburetes. Con ello se consigue crear una zona intermedia entre ambas estancias que funciona como una especie de comedor. La desventaja sería que la barra resultara demasiado pequeña: en ese caso, podría añadirse una mesa plegable, cuya tabla quedase apoyada en la pared cuando no se usara. Para una instalación de este tipo, es importante que la cocina tenga una buena ventilación, ya que de otro modo la invasión de olores hacia el salón resulta muy perjudicial.
Existe también la posibilidad -sobre todo en ambientes juveniles- de crear un espacio versátil, que funcione a la vez como salón y comedor. Esto es posible mediante la colocación de una mesa en el centro y pufs alrededor. Estos asientos se pueden emplear tanto para comer como para descansar. Aquí también puede ayudar el estilo japonés, con un suelo revestido de tatami, o bien con moqueta o alfombras. Una variante sería el uso de una mesa con patas extensibles, de modo que se pueda utilizar tanto para estar sentado en el suelo como sobre sillas.
Se denominan trucos visuales a los elementos que generan la sensación de crear espacios bien diferenciados dentro de una misma estancia con el mero uso de las texturas y el color.
Un recurso es emplear colores intensos para una de las áreas, mientras que la otra esté dominada por tonos claros. De todos modos, hay que tener cuidado, porque los colores vivos generan fatiga visual con mayor facilidad y un exceso de contrastes estimula el ánimo, pero también atenta contra la serenidad y la armonía.
Una alternativa es elegir dos colores sobrios y usar los mismos en las dos zonas, pero con un predominio opuesto de uno sobre otro en cada lugar. En el salón, las paredes y el suelo podrían ser blancos y los detalles (cenefas, marcos, etc.), negros; mientras, en el salón podría pasar lo contrario, es decir, paredes negras, mobiliario blanco.
Y otra opción con la cual jugar son las texturas y las superficies. Una alfombra bien colocada delimita con mucha precisión un espacio, lo mismo que el tipo de suelo (madera, cerámica, etc.) o el alicatado de una pared.