El fallecimiento de un ser querido afecta de forma significativa a todos los que le rodean, incluidos los niños. Los más pequeños, hasta los tres años, son capaces de sentir la ausencia de una persona o animal vinculado a ellos, aunque aún no entiendan el significado de la muerte. Entre los tres y los cinco años todavía no son capaces de entender que el fallecimiento es irreversible, pero ya empiezan a comprender algo del concepto. Para que superen este trance de forma positiva, es preciso, como se explica en este artículo, que los adultos traten la muerte según la edad del niño, apliquen distintas pautas para ayudarles a afrontar la pérdida de un ser querido y, sobre todo, que no consideren la muerte un tabú en el entorno infantil.
Tratar la muerte según la edad del niño
La forma de tratar la muerte con los pequeños, para ayudarles a comprenderla y afrontarla, está condicionada siempre a su edad y su nivel de madurez, ya que de estos factores depende, también, su reacción ante el fallecimiento de un ser querido.
Hasta los dos o tres años la muerte no tiene ningún significado para los niños, ya que no pueden comprender el concepto. Sin embargo, sí pueden sentirla, puesto que a partir de los seis u ocho meses son capaces de percibir la «no presencia» de la persona con la que tienen establecido el vínculo estrecho y los cambios que se producen en su entorno. Los especialistas apuntan que, a estas edades, lo importante es mantener las rutinas y ritmos de los niños y evitar, en la medida de lo posible, alteraciones en su ambiente que les puedan crear más inquietud o inseguridad.
Para que el niño afronte la muerte, se recomienda responder con sinceridad a sus preguntas y utilizar un lenguaje claro
Entre tres y cinco años el niño concibe la muerte como una separación temporal y reversible. Aunque puede diferenciar entre algo que está vivo y algo que está muerto, no comprende realmente el significado. En esta etapa se recomienda responder con sinceridad a sus preguntas, utilizar un lenguaje claro y preciso para explicarle que la muerte no tiene vuelta atrás. También se deben evitar expresiones metafóricas como «está dormido para siempre» o «ha subido al cielo», porque los pequeños tienden a interpretar todas las explicaciones de un modo literal.
Pautas para ayudarles a afrontar la pérdida de un ser querido
El manual ‘Explícame que ha pasado’, elaborado por la Fundación Mario Losantos del Campo, sugiere distintos consejos para que los adultos ayuden a los pequeños a afrontar la muerte de un ser querido de la forma menos traumática posible:
1. Dar la noticia lo antes posible. Retrasar el momento de que el pequeño conozca la pérdida de un ser querido, así como fingir que no ha pasado nada, no protege a los niños del dolor. La noticia debe dársela una persona cercana en la que el pequeño confíe.
2. Contar la verdad y responder a sus preguntas. El fallecimiento del ser querido se abordará en función de la capacidad emocional y cognitiva del niño, pero se debe explicar en términos reales. Aunque es importante también compartir con el pequeño las creencias religiosas o espirituales, es preciso darles también una explicación física de la muerte para no confundirlos.
3. Mantener su entorno. Los niños necesitan sentir que su mundo es aún seguro y predecible tras la muerte del ser querido. Deben contar con una figura estable que tome las riendas de su vida y mantenga el ritmo y la rutina anterior al fallecimiento.
4. Darles mucho afecto. Ante la pérdida de una persona muy cercana, los niños necesitarán que las figuras de apego estén presentes y les proporcionen mucho cariño adicional. El pequeño precisa sentir que no deja de ser atendido y querido.
5. Dejar que se expresen. Hay que animar al pequeño a expresar sus sentimientos y preocupaciones. Expresiones como «no llores» o «no estés triste» no son aconsejables. Asimismo, no hay que ocultarle los sentimientos de los adultos, aunque sí se debe evitar que presencien escenas de dolor desgarradoras o de pérdida de control.
No considerar la muerte un tabú en el entorno infantil
Los especialistas señalan que hay que hablar del fallecimiento y sus consecuencias a los niñosLa muerte está considerada, en muchos casos, un tabú en el entorno infantil. Sin embargo, los especialistas coinciden en que es importante y necesario abordar la muerte -y sus consecuencias- desde edades tempranas, para facilitar a los pequeños su comprensión y aceptación en el futuro.
La psiquiatra María Isabel Rodríguez, profesora de Psicología de la Facultad de Medicina de la Universidad San Pablo-CEU, señala en su artículo ‘Génesis y evolución de las actitudes ante la muerte en la infancia’ que gran parte de las actitudes ante la muerte «surgen y se consolidan en la infancia». Esta especialista matiza que el niño será capaz de comprender «en la medida en que los adultos no le oculten su significado». Afrontar el fallecimiento de un ser querido será más fácil para el niño si desde su infancia se les introduce el concepto de la muerte de forma gradual y adaptada a cada momento evolutivo del pequeño.
Tal como señala la guía ‘Explícame qué ha pasado’, para poder construir un significado de lo que la muerte representa, y afrontar su dolor de la forma menos confusa posible, los niños deben comprender cuatro conceptos claves de la muerte.
1. La muerte es universal. El pequeño debe comprender que todos los seres vivos morirán algún día. En función de su edad y madurez, se le debe dar esta información poco a poco y con sutileza.
2. La muerte es irreversible. El niño debe aceptar que se trata de una pérdida permanente y definitiva. Aunque sea doloroso transmitir al pequeño que la persona fallecida no volverá, más duro y frustrante será para él esperar que vuelva.
3. Tras la muerte, el cuerpo ya no funciona. Las limitaciones cognitivas del niño (o las explicaciones que les proporcionan los adultos) pueden explicar que no comprenda que, cuando el cuerpo muere, deja de funcionar totalmente. Es necesario, sin embargo, explicarle que la persona fallecida permanece viva pero en el plano emocional: en los recuerdos y vivencias que perduran de ella.
4. Toda muerte tiene un porqué. Para evitar a los pequeños cualquier sentimiento de culpa, es importante explicarles el motivo del fallecimiento.