La ecografía clave para saber si será niño o niña sigue siendo la realizada durante la semana número 20 del embarazo. Sin embargo, cada vez son más comunes las técnicas para averiguarlo antes, tanto que es posible mediante ecografías averiguar el sexo del bebé durante el primer trimestre con un grado de certeza notable. Pero la ciencia avanza e incluso ciertos análisis de sangre sirven para conocer si será niño o niña desde la octava semana. Todas estas pruebas que se realizan en España se desgranan en el siguiente artículo.
La ecografía clave para saber si será niño o niña
Averiguar el sexo del bebé ha sido, desde siempre, uno de los mayores deseos de los padres durante el embarazo. Pero hasta hace unas pocas décadas, no había manera de saberlo hasta el mismo momento del nacimiento. Ese es el motivo de que existan tantas creencias populares que supuestamente permiten averiguarlo: la forma de la tripa, la reacción de determinados objetos al ser colocados cerca del vientre, algunos cambios en la mujer, etc. En los últimos tiempos, el desarrollo tecnológico sí ha posibilitado el acceso a esa información y con una anticipación cada vez mayor.
Gracias a los avances científicos, el sexo del bebé se puede conocer con mucha fiabilidad desde la semana 20 del embarazo
La técnica que marcó un antes y un después en este sentido fue la ecografía. A partir del momento en que fue factible observar al bebé en el interior del útero, comenzaron a desarrollarse las posibilidades para averiguar su sexo sin tener que esperar al parto. En la actualidad, la ecografía cuyos resultados se consideran definitivos para anticipar el sexo del bebé, debido a su elevada probabilidad de acierto, es la que se realiza a las 20 semanas de gestación.
No obstante, aún existen probabilidades de error en esta imagen del vientre materno, debido a que, en ciertos casos, el bebé está en una posición que dificulta al especialista ver con precisión sus genitales. Otras circunstancias que también complican la determinación del sexo del feto son la obesidad de la madre o la escasez de líquido amniótico. De todos modos, esto ocurre en menos del 5% de los casos.
Al realizar esta ecografía, es recomendable no dejarse llevar por la ansiedad. Este estudio es clave no solo para saber si el pequeño será niño o niña. También sirve para analizar muchos factores relacionados con el desarrollo del embarazo, como la morfología de órganos vitales (como el corazón, el cerebro y los pulmones), posibles malformaciones (como espina bífida), etc. El dato del sexo del bebé, más allá de que para los padres sea de grandísimo interés, para el médico es menos relevante. Por eso, se aconseja dejarle trabajar con tranquilidad.
Averiguar el sexo del bebé durante el primer trimestre
En ocasiones es posible adelantar el plazo para saber el sexo de la criatura. Según una investigación presentada en el trigésimo Congreso de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, en 2009, el grado de precisión en las ecografías obtenidas entre las semanas 11 y 14 alcanzó el 86,3% de los casos; y ascendió hasta un 95% cuando se tomaron en consideración solo las observaciones realizadas a partir de la semana número 13. Es decir, el porcentaje de acierto en la semana 13 fue similar al que se considera habitual en la semana 20. Por eso, hoy en día ya es posible conocer con bastante fiabilidad el sexo del bebé desde el inicio del segundo trimestre del embarazo.
En un estudio científico, la precisión del diagnóstico a través de una ecografía en la semana 13 fue similar al obtenido en la 20La determinación del sexo del bebé es posible porque en el embrión -que hacia el final del primer trimestre mide entre cinco y seis centímetros- se forma el llamado tubérculo genital. A partir de él, se formarán el pene y el escroto (en caso de ser niño) o el clítoris y los labios vaginales (cuando es niña). En la undécima semana de gestación, el tubérculo comienza a presentar diferencias: el ángulo de inclinación que forma con la columna vertebral es más pronunciado (superior a 30 grados), cuando se trata de un niño, y menos, cuando es una niña. Esta distinción es la que permite el diagnóstico.
Análisis de sangre para conocer si será niño o niña
El mayor avance de los últimos años en este campo es un análisis de sangre de la mujer embarazada, que permite averiguar el sexo del bebé a partir de la octava semana del embarazo. Este procedimiento detecta la presencia de ADN del embrión en la sangre de la madre. Y a partir de él no solo se puede conocer el sexo de la criatura sino, también, otros datos, como su factor sanguíneo (es decir, si su rh es positivo o negativo) o si padece síndrome de Down.
El análisis del ADN del embrión en la sangre de la madre es utilizado para conocer el sexo de la criatura
En España, estos análisis comenzaron a realizarse hace algunos años por la Fundación Jiménez Díaz, como una forma de prevenir que enfermedades hereditarias pasaran de madres a hijos durante el embarazo. Esta prueba, cuya principal ventaja es que no resulta invasiva, permite descartar, en muchos casos, esos peligros; aunque, en caso de duda, se suelen complementar con análisis como la amniocentesis.
El Hospital Materno Infantil de las Nieves, en Granada, y la Fundación para la Investigación Biosanitaria también realizan este análisis, con la finalidad de conocer el sexo del bebé a partir de la semana ocho de embarazo. Su precio ronda los 130 euros.
Prueba invasiva que también ofrece información sobre el sexo
Las llamadas pruebas invasivas, que denotan peligro para la madre y su bebé, solo se realizan en determinadas situaciones de riesgo. Es el caso de la amniocentesis, utilizada para determinar si el pequeño padece síndrome de Down. Sin embargo, este análisis ofrece, asimismo, información acerca del sexo de la criatura, ya que permite determinar con casi total seguridad si será niño o niña.
En cualquier caso, la amniocentesis solo se realiza cuando el médico lo considera necesario (y nunca cuando el motivo principal es conocer el sexo del pequeño), ya que puede generar alteraciones cromosómicas o genéticas. Esta técnica analiza células desprendidas del feto que flotan en el líquido amniótico que lo rodea. Para ello, es necesario retirar una muestra de líquido amniótico.
Los análisis de sangre de las mujeres embarazadas que, de manera no invasiva y tan temprana, permiten obtener datos acerca del feto -no solo el sexo sino, también, si padecen enfermedades como el síndrome de Down- han dado lugar en los últimos años a numerosos debates, que cuestionan su carácter ético.
Una de las principales discusiones gira en torno a la posibilidad de que se multipliquen los abortos eugenésicos, motivados por una detección temprana de una enfermedad en el feto. Es el caso del artículo de 2011, firmado por los especialistas Fermín J. González-Melado y María Luisa Di Pietro, en el que plantean la posibilidad de que este tipo de diagnósticos “refuercen la imagen de la persona con discapacidad como un individuo a excluir de la sociedad”.
Otro riesgo que suele citarse es que, en determinadas culturas, saber el sexo del bebé antes de nacer, y con tanta celeridad, pueda derivar en abortos relacionados con la planificación familiar. Algo que, según esta posición, podría ocurrir en sociedades en las que se valora más tener hijos varones que mujeres.