En menos de dos décadas y en todo el planeta, la Organización Mundial de la Salud prevé un incremento del 75% de las enfermedades oncológicas. Las causas principales en los países occidentales son unos hábitos de vida insanos. No obstante, parece que tienen más peso algunas creencias sin evidencia científica que el riesgo de conductas que son responsabilidad de la propia persona, como la alimentación inadecuada, el hábito tabáquico y el sobrepeso. En este artículo se describen mitos y realidades y ciertas polémicas, aún en investigación, relacionadas con el desarrollo de cáncer.
Las falsas creencias sobre las causas del cáncer están muy extendidas, mientras que se ignoran factores reales de riesgo. Así lo asegura un estudio presentado en el reciente congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO). Ni llevar ropa interior apretada ni recibir un golpe en el pecho causan enfermedad oncológica. Sin embargo, la obesidad, el alcohol o la exposición excesiva al sol sí son peligrosos. Los datos de la investigación provienen de una encuesta realizada en Irlanda entre 748 personas.
Según los científicos, estos trabajos ponen de relieve que un gran porcentaje de la población no tienen asumida la propia responsabilidad en la prevención del cáncer, es decir, en la importancia de cambiar formas y hábitos de vida insanos y mantenerlos en el tiempo. Inciden en que hay que tener en cuenta esta desinformación mediante campañas de promoción de la salud que subrayen que la dieta y el estilo de vida, incluido fumar, influyen de forma conjunta entre el 90% y el 95% de las enfermedades oncológicas.
Desmontando falsas creencias sobre el cáncer
Hay muchas creencias sobre el cáncer que no se sostienen en ningún estudio científico, ni nada tienen que ver con la realidad
Muchas falsas creencias no se sostienen en ningún estudio científico, ni nada tienen que ver con la realidad. Una de las ideas es que el cáncer es sinónimo de muerte. Aunque, en global, aumenta el número de afectados por un cáncer, el porcentaje de supervivientes aumenta a pasos agigantados gracias a la mejora de los tratamientos y, sobre todo, a un mejor diagnóstico precoz, clave para superar la enfermedad.
En el estudio irlandés, más del 25% de los encuestados pensaba que más de la mitad son genéticos y un 15% creía que no se puede modificar el riesgo de sufrirlos a lo largo de la vida. Sin embargo, la realidad es que solo entre un 5% y el 10% de todos los cánceres son hereditarios, según su localización. Los científicos insisten también en que los golpes en los senos o el empleo de sujetadores con varillas no provocan cáncer de mama.
Algunos pacientes utilizan plantas, como tratamiento complementario, con la esperanza de curarse del cáncer. No obstante, ningún estudio hasta el momento ha hallado planta, mezcla de ellas o complementos curativos.
Otros mitos citados en el estudio europeo son el empleo de aerosoles o las dietas «detox» (que utilizan la desintoxicación para limpiar el organismo, perder peso y mejorar el metabolismo) como método de prevención. Hasta un 27% de los encuestados cree que estas dietas pueden ayudar a prevenir el cáncer y otro 64% pone su confianza en el consumo de alimentos orgánicos, pese a que no hay estudios científicos que constaten esa relación.
Realidades en el desarrollo de cáncer
Por el contrario, seguir unos hábitos de vida saludables puede evitar hasta un 40% de todos los cánceres. Estos hábitos son fundamentales para evitar el desarrollo de esta enfermedad:
- Alimentarse bien. En la investigación de la ESMO se constata el desconocimiento que hay sobre el hecho de que el consumo excesivo de carne roja influye en la aparición del cáncer. Aunque un alto porcentaje de entrevistados es consciente de que el abuso de la sal o el consumo de carne procesada son factores de riesgo, un 27% desconoce la relación entre la enfermedad y las carnes rojas (la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria recomienda la introducción en la dieta de este tipo de cárnico solo de 2 a 3 veces al mes).
Un estudio de 2010, llevado a cabo por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) junto con la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN), ya señalaba el bajo conocimiento acerca del peso de la alimentación en el desarrollo de la enfermedad oncológica: alrededor de un 40% de los entrevistados no supo indicar ningún alimento o bebida que pudiera influir en el proceso del cáncer o prevenirlo.
- Descansar y hacer ejercicio. Según los resultados de la ESMO, la población no ha entendido la importancia de los hábitos de vida en la prevención del cáncer. Un estilo de vida activo y mantenerse en el peso adecuado durante toda la vida puede ayudar a prevenir casi el 50% de los casos, según un estudio del 2011 del Cancer Research UK. Las niñas que pesan mucho al nacer, las mujeres que tienen una menstruación temprana, que toman píldoras anticonceptivas o las que han sido madres más allá de los 35 años tienen más probabilidades de desarrollar un cáncer de mama, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
- Dejar de fumar. Se ha verificado que dejar de fumar ayuda a disminuir la incidencia de enfermedad y reduce el riesgo de recurrencia, sobre todo, en las personas con un carcinoma de pulmón en etapa inicial.
Además de las creencias sobre el cáncer, hay ciertas polémicas que aún están en estudio y que habrá que esperar varios años para comprobar si tienen alguna relación con el desarrollo de la enfermedad:
- El empleo de teléfonos móviles. El uso generalizado de teléfonos móviles ha disparado las alarmas sobre su posible influencia en el desarrollo sobre todo de tumores cerebrales. También se han publicado diversas investigaciones relacionadas con resultados dispares pero aspectos en común: fueron realizadas sobre personas a quienes ya se les había diagnosticado un tumor y por medio de encuestas. En estos casos, las respuestas pueden exagerarse o distorsionarse por el conocimiento de la enfermedad. Los estudios más alarmantes citan muy bajos incrementos en el riesgo de cáncer, por lo que los expertos indican que no se puede afirmar que se trate de un solo factor.
- El consumo de comida modificada de manera genética. No hay evidencia actual de que los alimentos transgénicos puedan aumentar el riesgo de cáncer. Y es, no obstante, esta falta de certeza científica la que ha provocado que muchos expertos duden sobre su seguridad. A esto se le suma el hecho de que esta comida está disponible desde hace poco tiempo, por lo que los efectos a largo plazo aún se desconocen. Hay muchas investigaciones en marcha que tienen el objetivo de afirmar que su consumo sea seguro, para brindar a los consumidores, tranquilidad y confianza.