Ver bien no significa tener un 100% de agudeza visual; hay otros aspectos que hay que tener en cuenta para poder constatar que se disfruta de una buena visión. Así, además de la agudeza visual, la motilidad ocular, la acomodación, la percepción visual y la lateralidad, entre otras, son habilidades clave para comprender lo que se ve y que una persona desarrolla de manera progresiva desde el nacimiento. Una alteración en alguna de estas capacidades puede provocar dificultades en el aprendizaje y, como consecuencia, el temido fracaso escolar. Sin embargo, la terapia visual, mediante ejercicios de entrenamiento, ofrece soluciones para ello. En este artículo se detallan cómo afectan las alteraciones de las habilidades visuales en el proceso de aprendizaje y qué papel juega la terapia visual.
La visión es un proceso neurológico a través del cual se identifica, interpreta y comprende lo que se ve. Además, está muy relacionada con otras áreas, como el lenguaje, la audición, la coordinación motora y el equilibrio. La optometría es la ciencia que se encarga de evaluar todas las habilidades asociadas con la visión: agudeza, motilidad ocular, acomodación, percepción, lateralidad, etc. Y, dentro del cuidado optométrico, está la terapia visual, que busca desarrollar y mejorar estas habilidades para que el sistema visual trabaje de manera eficaz.
Visión y aprendizaje
Pero, ¿es tan importante la visión en el proceso de aprendizaje? «El 80% de la información que recibe una persona es a través de la visión, lo que hace que sea un factor extremadamente significativo sobre todo en el proceso de aprendizaje», asegura Martina Abel, óptica-optometrista especialista en la terapia visual dentro del ámbito educativo. Asimismo, señala que problemas como fatiga, estrabismo, ojo vago (ambliopía) o bajas habilidades visuales interfieren en el rendimiento escolar. En fechas recientes, el Consejo General de Ópticos-Optometristas de España estimaba que el 25% de los escolares sufre problemas de visión que pueden provocar fracaso escolar y que la mitad de quienes necesitan gafas no han sido diagnosticados.
La terapia permite mejorar la agudeza y las habilidades que permiten un funcionamiento visual eficazAbel explica que «dificultades para reconocer letras y formas simples, para entender las matemáticas y para distinguir la idea principal de los detalles puede significar que hay una alteración en la percepción visual«. Esta percepción es la interpretación que hace el cerebro de las imágenes que recibe.
«Cuando un niño manifiesta cansancio y fatiga ocular, lagrimeo, aqueja de dolor de cabeza o de visión doble, de que las letras ‘bailan’, tiene dificultades con la lectura y evita las tareas en las que debe fijar la vista de cerca, es posible que se deba a una mala alineación ocular», describe la especialista. La visión binocular es «una habilidad necesaria -relacionada con el control de los movimientos oculares y la capacidad de enfoque- para que los ojos puedan trabajar de manera coordinada como si, en realidad, fueran un solo ojo», detalla.
Terapia visual para mejorar la visión
La terapia sirve para educar, controlar y mejorar la función visual a quienes padezcan alguna alteración que no se solucione por completo con prescripción óptica y que, además, tengan problemas de bajo rendimiento escolar o laboral. Este tratamiento, que es individualizado, permite mejorar la agudeza y las habilidades que posibilitan un funcionamiento eficaz. Mediante ejercicios visuales se intenta solucionar o reducir las diferentes disfunciones y se puede realizar tanto en la consulta como en casa. Eso sí, «para obtener un beneficio rápido hay que ser constante en su práctica«, insiste la especialista.
Este entrenamiento no solo es a nivel muscular, sino que se trata de crear nuevos esquemas de funcionamiento cerebrales, que se mantienen una vez finalizada la terapia. Se recomienda a niños y adolescentes, para problemas de aprendizaje relacionados con la visión y con problemas de atención y concentración. También para pacientes con enfermedades neurodegenerativas o que han sufrido un ictus y para adultos con una gran demanda visual en su trabajo o en actividades de ocio. Incluso, algunos deportistas de élite realizan ejercicios de terapia visual para optimizar sus habilidades visuales relacionadas con el deporte que practican y, así, mejorar en su actividad.
Un ejemplo de ejercicio, explica Abel, es el que se realiza con la pelota de Marsden: «Esta pelota cuelga del techo mediante un hilo y se mueve de manera horizontal, vertical, en diagonal y circular; sirve para entrenar la motilidad ocular, es decir, los movimientos de seguimiento finos, muy necesarios para una buena lectura».
La tensión originada por una gran demanda visual, por periodos demasiado prolongados de tiempo, impide el correcto procesamiento de la información recibida y, además, es uno de los factores que imposibilitan un adecuado rendimiento de las actividades diarias. Ver la televisión o usar ordenadores en exceso y sin descanso, leer con poca luz o cualquier actividad o profesión que precise un esfuerzo de la vista constante pueden provocar estrés visual.
Los principales síntomas de estrés visual son:
- Ojos enrojecidos e irritados.
- Lagrimeo.
- Pesadez de párpados.
- Visión borrosa.
- Agudeza visual reducida.
- Cefalea, sobre todo, en el área frontal.
- Dolor muscular en la zona cervical y de la espalda.
- Cansancio físico.
- Dificultad para estudiar, comprender las instrucciones escritas o para terminar un trabajo en el ordenador e, incluso, ver mucho rato la televisión.