El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es uno de los problemas psiquiátricos más frecuentes en niños y adolescentes. Algunos expertos consideran que no siempre se realizan las pruebas necesarias y que, de este modo, se diagnostica el trastorno a menores que no lo sufren y no se diagnostica a algunos que sí. En este artículo se expone la dificultad de conseguir un correcto diagnóstico de TDAH, lo complicado que es saber cuántos afectados, en realidad, son falsos positivos y la importancia que tiene en el diagnóstico ser los más pequeños de la clase.
Niños y adolescentes que parecen más impulsivos que los demás, más movidos, más agitados, más dispersos en clase… No es sencillo delimitar la frontera entre un menor movido y disperso y uno que sufre un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Los niños y los adolescentes que padecen este trastorno tienen problemas de impulsividad, de atención, de comportamiento y de agitación motora que causan alteraciones en su rendimiento académico y en su vida social y familiar.
TDAH: el reto de un buen diagnóstico
Uno de los principales retos en este trastorno es diagnosticarlo con la precisión adecuada. Inmaculada Moreno, profesora titular de psicología de la Universidad de Sevilla, explica que «la detección realizada en Atención Primaria puede ser insuficiente para confirmar la existencia del trastorno». Los primeros profesionales que detectan que un menor puede sufrirlo son los pediatras, ya que los profesores o progenitores, ante la sospecha de que el niño o el adolescente tiene un problema, lo envían a su pediatra.
«Pero si el diagnóstico depende solo de la información que dan los padres, algo que puede pasar en Atención Primaria, aumenta el riesgo de que se produzca un error», insiste Moreno, y de que se diagnostique con TDAH a un menor que en realidad no sufre este problema y tome de manera innecesaria medicamentos que pueden tener efectos secundarios.
Uno de los principales retos en el TDAH es diagnosticarlo con la precisión adecuada
Aunque también puede ocurrir lo contrario. Amaia Izquierdo, doctora en psicología, destaca que la poca precisión en el diagnóstico provoca que «niños y adolescentes que sufren el trastorno no sean identificados». El TDAH se puede confundir con otras patologías, con las que también se puede presentar asociado, como los trastornos de aprendizaje, los trastornos de ansiedad o los trastornos de conducta. Esta especialista pone el acento en la importancia de tener un buen diagnóstico, ya que «el trastorno es para toda la vida, así que su evolución será mejor cuanto antes se inicie el tratamiento«.
La dificultad de saber cuántos afectados están mal diagnosticados
Es difícil saber cuántos niños y adolescentes están mal diagnosticados, ya que faltan estudios exhaustivos. Moreno es la autora principal de un estudio de la Universidad de Sevilla, el Servicio Andaluz de Salud y la Universidad de las Islas Baleares que compara la eficacia de los tratamientos farmacológicos y psicológicos con un nuevo tratamiento, el neurofeedback. Esta es una modalidad con la que se cambia el patrón de ondas cerebrales y se activa el flujo sanguíneo en las áreas del cerebro relacionadas con el TDAH.
Para realizar este análisis, los investigadores seleccionaron a 146 niños de Sevilla que habían llegado al servicio de Atención Primaria de Pediatría con la sospecha de que sufrían este trastorno. Pero, tras hacerles diferentes pruebas, descubrieron que el 40% de ellos no lo padecía.
Dedicar tiempo al diagnóstico del TDAH
A juicio de Luis Rodríguez, pediatra de Atención Primaria y coordinador del Grupo de Trabajo de TDAH de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, «el médico de Atención Primaria puede hacer un buen diagnóstico, siempre y cuando disponga del tiempo necesario para realizar las pruebas que hagan falta. Yo tengo la suerte de poder dedicar una hora o más a un paciente. Pero hay compañeros que ven a 60 niños y adolescentes cada día». En estos casos, «lo recomendable es que se derive al menor a los servicios especializados», añade el pediatra.
Las ventajas de que sea el pediatra quien se encargue del diagnóstico son «que hacemos el seguimiento al menor desde que ha nacido y que vive muy cerca de nuestros centros. Tenemos mucha relación con la familia y vemos al menor con regularidad, así que sabemos cómo se comporta en el colegio y con la familia. Lo conocemos mucho, algo muy importante para realizar un buen diagnóstico», insiste el especialista.
El TDAH: un trastorno complejo
El TDAH es un trastorno complicado. No hay marcadores biológicos, como un análisis de sangre, que demuestren que una persona lo sufre. Por eso, las estadísticas sobre el porcentaje de menores afectados van desde el 4% al 17%. Todavía no se conocen sus causas, aunque se cree que puede tener una importante base genética.
Amaia Izquierdo defiende que el diagnóstico lo hagan psicólogos o psiquiatras, profesionales que pueden realizar numerosas pruebas neuropsicológicas. «Los médicos de Atención Primaria están haciendo una labor muy importante de detección, cada vez mejor. En realidad, no importa tanto quién haga el diagnóstico de TDAH sino cómo lo haga. Pero creo que es mejor que el diagnóstico final lo realicen los servicios de salud mental, en los que hay psiquiatras y psicólogos. Hay que llevar a cabo una evaluación neuropsicológica que incluya tests, pero también entrevistas clínicas, observación, pruebas de biofeedback para observar el movimiento», señala Izquierdo. La especialista también alerta de los tests disponibles en Internet para hacer un autodiagnóstico.
Según un estudio realizado en fechas recientes por científicos de la Universidad de Columbia Británica (Canadá), muchos casos de falsos positivos son niños que han nacido en el mes de diciembre.
En las clases conviven niños de un mismo año nacidos entre enero y diciembre. Y puede ocurrir que los nacidos en el último mes del año sean etiquetados como más inmaduros, movidos e impulsivos que sus compañeros.
Los investigadores estudiaron a 937.943 niños de entre 6 y 12 años de edad y vieron que los nacidos en el mes de diciembre tenían un 39% más de probabilidad de ser diagnosticados de TDAH, comparados con los niños nacidos en enero.