Las ventanas son los puntos por donde se pierde más calor del interior de las casas. Por eso, unas cortinas aislantes resultan un buen recurso para mantener una temperatura agradable y reducir gastos de calefacción. Este artículo repasa las posibilidades de reducir las pérdidas de calor con cortinas aislantes y diversos sistemas como el doble cortinado y el blackout. También describe los paneles térmicos, otra herramienta para mantener el calor dentro del hogar.
Reducir las pérdidas de calor con cortinas aislantes
Por las ventanas se pierde una importante cantidad del calor acumulado en casas y pisos. Se estima que un tercio del calor del interior se va a través de estas aberturas. Por eso, con el fin de mantener una buena temperatura dentro del hogar, no solo hay que pensar en formas de ganar calor -como radiadores y estufas- sino también en métodos para no perderlo.
Se debe procurar que los extremos de las cortinas aislantes formen pliegues que «encapsulen» el frío de las ventanas
Uno de ellos consiste en colocar cortinas aislantes, que reduzcan el «efecto refrigerador» de las ventanas. Para que resulten en realidad aislantes, son claves tanto el material del que estén confeccionadas como el tamaño de las cortinas. Esto último es fundamental: cuando están extendidas, los bordes de las cortinas tienen que superar en varios centímetros los límites laterales de las ventanas, y ser lo bastante largas como para casi rozar el suelo. De ser posible, además, los pliegues en los extremos laterales de las cortinas deben quedar «cerrados» hacia la pared, de manera de «encapsular» el frío lo más que se pueda.
En relación con el material de las cortinas, la regla básica es: cuanto más gruesa sea la tela, mejor aísla la temperatura. Algunos tejidos recomendados en este sentido son jacquard, chenille o panamá. También existen las llamadas cortinas térmicas, compuestas por telas o paneles que han sido tratados con un revestimiento aislante de espumas y materiales sintéticos.
Las más modernas se pueden instalar incluso en claraboyas o ventanas de cubierta plana y se controlan con mandos a distancia.
Sistemas de doble cortinado y ‘blackout’
Una buena alternativa es la del doble cortinado: una cortina ligera tradicional acompañada por una más gruesa. De este modo, durante el invierno se cuenta con una buena aislación y, en épocas de temperaturas más cálidas, basta con retirar la tela de mayor espesor.
El uso de las cortinas ‘blackout’ se aplicó en salas de reuniones de oficinas y en habitaciones de hoteles
Otra posibilidad es el sistema blackout («oscurecimiento» o «apagón»). Estas cortinas, además de ser un aislante térmico, reducen el paso de la luz. Por eso, son muy recomendables también para el verano, para evitar el acceso de los rayos solares durante el día y poder disfrutar de noches más frescas.
El blackout original implica cortinados que bloquean por completo el paso de la luz, como los utilizados en salas de reuniones donde se deben proyectar vídeos o en habitaciones de hoteles con grandes ventanales para que permitan dormir de día como si fuese de noche. Con el paso del tiempo, sin embargo, se usó esta denominación para cortinados que no son opacos por completo. Hoy en día se consideran blackout los sistemas de cortinas y paneles que permiten dividir grandes salas de reuniones, aulas, consultorios, etc., en dos espacios más pequeños.
Los materiales más comunes utilizados para la construcción de las ventanas, el cristal y el aluminio, son muy buenos conductores de la temperatura. El aluminio conduce el frío unas 2.000 veces más que la madera, el material más tradicional para los marcos de las ventanas en regiones de temperaturas muy bajas. Por eso, además de colocar las cortinas apropiadas, otras técnicas contribuyen a evitar perder el calor del hogar a través de las ventanas.
Una de las principales son los paneles térmicos, que se colocan en lugar de los cristales simples. Estos paneles son estructuras de doble cristal. El espacio que queda entre ambos vidrios es una cámara de aire seco o de gas argón, con sales higroscópicas que evitan la condensación. Esto eleva la capacidad aislante del sistema, no solo en cuanto a temperaturas sino también a ruidos.