“Liquidación total por cierre”, “Se traspasa”, “Local de 80 m2 a precio inmejorable”… Las calles están repletas de estos anuncios, a lo largo y ancho de la geografía española. Solo en 2012 se disolvieron 22.568 empresas, un 14% más que el año anterior y el peor dato desde el inicio de la crisis, según el índice de Sociedades Mercantiles publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). ¿Por qué? La crisis no puede obviarse, pero también es cierto que algunos cierres podrían evitarse si se tomaran medidas nada más detectar las primeras señales de que algo no funciona. Aunque no siempre es fácil distinguirlos, en el presente artículo se intenta desvelar algunos signos que indican que el negocio no marcha, como un inventario que no se vende, pedidos distanciados o que los deudores retrasen sus pagos.
Algunos signos de alerta de que un negocio no funciona bien
En España, la tasa de empresas que cierran es muy elevada. Tras cinco años, apenas la mitad de negocios logra sobrevivir y cada año bajan la persiana tantos como la suben. De las 22.568 sociedades disueltas en 2012, el 70% lo hizo de forma voluntaria, mientras que 2.021 fueron fusionadas y 4.682 desaparecieron por otras causas.
Como señala Oriol Amat, catedrático de la Universitat Pompeu Fabra, hay una elevada correlación entre la marcha general de la economía y la evolución de los resultados de las empresas. Pero también es cierto que hay que adaptarse a la evolución de la economía y, además, tener en cuenta la vital importancia de los problemas internos de un negocio.
Aunque la crisis influye, no todos los males vienen de fuera, por lo que hay que prestar atención a los problemas internos del negocio
Sin embargo, no siempre es fácil darse cuenta de que ciertos signos (internos o externos) son alarmantes y el presagio de que las cosas van de mal en peor. A continuación se exponen algunas de las señales más claras para detectar que un negocio puede estar acercándose de manera peligrosa a la quiebra.
- Falta de liquidez
Uno de los signos que anuncian con más claridad que algo no funciona como debería son las pérdidas continuadas y la falta de liquidez. En numerosos casos, antes de abrir la empresa, su propietario ha acumulado ahorros que piensa invertir. Pero son pocos quienes de verdad exploran a conciencia la cantidad de capital que necesitan para su negocio, pues gastan la mayor parte del capital en el momento de abrir la empresa y se quedan sin reservas para los gastos futuros.
La falta de liquidez se origina porque no hay sincronización entre el efectivo que sale de la empresa y el que entra. Para evitarlo, en parte conviene no haber invertido todo el capital, sino mantener una parte sustancial para cuando sea necesario. Y, por supuesto, es imprescindable no agotar la totalidad del crédito disponible del negocio, ya que se debe tener algo para cuando haya alguna circunstancia.
Clientes distanciados
Si los clientes están más distanciados, no realizan visitas tan frecuentes ni las relaciones son fluidas, algo puede estar empezando a fallar. Además, si conocen con todo lujo de detalles los productos que ofrece la competencia, la señal se hace más evidente y preocupante.
Esto puede deberse a no saber cuidar al cliente, a una mala elección del personal, etc. Para que un negocio o empresa marche bien, el capital humano es esencial: un mal empleado puede arruinar un negocio. Es vital no perder de vista a la clientela y conocer sus gustos a la perfección. Si no se entienden las necesidades de los clientes, no se pueden aportar respuestas específicas para resolver lo que buscan.
Pedidos menos frecuentes
Se puede ver «las orejas al lobo» cuando una compañía recibe la petición de menos cantidades o de menos productos. O bien, si se distancia el tiempo entre un pedido y otro. Todo ello redunda en una reducción final de pedidos.
Negativa de entregas a crédito
Si los proveedores se niegan a recibir el pago a crédito o piden tener su saldo pagado de manera inmediata, hay que preocuparse. O, al menos, estar alerta, ya que esta actitud puede apuntar que piensan que el negocio va mal o incluso que quebrará.
Hay cada vez más reclamaciones o quejas
Una mala gestión se ve reflejada en la satisfacción del cliente. Cuando las reclamaciones y quejas se multiplican, el negocio no funciona del todo bien. Este aumento no solo puede señalar que se hagan las cosas mal por problemas internos de la compañía; también es un indicador de que se considera que la empresa puede llegar a su fin, y se aprovecha ese momento para aumentar la presión y hostilidad hacia lo que se considera ya fracasado.
El inventario se acumula
Un inventario engrosado puede significar que las ventas han caído de manera drástica, y es un signo inequívoco de una pobre situación financiera.
Los propietarios de un negocio se preocupan con frecuencia de tener suficientes productos en stock, pero lo importante es contar con existencias de lo adecuado, de lo que satisface al consumidor. Si el inventario no refleja el gusto o las necesidades del mercado, nunca se venderá y supondrá pérdidas para la empresa.
Los deudores tardan en pagar
Si se tiene que esperar mucho para que quienes deben dinero a la empresa paguen, puede significar que la compañía se está hundiendo. Los deudores se retrasan, con la esperanza de que el negocio quiebre antes del vencimiento de sus deudas.
Mal clima laboral: el «no» como primera respuesta
Los empleados detectan, incluso de manera inconsciente, que algo va mal. Nervios, desavenencias cada vez mayores, baja respuesta y desmotivación, etc. Todo ello es una muestra clara de que las cosas no siguen el camino que deberían.
Proporcionar formación a los trabajadores, delegar responsabilidades en los empleados o hacerles sentir partícipes del proyecto puede hacer reflotar un negocio.
Auditoría por profesionales externos
En el caso de medianas y grandes empresas, es uno de los peores síntomas. Las visitas de abogados, contadores y auditores puede ser una señal de una muerte inminente.