Un puñado de arroz, medio litro de sopa, una pechuga de pollo… Calcular cantidades es fácil cuando cocinamos para el día a día y conocemos bien el apetito de nuestros comensales. La dificultad empieza cuando nos salimos de lo habitual o tenemos invitados. Para evitar que nuestras visitas se queden con hambre, por lo general, solo tenemos en mente una idea: “que no falte comida, mejor que sobre”. Por supuesto, funciona, pero no es práctica: cocinaremos de más, gastaremos de más, perderemos más tiempo y acabaremos tirando comida. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo acertar con las cantidades sin pasarse demasiado? El siguiente artículo ofrece soluciones prácticas para calcular ingredientes y conseguir que todo el mundo acabe satisfecho, sin pasarse.
Medidas por persona y guarniciones: las claves del éxito
Cocinar a diario facilita mucho las cosas. A la hora de comprar o preparar los alimentos, conocemos de antemano las medidas: un puñado de arroz por persona, una pechuga de pollo para cuatro personas, medio kilo de pasta para cinco, dos litros de sopa para diez o un kilo de legumbres para doce. Este tipo de medidas sencillas no revisten dificultad. De hecho, los mismos envases suelen indicar la cantidad recomendada por persona, lo cual nos sirve de valiosa información y orientación cuando vamos a realizar la compra.
El asunto se complica cuando tenemos invitados y el número de comensales se sale de lo habitual. ¿Cuánto comprar y cocinar, en ese caso, sin pasarse? Tener en mente algunas medidas de base y aprender a jugar con las guarniciones son dos claves para conseguirlo. Una buena planificación nos ayudará muchísimo a la hora de hacer las compras y elaborar el menú. Para los alimentos básicos, podemos regirnos por las siguientes cantidades (en crudo):
- Arroz: un puñado por persona
- Pasta: 100g por persona
- Carne: 150g por persona
- Legumbres: 75g por persona (si son «viudas»), o 50g (si llevan guarnición)
Ahora bien, tan importante como ser precisos en la compra de los ingredientes principales es contar con las guarniciones como nuestras mejores aliadas para ajustar las raciones, salir de algún apuro (como los invitados sorpresa) y evitar que las visitas se vayan de casa con hambre. Estas son algunas ideas prácticas:
- Pastas. Ya que la guarnición y la salsa se añaden justo en el momento de servir, si nos quedamos cortos podemos servir un plato con guarnición, un bol con queso y aligerar un poco más de salsa u ofrecerla en una salsera para que cada uno agregue a su gusto.
- Sopas, cremas y potajes. Estos platos no son muy problemáticos porque siempre se pueden aligerar un poco más con caldo o agua. Para que no pierdan consistencia, en último momento añadimos unos fideos de sopa, un espesante (tipo maicena) o unos copos de patata (según qué vaya mejor para el plato) y un poco de aceite y sal. En el caso de los potajes, en los 15 minutos finales de la cocción agregamos unas patatas troceadas para aumentar la cantidad y ponemos a punto de sal y de aceite si hiciese falta en el último momento.
- Patatas. Pueden ser nuestras mejores (y más económicas) aliadas, ya sea en el caso de los primeros platos, como para las guarniciones de los segundos platos. Fritas, cocidas la vapor, asadas o en puré de guarnición tipo «Parmentier», las patatas nos hacen las cosas más fáciles a la hora de alargar las raciones.
- Paellas. Si hemos hecho paella y a última hora se suman comensales inesperados no hay razón para desesperar. Si junto al plato principal sacamos un poco de salsa alioli o una ensalada de tomate podremos aligerar la ración y alargar la paella para dos o tres personas más.
Más allá de estos ejemplos puntuales, sí es importante tener en casa cierto fondo de nevera para evitar un apuro. Con unas hortalizas frescas podremos elaborar una ensalada; una guarnición fácil y deliciosa que admite múltiples combinaciones. Por ejemplo: unos trocitos de espárragos, maíz, algo de conserva de pescado (tipo atún en aceite o unas barritas de surimi), aderezados con una vinagreta con trocitos cítricos (la naranja va muy bien), o realzada con unos frutos secos tipo uvas pasas o avellanas.
También es conveniente tener a mano un paquete de verduras congeladas. Bastará saltearlas con unas gotas de aceite, sal y un diente de ajo troceado para acompañar desde un plato de pasta hasta una carne o un pescado.
- El modo más sencillo es presentar una porción más pequeña de tarta, acompañada de unos trocitos de fruta.
- Otra opción es acompañarla con una copa en cuya la base pongamos un capita de galletas desmigadas (y hasta aliñadas con un poco de licor), una capa de yogurt batido y casi helado, y unos trocitos de frutas frescas recién troceadas para coronar.
- También podemos elaborar un rápido cóctel sin alcohol, o con sorbete de helado, un poco de refresco de limón con burbujas, todo ello batido y con un poco de nata para que espese. Esto se puede servir a modo de aperitivo, antes del postre, si sabemos que nos hemos quedado cortos con el postre en sí mismo.