La nutrición desempeña un papel determinante para prevenir enfermedades crónicas. Quizás por ello se le atribuyen capacidades que no ostenta, como la de curar dolencias graves o la de mejorar la capacidad auditiva. ¿Desempeñará un papel importante en el rendimiento académico? Tal como se detalló en este artículo de EROSKI CONSUMER, de entre los nutrientes o las sustancias que en teoría guardan relación con el rendimiento académico, solo son relevantes, en nuestro entorno y en caso de deficiencias claras, el yodo, el hierro y la vitamina B12. A continuación se revisan cuatro aspectos relacionados con el papel de la dieta, o del patrón dietético en su conjunto y la función cognitiva.
1. Dieta equilibrada, saltarse comidas y desayunar
Hay muy pocos estudios que hayan evaluado el efecto de diferentes patrones dietéticos sobre el rendimiento académico. Una pequeña investigación observó que consumir una comida equilibrada se relaciona con cambios positivos en la atención e incluso con la motivación. Al parecer, además, «saltarse» comidas ejercería efectos negativos sobre la concentración o las capacidades mentales, aunque faltan investigaciones que lo confirmen. Esto parece más evidente en pacientes con diabetes, en los que un mal control de la glucosa sanguínea se asocia con un peor rendimiento en test relacionados con la memoria.
Esta cuestión nos lleva al papel del desayuno. La mayor parte de estudios que han evaluado el efecto del desayuno en el rendimiento escolar son «observacionales». Así, dichas investigaciones suelen observar que quien desayuna saca mejores notas, pero se obvia algo importante: quien desayuna de forma regular suele ser alguien más metódico o con otras características que le diferencian de quien no desayuna. Es decir, dichos estudios no han probado que desayunar «cause» el buen rendimiento escolar, sino que desayunar y tener buen rendimiento son dos situaciones que, en general, suelen darse a la vez. Los estudios experimentales, en los que se ha obligado a los voluntarios a desayunar o a no desayunar «por sorteo», para evaluar a continuación las consecuencias, son muy pequeños o de una duración muy limitada. Ningún estudio demuestra que una persona sana que no desayuna, pero que ha dormido lo suficiente, que ha recibido una buena educación a lo largo de su vida y que, sobre todo, ha estudiado, vaya a tener peores notas. Muchas de las investigaciones que han asociado el desayuno con el rendimiento escolar no han tenido en cuenta condiciones socioeconómicas.
2. Tomar mucha energía o aumentar de peso
Sí parece sensato, en cualquier caso, evitar la excesiva ingesta de energía a la hora de conservar una correcta función cerebral, tal y como mostró una investigación publicada en marzo de 2011 en la revista Advances in Nutrition. Evitar las raciones grandes, utilizar platos pequeños, y no acudir a menudo a buffets libres puede servir de ayuda a la hora de evitar consumir calorías de más. Asimismo, tanto ganar mucho peso con los años como tener un peso insuficiente parecen relacionarse también con disminuciones en las funciones cognitivas conforme pasa el tiempo, según la investigación antes citada.
3. Dietas milagro, atajo para el suspenso
Capítulo aparte merecen las llamadas «dietas milagro» o los «ayunos terapéuticos«. Además de ser inútiles para lo que prometen, pueden perjudicar de forma clara el proceso de aprendizaje y la función cognitiva en general, debido a que disminuyen la capacidad de concentración o de atención. Existen pruebas científicas que indican que las dietas muy bajas en grasas pueden ejercer efectos adversos sobre el estado de ánimo. Evitar caer en las pegajosas redes que extienden los charlatanes dietéticos es el consejo más sensato si se quiere aprobar y, además, conservar la salud. Una interesante manera de enfocar la alimentación, sea para nuestro rendimiento escolar o sea para nuestra salud, es mediante estos tres secretos:
- Consumir alimentos no procesados o apenas procesados.
- Reducir el tamaño de las raciones de los alimentos que tomamos.
- Priorizar en nuestra dieta los alimentos de origen vegetal.
4. Café ¿al lado de los apuntes?
El café está relacionado con la funcionalidad cognitiva. Numerosas investigaciones muestran que estimula el sistema nervioso central, alivia la fatiga y mejora la concentración en adultos (en niños está desaconsejado). No obstante, su efecto positivo en el ámbito académico se circunscribe a actividades en las que el alumno recibe la información de forma pasiva, mientras que no tendría efecto en las tareas en las que el material se aprende de forma intencionada. Es más, podría incluso dificultar el rendimiento en los trabajos que dependan de la memoria a corto plazo, aunque no parece afectar a la memoria a largo plazo.
El café puede ser un buen amigo para enfrentarnos a los apuntes, pero no un sustituto de los codos
Todo ello conduce a una conclusión lógica: las horas de estudio son irreemplazables. Como la mala fama del café se ha desvanecido en los últimos años (según han señalado en mayo de 2013 investigadores españoles) una taza de café puede ser un «amigo» para enfrentarnos a los apuntes, pero no un sustituto de los codos. En este sentido, es bien distinto considerar al café como una bebida que, tomada con moderación, puede ejercer ciertos beneficios, que pasar a recomendar su consumo. Ni el café (que tiene sus contraindicaciones) ni ninguna otra sustancia o alimento pueden sustituir al papel protagonista de un buen estilo de vida a la hora de conservar o mejorar la salud.
En cuanto al desempeño intelectual, una última reflexión: ¿un actor mejorará su interpretación si toma complementos alimenticios? ¿Tocará mejor un trompetista en función de su dieta? ¿Sacará sobresalientes un estudiante si desayuna un determinado alimento? Ensayar, practicar y estudiar son, sin lugar a dudas, las claves del éxito en cada uno de los ejemplos anteriores.