La anemia o falta de hierro es frecuente durante el embarazo. Para superarla, a menudo no basta con una alimentación equilibrada de la gestante, sino que es necesario ingerir suplementos de hierro. En este artículo se explica qué es la llamada anemia del embarazo y se ofrecen consejos para vencerla y prevenirla de una manera saludable. Pero la gestación también puede propiciar otro tipo de anemia, llamada megaloblástica, por déficit de ácido fólico, por lo que, además, a continuación se aportan recomendaciones para suplir esta carencia.
Anemia del embarazo, una carencia nutricional frecuente
La llamada anemia del embarazo es la anemia ferropénica, provocada por una carencia de hierro en el cuerpo de la gestante. La anemia está ocasionada por un descenso de los depósitos orgánicos de hierro en el organismo, que provoca a su vez una reducción del número de glóbulos rojos. Según datos del Ministerio de Sanidad, esta anemia constituye la deficiencia nutricional más frecuente entre las mujeres embarazadas.
La anemia durante el embarazo provoca cansancio, debilidad y mareos
Sus principales síntomas son, sobre todo, las sensaciones de cansancio, debilidad y mareos. Sin embargo, estos signos son habituales durante la gestación, por lo que si la anemia es leve, sus señales son muy poco evidentes para la mujer.
También pueden aparecer otros síntomas, menos frecuentes, como una mayor palidez, en particular en ciertas partes del cuerpo como los labios, la parte interna de los párpados y las uñas de las manos. Otras señales de anemia de la embarazada, aún menos comunes, son las palpitaciones, aceleración del ritmo cardiaco, respiración entrecortada, jaquecas, dificultad para concentrarse e irritabilidad.
La anemia del embarazo, ¿a qué se debe?
El descenso de los niveles de hierro es frecuente durante el embarazo, debido a que en este periodo la demanda de este mineral es mayor. Sanidad explica que durante el segundo y tercer trimestre se produce un balance negativo de hierro «que no se puede compensar con la dieta». Debido a ello, puede ser necesario que la gestante con anemia tome suplementos con hierro.
La anemia en el embarazo aparece cuando los niveles de hemoglobina están por debajo de 11 gramos por decilitro de sangre durante el primer y el tercer trimestre o de 10,5 durante el segundo.
Estas deficiencias se asocian con bajo peso al nacer, los partos prematuros y, sobre todo cuando se registran niveles inferiores a 8,5, un aumento de la mortalidad perinatal. Además, perjudica el rendimiento cognitivo y el desarrollo físico de los recién nacidos.
La anemia durante la gestación: consejos para superarla
La principal manera de superar la anemia en el embarazo es aumentar la ingesta de hierro durante ese periodo. El hierro que mejor se absorbe es el contenido en los alimentos de origen animal, tanto de carne como huevos o derivados.La anemia del embarazo puede prevenirse con una alimentación equilibrada que contenga carne y legumbres
Las espinacas, acelgas y legumbres están entre los productos de origen vegetal con mayor contenido de hierro, pero su aprovechamiento es inferior. Conviene combinarlos con cítricos y otros alimentos con vitamina C, ya que esta favorece la absorción del mineral.
Sin embargo, los suplementos de hierro deben ser indicados por el médico después de analizar la condición de cada mujer embarazada en particular. En las gestantes sin antecedentes de anemia o con reservas adecuadas, la recomendación suele ser optar por suplementos de dosis bajas de hierro oral durante la segunda mitad del embarazo. Por su parte, para las mujeres con déficit de hierro previo la administración de hierro se aconseja cuanto antes, si bien en muchas ocasiones la intolerancia a los suplementos de hierro oral está acentuada durante el primer trimestre de la gestación.
Es importante tener en cuenta que un exceso de hierro también es perjudicial: niveles de hemoglobina por encima de 13,5 están asociados con problemas como preeclampsia, eclampsia, crecimiento intrauterino retardado e hiperviscosidad sanguínea.
El embarazo también puede propiciar otro tipo de anemia, llamada megaloblástica, por déficit de ácido fólico.
Durante el primer trimestre de la gestación se produce una demanda muy importante de ácido fólico por parte del feto, ya que esa sustancia es fundamental para el desarrollo de su sistema nervioso central. Por eso, la administración de ácido fólico recomendada por el médico es muy importante para prevenir los defectos neurales (espina bífida y anencefalia) y otras anomalías congénitas del bebé, además de ser útil para disminuir la incidencia de los recién nacidos con bajo peso.
Los alimentos que contienen ácido fólico y cuya ingesta se aconseja durante el embarazo son: verduras (tomate, lechuga, espinacas, espárragos), legumbres (guisantes, judías, alubias), cereales (maíz, trigo) y frutas (plátanos, fresas, naranjas, pomelos y aguacates), siempre al natural y no enlatados.
Sin embargo, lo normal es que solo con el consumo de estos alimentos no se alcance el aporte aconsejado de esta vitamina. Por tal motivo, dada su importancia, los ginecólogos recomiendan suplementos de ácido fólico desde el momento en que ya se busca el embarazo (o, en todo caso, desde la misma concepción) y hasta el final del primer trimestre.
El suplemento (cuyos valores siempre deben ser indicados por un especialista, en función de las condiciones de cada mujer) está aconsejado de forma especial para mujeres que ya han tenido alguna gestación o que han tomado en fechas recientes anticonceptivos orales.