Los niños crecen, y muchos dejan de confiar en sus padres: se alejan de ellos a medida que se acercan hacia la adolescencia. ¿Es inevitable? En este artículo se explica la importancia de mantener la confianza entre padres e hijos, por qué es necesario trabajarla desde la infancia y cómo ser amigo de los hijos sin olvidar la paternidad. También se detalla el grado de confianza que tienen los niños españoles en sus progenitores.
Niños y padres: la importancia de la confianza
«Mi hijo cada vez me cuenta menos cosas». Esta queja frecuente entre los padres de niños que se acercan a la adolescencia delata una importante falta de confianza y comunicación de los hijos con sus progenitores. En cuestión de unos años, el menor pasa de confiar plenamente en sus padres y tenerles como principales receptores de sus secretos, ideas y pensamientos, a darles de lado. Es habitual que esta situación cree una importante tensión en el hogar y deteriore, al menos durante unos años, la relación afectiva entre los progenitores y sus hijos.
La confianza entre padres e hijos reduce la agresividad en la adolescencia, así como las probabilidades de consumo de sustancias nocivas
Pero esta falta de confianza no afecta solo al clima familiar. Esta circunstancia eleva las posibilidades de que se produzcan situaciones de riesgo en la adolescencia, confirma un reciente estudio europeo de la Organización Mundial de la Salud. Los resultados de esta investigación no dejan lugar a dudas acerca del impacto positivo de mantener una comunicación fluida entre padres e hijos. Y señalan que, cuando hay una buena relación, los menores se muestran menos agresivos y se reducen las probabilidades de consumo de sustancias nocivas como el alcohol o las drogas.
Niños: trabajar la confianza desde la infancia
La confianza hay que trabajarla desde la niñez, recuerdan los expertos. «La adolescencia hay que entenderla como un periodo en donde se manifiesta lo que el niño ha recibido en su infancia», apunta Óscar González, director de la Escuela de Padres con talento. Por tanto, «su forma de actuar y comportarse dependerá de cómo le hemos educado y lo que le hemos ofrecido cuando era pequeño», añade González.
Cuanto mayor sea el clima de confianza, y más fluida la comunicación con los hijos durante su infancia, más difícil resultará que se rompa del todo ese vínculo al llegar a la adolescencia. Adele Faber y Elaine Mazlish, autores de ‘Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen’ (Medici, 1997), destacan «la importancia de que el niño sienta desde las primeras edades que sus padres le escuchan cuando hablan«, y que lo que oyen es importante para ellos.
Padres amigos, pero ante todo padres
Los niños necesitan un referente, no se puede renunciar al papel de padres, que es insustituible
Algunos padres creen que para ganarse la confianza de sus hijos es preciso ponerse a su nivel. Es decir, que tienen que actuar como ellos, adoptar su lenguaje y tener una relación más cercana a la de un compañero de clase o amigo que a la de un progenitor. «Esta actitud es errónea», asegura González. Los padres deben mostrarse «amistosos» y dedicar tiempo a jugar con los hijos, «pero ellos ya tienen muchos amigos y colegas y solo un padre y una madre», recuerda este experto.
La paternidad, sin embargo, no es incompatible con la amistad, entendida en la figura de alguien que está ahí siempre que se le necesite. Saber escucharle, ayudarle cuando tenga un problema, empatizar con él es posible desde las dos perspectivas: la de padre o madre, y la de amigo o amiga. Pero nunca hay que olvidar que los niños necesitan un referente. «No se puede renunciar al papel de padres, es insustituible», concluye González.
¿Confían los niños españoles en sus padres? Los resultados específicos del estudio de la OMS revelan algunos interesantes aspectos sobre la confianza de los niños españoles con sus progenitores, como que la comunicación con el padre es en la mayoría de los casos menos íntima que con la madre. Mientras que casi el 85% de los jóvenes de 11 a 18 años encuestados señalan que les resulta fácil o muy fácil hablar con sus madres, apenas el 57% reconoce esta facilidad con sus padres.
Y es que parece ser que las madres son más comprensivas con sus hijos. De hecho, el 63% de los encuestados afirma que su madre casi siempre comprende sus problemas y preocupaciones. Aun así, el grado de confianza con ella no es tan elevado: el 82% reconoce que no le cuenta las cosas de forma espontánea, sino más bien porque ella le pregunta.