Los antioxidantes presumen de aportar numerosos beneficios para la salud. Están presentes en diversas frutas y hortalizas, cuyo consumo está recomendado como base de una alimentación saludable. Acerca de esto, no hay dudas. Otra cosa son los suplementos antioxidantes que toma un porcentaje nada despreciable de la población. ¿Son también saludables? ¿Presentan los mismos beneficios o, por el contrario, entrañan riesgos? ¿Es correcto afirmar que un suplemento antioxidante ayuda a prevenir la mortalidad? En el presente texto se detalla por qué en septiembre y en octubre de 2013, dos prestigiosas entidades sanitarias de cardiología y oncología han advertido de la falta de beneficios claros y de los riesgos (algunos graves) de consumir de forma habitual suplementos de antioxidantes.
Antioxidantes: tras los pasos de la falacia en sandalias de piel
Una falacia es una trampa lógica; un razonamiento que a primera vista parece válido, pero en realidad no lo es. Dicho de manera sencilla, la «afirmación del consecuente» -así se la denomina- consiste en sacar conclusiones falsas o erróneas a partir de dos premisas verdaderas. Por ejemplo:
- A: Las personas de la cuenca del Mediterráneo en 1950 solían llevar sandalias de piel (verdadero).
- B: Dichas personas tenían menos riesgo cardiovascular que las americanas, que no acostumbraban a llevar tales sandalias (verdadero).
- Calzarse sandalias de piel previene, por lo tanto, el infarto (falso).
Suena descabellado, claro, pero no difiere mucho de otros razonamientos similares, como el que concluye que tomar vino previene la mortalidad cardiovascular porque la alimentación de los países de la cuenca del Mediterráneo incluía vino en cantidades moderadas y en dichos países la mortalidad cardiovascular era menor. En el caso de los antioxidantes ocurre algo parecido. Las frutas y las hortalizas tienen antioxidantes, y consumir frutas y hortalizas previene la mortalidad (según la OMS, su baja ingesta ocasiona 1,7 millones de muertes anuales). Todo esto es cierto, así que resulta tentador afirmar que consumir sus antioxidantes dentro de una bonita cápsula prevendrá la mortalidad. Pero, ¿es así? ¿Tomar suplementos antioxidantes resulta saludable o es, en cambio, la consecuencia de una trampa lógica? Antes de esgrimir tales razonamientos (y, sobre todo, de llevarlos a la práctica) debemos estar seguros de que no estamos ante una falacia y recordar que la veracidad de las premisas de un razonamiento no garantiza la verdad de la conclusión.
Verdades contrastadas sobre el consumo de antioxidantes
Algunas falacias, como hemos visto, son más difíciles de detectar que otras. No todos los errores lógicos son obvios. Para evitar las zancadillas al razonamiento, se recurre a la llamada «medicina basada en pruebas» o «medicina basada en la evidencia», que se fundamenta en datos científicos contrastables y juiciosos, con el objetivo de que los tratamientos sanitarios no se basen en suposiciones o creencias falaces. Una de las más importantes (quizá la más importante) entidades de referencia en la medicina basada en la evidencia es la Colaboración Cochrane.
En marzo de 2012, su revista científica The Cochrane database of systematic reviews publicó un estudio titulado «Suplementos de antioxidantes para la prevención de la mortalidad en personas sanas y en pacientes con varias enfermedades». A semejante título, publicado en semejante revista, solo le faltaba el redoble de tambores que precede a un fusilamiento. Porque la conclusión de la investigación (revisión sistemática y metaanálisis), que escrutó toda la literatura científica sobre el tema (mucha), fue que no hay pruebas médicas ni científicas que apoyen el uso de suplementos de antioxidantes para prevenir la mortalidad. No solo eso, sino que los suplementos de vitamina A, de beta-carotenos (antioxidantes, que además son precursores de la vitamina A) y de vitamina E pueden incrementar el riesgo de morir de manera prematura.
Es un dato de una importancia capital porque, según los autores del estudio, alrededor del 10-20 % de la población adulta de América del Norte y Europa (de 80 a 160 millones de personas) estaría consumiendo los suplementos evaluados. Es decir, muchas personas podrían estar muriendo de forma prematura a causa de una laxitud legislativa y una falta de control sanitario de los «suplementos naturales», tal y como detalló este artículo de EROSKI CONSUMER. La revisión Cochrane no se olvida de mencionar, en este sentido, que «los suplementos de antioxidantes no son sometidos a los mismos estudios rigurosos de toxicidad que otros agentes farmacéuticos».
Esta investigación entierra la vieja teoría de «los radicales libres y el envejecimiento», según la cual anular dichos radicales (moléculas inestables, generadas por el metabolismo de nuestras células) aumentaría la longevidad. Podría, de hecho, ocurrir incluso al revés, tal y como apuntaron en 2011 Ristow y Schmeissner. Los autores de la revisión Cochrane postulan una hipótesis para justificar sus observaciones: los suplementos de antioxidantes interfieren con mecanismos defensivos esenciales que nuestro cuerpo pone en marcha cuando tenemos una enfermedad en la que está implicado el estrés oxidativo: apoptosis, fagocitosis y desintoxicación. Afirman que «no comos capaces de concretar qué mecanismos bioquímicos específicos justifican los efectos perjudiciales», pero sí detallan que el aumento de la mortalidad es atribuible, sobre todo, a eventos cardiovasculares y cáncer.
Esto nos lleva a un par de textos recién publicados por dos entidades de referencia en medicina cardiovascular y medicina oncológica (relacionada con el cáncer). En septiembre y octubre de 2013, tanto la American Heart Association como el National Cancer Institute han desaconsejado la utilización de los suplementos de antioxidantes. Ambas organizaciones recomiendan basar la alimentación en alimentos de origen vegetal, sin recurrir a pastillas o cápsulas, por más naturales que sean. El porqué de los beneficios de dicha estrategia suscita interesantísimas discusiones científicas, aunque puede que sea porque se desplaza el consumo de alimentos superfluos, tal y como recoge un artículo, publicado en este mismo canal.
La revisión Cochrane no se olvida de mencionar que, debido a que solo se ha examinado la influencia de los suplementos de antioxidantes, sus hallazgos no deben aplicarse a los efectos potenciales de frutas y verduras. En otras palabras, no discute los beneficios de la dieta basada en alimentos de origen vegetal, sino que cuestiona los riesgos de «envasar» la alquimia de la naturaleza.