Así como hay una edad de los “¿por qué?”, los niños pasan por una fase previa que es la etapa del “no”. Por lo general, se presenta en los menores entre los dos y tres años como una pequeña adolescencia (muy reducida), un periodo de rebeldía infantil y obstinación. Sin embargo, no hay que enfadarse ni preocuparse: es un momento normal en el que los pequeños buscan reforzar su identidad y su autonomía. Este artículo aporta detalles acerca de esta etapa del “no” en los niños y consejos sobre cómo actuar para sobrellevarlo de la mejor forma posible.
Papá y mamá: ¡no, no quiero!
La etapa del «no» en los niños de dos y tres años es una reacción ante el desarrollo de la conciencia del yo
Entre los dos y tres años de edad -aunque en algunos casos puede adelantarse-, los niños atraviesan la llamada etapa del «no». Como su nombre indica, es un periodo en el cual los pequeños responden casi a todo con un «no, no quiero». ¿Cómo hacer para lidiar con ella?
Lo primero que hay que saber es que se trata de una época normal que la mayoría de los niños (no todos) atraviesan. Es un momento en el que los menores afianzan su identidad: la obstinación y terquedad son una reacción ante el desarrollo de la conciencia del yo y de la existencia de los otros. De manera que, «aunque resulte cansino y, en algún caso, desesperante, no hay que perder de vista que es una fase necesaria», describe la ‘Guía para el desarrollo de competencias emocionales, educativas y parentales‘, del Ministerio de Sanidad.
No es extraño, por otra parte, que esta etapa infantil del «no» coincida con el momento en que el niño logra mayor autonomía y capacidad de explorar el mundo, desarrolla el pensamiento simbólico, el menor adquiere el lenguaje y establece una relación ambivalente con sus padres: por un lado, necesita de ellos (no solo a nivel material sino también afectivo y emocional) pero, por otro, precisa sentirse cada vez más independiente.
Cómo actuar cuando los hijos dicen a todo que no
En el libro de referencia ‘Your Child’s Health’ (‘La salud de tu niño‘), una guía pediátrica para padres aún no traducida al español, el especialista Barton Schmitt ofrece una serie de consejos acerca de cómo actuar y cómo tratar a los pequeños en esta etapa del «no».
Los más importantes se reseñan a continuación.
- Evitar enfadarse. Como se ha señalado, supone una etapa normal e incluso necesaria, que en modo alguno representa una falta de respeto ni nada semejante por parte del niño. En todo caso, hay que tratar de tomárselo con calma y hasta con humor, aunque sin hacer sentir al pequeño que no se le toma en serio o que se está burlando de él.
- No castigar. Es una consecuencia de lo anterior: no corresponde aplicar ningún castigo, si el niño responde que no. A lo sumo, se pasa por alto la
negativa o, mejor aún, se demuestra al pequeño la conveniencia de que obedezca.
Cristina García, pedagoga infantil y fundadora del portal Edúkame, pone un ejemplo: «La madre le dice a su hijo que debe ir a buscar su abrigo porque van a salir. El niño se niega. Ella le advierte que sin abrigo no puede salir y que, en tal caso, se marchará ella sola. Si el pequeño mantiene su posición, ella acabará fingiendo que se va y deja al niño solo. Cuando este se asuste, ella volverá a buscarlo y a hacerle ver por qué conviene que haga caso. Y todo esto sin enfadarse, con una actitud serena y firme».
- Ofrecer opciones. A menudo es posible permitir al pequeño que elija y tome una decisión, pero entre opciones seleccionadas antes. «¿Quieres leer este libro o este otro?» o «¿quieres llevarte a la cama el muñeco o el coche?» son preguntas que permiten al menor sentir que tiene más libertad y control, lo cual lo llevará a mostrarse más dispuesto a colaborar y a superar antes la etapa del «no».
- No dar opciones cuando no hay opciones. Esta es una aclaración para el consejo anterior, ya que hay cuestiones que no son negociables. En estos casos, lo que se debe procurar es, en vez de dar órdenes («haz esto»), guiar de una manera positiva («vamos a hacer esto por tal o cual motivo»).
- Informar con antelación. Dar un aviso previo, del tipo «en cinco minutos tendrás que dejar de jugar, porque vamos a comer». Esto contribuye a que las posibles negativas sean menos intensas y a reducir los berrinches y rabietas.
- Evitar demasiadas negativas. La principal fuente de aprendizaje de los niños es el ejemplo de sus mayores. Por eso, sobre todo en esta etapa, conviene tener cuidado con las veces que se responde que no. Si el pequeño pregunta si puede hacer algo, en lugar de responder con un «no», se le puede explicar las consecuencias que esa acción tendría y, de esa forma, disuadirle y que sea el propio menor el que desista.
Como señala el pediatra Carlos González: “Continuamente prohibimos cosas a los niños. ¿Cómo no va a haber una edad del ‘no’, si es la primera palabra que les enseñamos?”.
Las prohibiciones sin una justificación clara refuerzan la obstinación y la rebeldía de los menores. Las explicaciones, en cambio, las debilitan y permiten superarlas.