Una adecuada lactancia precisa de un equilibrio hormonal tan delicado que la glándula mamaria ha sido considerada como el «espejo endocrino» de la gestación y el puerperio. La lactancia materna hace que el útero de la madre se contraiga rápidamente y se reduzcan las hemorragias tras el parto; y se produce en el cuerpo de la mujer una hormona que inhibe el desarrollo folicular y la ovulación, y ayuda a que el útero vuelva a su forma y tamaño original. Dar el pecho ayuda a las madres a recuperar el peso previo al embarazo porque la grasa almacenada en el cuerpo durante la gestación se convierte en energía para producir la leche. Se ahorra tiempo y se evita la tarea de comprar leche maternizada y de preparar biberones. Además, la leche materna está siempre disponible y es gratuita.