España es, detrás de Portugal, el segundo país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en consumo de tranquilizantes. Sin embargo, está demostrado que para los trastornos emocionales es más eficaz el tratamiento psicológico. En este artículo se aportan detalles sobre el número de afectados por trastornos de ansiedad y depresión, por qué el tratamiento cognitivo-conductual es más efectivo y cómo los expertos quieren ponerlo a prueba en España.
El empleo medio de tranquilizantes en España por cada 1.000 habitantes supera en un 214,2% el máximo recomendado. A su vez, sin dejar nuestro país, el uso de antidepresivos ha aumentado un 227% en los últimos 12 años. Estos datos se han hecho públicos en el X Congreso Internacional de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). El uso indiscriminado de estos fármacos puede convertirse en un problema de salud pública. De hecho, los tranquilizantes (como los sedantes, los hipnóticos y los ansiolíticos) acumulan el mayor volumen de problemas de abuso. Los últimos datos disponibles señalan que, solo en el año 2010, los tranquilizantes consumidos con receta médica oficial supusieron 794,37 millones de euros para el Sistema Nacional de Salud. Es decir, que el gasto conjunto (de medicamentos recetados y de venta libre) rondaría los 1.151,26 millones de euros.
Ansiedad y depresión en España
¿Se corresponde tanto tranquilizante con el porcentaje de afectados en España? Según Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la SEAS, en la población general, los trastornos de ansiedad registran una prevalencia del 6,2% en los últimos 12 meses, mientras que para la depresión es del 4,4%. Sin embargo, entre las personas que acuden a su centro de salud de Atención Primaria, la prevalencia de los trastornos de ansiedad en los últimos 12 meses es del 18,5% y para los trastornos depresivos, del 13,4%. Es decir, tres veces más que en la población general.
Algunos problemas psicosociales, como el desempleo o el divorcio, ocasionan emociones negativas intensas
En EE.UU., los datos son tres veces superiores a los de nuestro país. Pero parece ser que, en España, los problemas emocionales no se diagnostican ni se tratan de manera adecuada. «Los pacientes con trastornos de ansiedad o depresivos -en dos de cada tres casos- son atendidos sobre todo por su médico en Atención Primaria. En este nivel no hay psicólogos y algunos estudios han encontrado que el médico de familia solo detecta de forma correcta el 20% de los casos de depresión. Los motivos de la baja detección es que estos trastornos son poco conocidos por los afectados e, incluso, por los propios médicos, que se quejan de falta de formación y de tiempo para la consulta, con una media de cinco minutos por paciente», señala Cano.
Parecería que en el Sistema Nacional de Salud no se gestionan bien los problemas emocionales. El presidente de la SEAS insiste además en la falta de tratamiento: «El 40% de estos pacientes no recibe tratamiento alguno, ni farmacológico, ni psicológico. Y entre quienes sí reciben alguno, en la gran mayoría, no es muy adecuado». Este especialista explica que, pese a que el tratamiento de elección para los trastornos de ansiedad es el psicológico, con técnicas cognitivo-conductuales, sin recurrir a tranquilizantes, solo el 0,9% de los pacientes con trastornos de ansiedad han recibido en el último año tratamiento exclusivamente psicológico, mientras que el 60,1% han sido tratados con psicofármacos de tipo tranquilizante y antidepresivo.
Tratamiento de los trastornos emocionales
Entonces, ¿cuáles son los puntos débiles en la gestión de estos problemas emocionales? Este especialista detalla que los problemas psicológicos se desarrollan y se corrigen si se tienen en cuenta unos pocos factores de tipo cognitivo y conductual. Sin embargo, su abordaje en nuestro sistema de salud suele ser desde un punto de vista biológico.
Algunos problemas psicosociales, como el desempleo o el divorcio, ocasionan emociones negativas intensas, que pueden acabar en trastornos de ansiedad o depresivos. Para prevenirlos y para tratarlos, se debe utilizar la psicoeducación y el entrenamiento en habilidades para manejar las emociones. Sin embargo, a menudo, se usan tranquilizantes, antidepresivos, somníferos o analgésicos para paliar los síntomas emocionales y no se enseña a afrontar los problemas.
Para aliviarlos se recurre «casi en exclusiva», advierte el doctor Cano, al tratamiento farmacológico, a pesar de que no es lo que recomienda la evidencia científica. Y no por razones económicas, puesto que paliar los síntomas con psicofármacos a largo plazo sale más caro que resolverlos de manera eficaz, ni porque solo hay cinco minutos para atender al paciente, ya que se pueden tratar en grupo, para que cada paciente reciba 60 minutos.
A pesar de la tendencia actual, hay alternativas de tratamiento apoyadas con la mejor evidencia científica disponible hasta el momento: las guías de tratamiento NICE para los trastornos de ansiedad y la depresión leve o moderada señalan que existe evidencia suficiente para afirmar que los tratamientos psicológicos de tipo cognitivo-conductual son eficaces y que no se deberían usar los tranquilizantes.
Tratamiento cognitivo-conductual versus farmacológico
El porcentaje de casos curados con tratamiento cognitivo-conductual es superior que con medicamentosAunque el tratamiento farmacológico puede reducir los síntomas, hay millones de personas que llevan muchos años con psicofármacos y, sin embargo, continúan con sus problemas emocionales, incluso se desarrollan otros nuevos. De esta manera, se tiende a la cronicidad y a la comorbilidad de nuevos trastornos. Además, el porcentaje de casos curados con tratamiento cognitivo-conductual es superior al de casos tratados con medicamentos.
Entre los pacientes todavía no curados, «la remisión de síntomas es también superior en los casos tratados con técnicas psicológicas. Al final, el tratamiento psicológico permite a los pacientes dejar de consumir psicofármacos, disminuye la frecuencia de las consultas médicas, el uso de técnicas de diagnóstico y de tratamientos sanitarios por diversas causas relacionadas con los problemas emocionales», especifica este experto. Y no solo eso: lo más importante es que se consigue una mejor recuperación laboral, familiar o social del individuo, lo que supone un ahorro aún mayor en costes sociales y una gran mejora de la productividad y de la calidad de vida.
Proyecto PsicAP: estudio sobre el tratamiento psicológico
En la actualidad, la SEAS trabaja en un proyecto para probar un protocolo de tratamiento psicológico para los trastornos emocionales (ansiedad y estado de ánimo) en Atención Primaria (PsicAP). La hipótesis es que la terapia cognitivo-conductual será más eficaz y eficiente que el tratamiento habitual y que las ganancias se mantendrán durante el seguimiento. Con este ensayo clínico se pretende mostrar a la sociedad y a los responsables del sistema sanitario que en España se es capaz de hacer lo que ya se está haciendo en el Reino Unido: ahorrar recursos tratando los problemas emocionales de acuerdo con la evidencia. En este país han apostado por abordar estos trastornos de otra manera: con una mejor prevención, información y mediante habilidades para tratar, en vez de recetar solo fármacos.
Para ello, según informa el doctor Cano, se pretende contar con una muestra de 1.126 pacientes: 563 tratados con tratamiento psicológico y otros 563 tratados con el método habitual de Atención Primaria, en esencia, farmacológico. Se reclutarán en seis comunidades autónomas y 17 Centros de Salud de Atención Primaria. Antes de empezar el ensayo clínico, el estudio piloto previo ya aportó resultados esperanzadores: «Con la evaluación de más de 500 pacientes, aunque no todos cumplen los requisitos para entrar en el ensayo, el tratamiento cognitivo-conductual ya se ha mostrado más eficaz que el tratamiento convencional de Atención Primaria. Esperamos que un año se pueda completar la recogida de datos y, el año siguiente, hacer el seguimiento y comprobar que los buenos resultados obtenidos son estables».
Para conseguir un cambio tan importante en el sistema sanitario español, se requiere un cambio de mentalidad de toda la sociedad. Como apunta Antonio Cano Vindel, presidente de la SEAS, hoy en día, muchas personas confían en los psicofármacos como la solución para casi todos sus problemas emocionales, sean de ansiedad, depresión o relacionados con el sueño (insomnio), la alimentación, dolores musculares u otros problemas físicos (cardiovasculares, digestivos, dermatológicos) o psicológicos (disfunciones sexuales, somatizaciones, irritabilidad) derivados del estrés psicosocial.
Sin embargo, esa solución, en el mejor de los casos, suele ser temporal. “No podemos anestesiar nuestros problemas emocionales y esperar a que se resuelvan solos, sino que hay que tomar un papel activo en su solución, comenzar por mejorar nuestra información sobre las emociones y los problemas emocionales. Hay que buscar y leer información fiable”, explica el experto.
Si es necesario, se han de adquirir habilidades cognitivas para manejar mejor las emociones (no magnificar los problemas) y de relajación (y de ejercicio físico) o conductuales para afrontar mejor estas dificultades. Con un breve entrenamiento, se aprenden a desarrollar y a usar de forma eficiente. A veces, por el ritmo de vida actual, cada vez hay más cargas y más demandas. Es posible que se pretenda demasiado. En este caso, habría que replantearse qué es importante e imprescindible y aprender a vivir con menos y más tranquilos.