En un estudio reciente, científicos han observado que, en una mujer que ha sido madre, el olor que segrega un bebé activa los mismos circuitos cerebrales que trabajan cuando alguien que está hambriento come o los que se disparan mientras tenemos relaciones sexuales. A continuación se explica por qué el de los bebés es un olor adictivo, las relaciones que existen entre el olfato y la gestación y cómo también sucede en un sentido inverso: los bebés pueden reconocer el olor de sus madres.
El olor de los bebés es adictivo
El olor de un bebé recién nacido sería tan adictivo para las madres como el de ciertas comidas, debido a que activa en el cerebro de la mujer los mismos circuitos que trabajan cuando se satisface un antojo de esa clase e, incluso, cuando se tienen relaciones sexuales. Esa es la sorprendente conclusión a la que han arribado los autores de una investigación publicada en la revista ‘Frontiers in Psycology’.
El olor de los bebés dispara los niveles de dopamina, un neurotransmisor asociado con el sistema de placer y con las adicciones
El equipo a cargo del trabajo, compuesto por científicos de Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia y Suecia, ha observado la actividad cerebral de 30 mujeres expuestas al olor del pijama de bebés recién nacidos. La mitad de esas mujeres habían sido madres en las seis semanas anteriores a la prueba, mientras que la otra mitad no. En las del primer grupo, el aroma disparó los niveles de dopamina, un neurotransmisor asociado con el sistema de placer del cerebro y con las adicciones. En las del segundo grupo, esto no ocurrió con tanta frecuencia.
Las áreas cerebrales activadas en las mujeres que habían sido madres se llaman neoestriales y son las mismas que, en estudios anteriores, habían aparecido como «estrechamente vinculadas a los mecanismos de recompensa ante el aprendizaje». A partir de esos datos, los investigadores suponen que el olor a bebé pone en marcha un «mecanismo de recompensa potencial», que provocaría «respuestas maternas emocionales y motivacionales».
Olfato y embarazo
«Estos circuitos son activados especialmente cuando la persona tiene mucha hambre y come», explica Johannes Frasnelli, uno de los directores de la investigación. También destaca que son esos circuitos los causantes del deseo de ciertas comidas y de la adicción al tabaco y otras drogas. El trabajo añade, de todos modos, que son necesarios nuevos estudios en el futuro que midan las diversas reacciones ante distintos olores y que evalúen la reacción de los hombres en las mismas circunstancias, y no sólo de las mujeres.
Esta investigación no es la primera que relaciona la gestación y los olores. Uno de los principales síntomas del embarazo es que el olfato se dispara: dos de cada tres mujeres experimenta alteraciones en ese sentido, según una investigación realizada en la Universidad de Umeå, en Suecia.
Según los expertos, esto se debe a los cambios hormonales que la mujer experimenta, sobre todo, el aumento en los niveles de progesterona y estrógenos. Estas variaciones afectan al olfato y conformarían una especie de sistema natural de autoprotección contra sustancias tóxicas y peligrosas.
Los bebés y el olor de sus madres
Los olores también son fundamentales en el sentido inverso, es decir, en el olfato del recién nacido para reconocer a su madre. Al menos así lo comprobaron científicos en pruebas con ratones, lo que les llevó a sugerir que eso ocurre con todos los mamíferos.
En el trabajo, realizado por expertos de universidades de Estados Unidos y Gran Bretaña, los roedores recién nacidos fueron expuestos a pechos con cuatro olores distintos que conocen al poco de nacer: líquido amniótico, saliva de la madre, leche materna y orina.
Sólo el olor a líquido amniótico impulsó el amamantamiento. Mientras que los ratones que tenían problemas para reconocer olores normales tuvieron problemas con la alimentación. De esto se deduce que el olor es aprendido durante la gestación y el nacimiento y que este hecho es fundamental para la alimentación, sobre todo en los primeros días de vida de los bebés.