A partir de los 40, los años no solo empiezan a reflejarse en el organismo, sino también en la piel. A esta edad, en general, surgen los primeros signos de envejecimiento: arrugas, flacidez, manchas y, en algunas personas, verrugas. La queratosis seborreica o senil, como se denominan de manera técnica a las verrugas, es una tumoración benigna sin capacidad para malignizar. Este artículo detalla qué son las verrugas seborreicas, qué características tienen y cómo se tratan. Además, dada la importancia de revisarse la piel de manera rutinaria en busca de manchas de origen dudoso, se aporta la regla nemotécnica que ayuda en su valoración.
¿Más de 40? Los signos de envejecimiento ya están aquí
Flacidez, arrugas, pérdida de turgencia o manchas en la piel son algunas de las señales de la madurez de la piel, de su envejecimiento. Pero no son las únicas. A partir de los 40 años, empiezan a salir verrugas o queratosis seborreicas en la cara, el cuello cabelludo y el tronco, aunque pueden hallarse en cualquier parte de la piel, menos en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.
Estas formaciones (queratosis significa engrosamiento de las capas más superficiales de la piel) son de un color más o menos oscuro (morenas, marrones o negras), con un aspecto un poco grasiento (de ahí el apelativo «seborreica»), que puede ser liso (cuando empiezan a formarse son pequeñas manchas sin relieve) o con forma de una pequeña coliflor.
Estas verrugas no duelen, aunque pueden molestar si se irritan. Son pequeñas tumoraciones benignas y siempre lo serán, ya que no tienen la capacidad de malignizar ni ir a capas más profundas de la piel. Tampoco se contagian. Se desconoce su causa, aunque hay cierta predisposición hereditaria.
Diagnóstico y tratamiento de las verrugas
Por norma general, no es imprescindible quitar las verrugas, a menos que se irriten o la persona sienta que le afean
Las verrugas seborreicas se diagnostican con un simple examen clínico y, en caso de dudas, se realiza una biopsia o dermatoscopia (técnica no invasiva mediante un instrumento óptico). No hay pomada ni crema que las elimine. Por norma general, no es imprescindible quitarlas, a menos que se irriten o la persona sienta que le afean. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología, se pueden eliminar con crioterapia (electrocoagulación), cirugía o láser, entre otras opciones.
«Se suelen electrocoagular», aclara Ramón Grimalt, dermatólogo, profesor de Dermatología en la Universitat de Barcelona y coordinador de dermatología en la Universitat Internacional de Catalunya. Este especialista detalla que, tras la eliminación con anestesia local, queda una quemadura superficial que cura en unos 7 o 10 días. Luego sobreviene una mancha rosada que, en un periodo aproximado de tres meses, se convierte en una mancha más pálida que la piel circundante.
Crioterapia para las verrugas
La crioterapia es una técnica muy segura si la realiza personal médico formado, aunque puede tener algunos efectos secundarios leves
La crioterapia se utiliza para tratar algunas lesiones de la piel, como las verrugas seborreicas. Consiste en congelar el interior de las células con nitrógeno líquido, ya sea mediante un aplicador (hisopo) de algodón previamente empapado o con una sonda que lo contiene. Se lleva a cabo bajo anestesia local. La técnica radica en enfriar la verruga y congelarla hasta conseguir la necrosis (muerte del tejido). Con el nitrógeno líquido, se llegan a alcanzar temperaturas cercanas a los 195ºC negativos, que hace que se formen cristales dentro de las células y que se rompan cuando se recalientan.
Esta técnica es efectiva para la mayoría de las personas aunque, en algunos casos, es preciso repetir el tratamiento. A pesar de ser muy segura si la realiza personal médico formado, puede tener efectos secundarios que suelen ser leves. Entre estos figuran la formación de ampollas o lesiones, dolor, infección y sangrado -que pueden alcanzar el tejido sano circundante-, alteraciones en la cicatrización cuando se ven afectadas áreas más profundas de la piel y cambios en la coloración de la zona tratada. Ante síntomas como dolor, fiebre o pus en el lecho de la herida, es importante consultar con el profesional de salud de referencia.
Los especialistas insisten en la necesidad de revisar la piel de manera rutinaria, la propia y la de la familia, para buscar manchas dudosas. El sistema ABCDE, que corresponde a una regla nemotécnica, ayuda a recordar qué señales pueden asociarse a un posible melanoma:
- Asimetría: cuando la mitad de la mancha es distinta a la otra mitad.
- Bordes: hay que observar si son irregulares.
- Color cambiante de una zona de la mancha a la otra: desde diferentes tonos de color marrón hasta negro, blanco, rojo o azul.
- Diámetro: si es superior a los seis milímetros (tamaño aproximado de la goma de un lápiz).
- Evolución: si ha experimentado algún cambio las últimas semanas o meses.
No obstante, ante cualquier duda, siempre hay que consultar al médico.