Al 77% de los entrevistados en la última encuesta sobre uso y consumo de medicamentos realizada por EROSKI CONSUMER les sobran medicinas una vez terminan el tratamiento prescrito y uno de cada dos las conserva en casa. Pero para hacerlo con seguridad, hay que atender unas pautas de conservación y revisar la fecha de caducidad y, por supuesto, cuando estén en desuso o hayan caducado, seguir unas normas de eliminación. Este artículo explica cómo conservar medicamentos y qué hay que hacer con los que sobran. También se apunta qué suponen los efectos adversos a los fármacos en España.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque muchos países han adoptado políticas nacionales para promover un uso adecuado de los medicamentos, se estima que en todo el mundo todavía más de la mitad de todos los fármacos se prescriben, dispensan o venden de manera indebida y que hasta el 50% de los pacientes no sigue el tratamiento y las recomendaciones prescritas por el profesional de la salud.
En nuestro país, la falta de cumplimiento farmacológico, sobre todo en enfermedades crónicas, es enorme: se estima que el 85% de los pacientes con hipertensión no sigue el tratamiento y que entre el 7% y el 55% lo abandona por completo antes del año, de igual manera que el 20% de quienes han sufrido un infarto, que tambien lo hace solo al mes del alta hospitalaria. Y esto es solo una muestra, porque esta poca adherencia se da en todas las especialidades.
Una encuesta reciente de EROSKI CONSUMER sobre los hábitos de consumo de medicamentos y su uso racional, en 1.050 personas de nueve comunidades autónomas, señala que al 77% de los participantes les sobra medicinas una vez terminan el tratamiento prescrito y que uno de cada dos las guarda en casa. Pero, ¿cuál es la mejor manera de hacerlo?
Cómo conservar los medicamentos
Guardar todos los medicamentos en su propio envase y con su prospecto ayuda a tener datos importantes ante una reacción adversaLos medicamentos en casa deben conservarse en un lugar seco y fresco, y no exponerlos a la luz del sol ni cerca de fuentes de calor, ni en lugares que experimenten cambios de temperatura o de humedad, como sucede en la cocina o el baño. Lo mejor es guardarlos dentro de su envase a temperatura ambiente, a excepción de los que deban conservarse en el frigorífico. Los medicamentos que se alteran por la acción del calor (termolábiles) llevan en el envase marcado el símbolo Q, o un asterisco, y recogen en su prospecto las condiciones de conservación con leyendas como «conservar en el frigorífico dentro de su propia caja» o «no congelar». Los hay que deben conservarse entre los 2 ºC y los 8 ºC, pero nunca en el congelador, y otros que requieren una temperatura ambiental por debajo de los 25 ºC.
Entre los que hay que almacenar en la nevera están las vacunas, las insulinas, algunas gotas oculares y antibióticos, el glucagón (agente hiperglucemiante) y algunas suspensiones una vez preparadas. De algunos, como la insulina, solo es necesario conservar los viales nuevos en la nevera; el que se está utilizando puede estar a temperatura ambiente, si no hay peligro de que sufra cambios térmicos. Hay que tener en cuenta que no se deben colocar en las puertas del frigorífico, ya que al abrirlas se producen variaciones de temperatura.
Así, como norma general, se aconseja guardar todos los medicamentos, incluso los de uso más común, en su propio envase y con su prospecto, por si existen dudas sobre las indicaciones, la posología o norma de conservación. No hay que mezclarlos en un mismo envase y de manera rutinaria se deben revisar las fechas de caducidad. Además, es de gran ayuda tener a mano estos datos ante una reacción adversa al medicamento o una intoxicación. Y, por supuesto, guardarlos siempre fuera del alcance de los niños.
Qué hacer con los medicamentos sobrantes
Las cajas de cartón y los envases de medicamentos, aunque estén vacíos, nunca hay que depositarlos en el contenedor azul, amarillo, ni verdeHasta hace unos años, de entre todos los fármacos que los usuarios llevaban a las farmacias, Farmamundi los seleccionaba, recuperaba los que estaban en buenas condiciones y los enviaba a los países con menos recursos que los demandaban. El resto se destruían para no dañar el medio ambiente. Sin embargo, cada vez se recogían más medicinas en malas condiciones. La OMS denunció, en diversas ocasiones, que a algunos países en desarrollo sumidos en situaciones de crisis llegaban muchos medicamentos no utilizables que provocaban problemas por almacenamiento, uso irracional y eliminación incorrecta. Además, de poco servían en naciones donde eran más necesarios antimaláricos, antituberculosos o vitaminas, entre otros.
Desde el 2000, no se autorizan las exportaciones de medicamentos usados. Por este motivo, ahora, cuando los fármacos en desuso se llevan a la farmacia, se depositan en los contenedores del Sistema Integral de Gestión del Medicamento (SIGRE).
En este punto de recogida deben llevarse todos los restos de medicamentos, sean caducados o no utilizados, los envases que hayan estado en contacto con medicinas (frascos, blísteres, tubos, aerosoles, ampollas, etc.) y las cajas de cartón y envases de medicamentos de todo tipo, que tengan algún resto o estén vacíos (y nunca en el contenedor azul del papel, ni al amarillo de los envases, ni al contenedor verde de vidrio). Por otro lado, no todo vale. Desde SIGRE informan de que no hay que depositar agujas, gasas, termómetros, radiografías, productos químicos ni pilas.
SIGRE Medicamento y Medio Ambiente es una entidad sin ánimo de lucro que garantiza una correcta gestión medioambiental de medicamentos de origen doméstico y de sus envases, constituida por el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos de España, Farmaindustria y la Federación de distribuidores farmacéuticos (FEDIFAR).
Los avances en farmacogenética -que estudia la respuesta de los medicamentos relacionados con los factores genéticos de los individuos- aportan un mejor conocimiento, seguridad y eficacia, tanto en la prescripción como en la distribución de fármacos, lo que se traduce en una mejor atención al usuario y una mejor calidad de vida.
Según estimaciones de la Sociedad Española de Farmacogenética y Farmacogenómica (SEFF), la falta de seguridad asociada a los fármacos en los pacientes hospitalarios se estimó, en 2011, en 819 millones de euros, mientras que en pacientes ambulatorios que acuden al hospital, unos 912 millones de euros. En ese mismo año, las reacciones adversas debidas a fármacos afectaron a unas 240.000 personas en España, apuntan desde la SEFF, y se considera que, en todo el mundo, entre un 10% y un 20% de los pacientes hospitalizados y un 7% de la población general sufren reacciones adversas a los fármacos.
Sin embargo, los especialistas son de la opinión que la aplicación de la farmacogenética -que se encarga de estudiar las bases moleculares y genéticas de las enfermedades para desarrollar nuevas vías de tratamiento- ayudaría a ahorrar entre el 25% y el 60% de los efectos adversos asociados a fármacos.