Mucho se habla sobre el impacto de la “banca en la sombra” en la economía global y sus peligros para el sistema financiero en los próximos años. Incluso se insinúa que pueda ser el detonante de una nueva crisis financiera. De ahí que la presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Elvira Rodríquez, la haya tildado de “amenaza potencial” para la estabilidad financiera a largo plazo. Pero, ¿qué significa este término? ¿Pueden los usuarios bancarios acceder a los servicios que proporcionan estas entidades? La “banca en la sombra” (shadow banking) es un conjunto de entidades financieras que realizan operaciones al margen de los órganos reguladores de cada país. Conceden créditos y brindan productos con alta rentabilidad, pero conviene conocerlos a fondo o se pueden tener importantes pérdidas. A continuación se detallan sus particularidades.
¿Qué ofrece la banca en la sombra?
La práctica mercantil de la llamada «banca en la sombra» empezó en el mundo anglosajón, pero ya ha llegado a centrar sus actividades en terreno nacional. Proceden de fondos del mercado de capitales, e incluso de vehículos de inversión estructurados, y no tienen vinculación con los bancos tradicionales.
Los usuarios no encontrarán sus sucursales por las calles de las principales urbes españolas, como quien desea buscar los servicios de BBVA, Bankia, Caja Laboral o cualquier otra entidad regulada. Al no estar supervisados, no presentan estos servicios de cara el público, sino que desarrollan sus actividades financieras desde sus oficinas y siempre bajo alternativas al ahorro o la inversión a través de diseños mucho más complicados.
Estas entidades dan crédito aunque sin estar reguladas por la estricta normativa que afecta a todos los bancos y entidades financieras
No cuentan con los tradicionales productos bancarios como depósitos a plazo, cuentas corrientes, ni emiten tarjetas de crédito. Su línea de negocio va más allá de los planteamientos comerciales al uso de los bancos. Por un lado, se encargan de dar créditos, tras el cierre del «grifo» de las entidades como consecuencia de la crisis. Además, tienen productos de inversión de mayor sofisticación financiera: fondos de alto riesgo, productos financieros basados en el mercado monetario y operaciones estructuradas son algunas de las propuestas que realizan estas entidades financieras no reguladas.
Es difícil que los pequeños y medianos ahorradores tengan acceso a los productos y servicios que presta la «banca en la sombra», ya que se dirigen a emprendedores, pequeños y medianos empresarios, inversores y clientes con alto poder adquisitivo. Algunos de estos, ante la negativa de la banca tradicional de dar préstamos, han recurrido a esta otra, pues son entidades que dan crédito aunque sin estar reguladas por la estricta normativa que afecta a todos los bancos y entidades financieras. Este hecho permite que sus demandantes puedan acceder al crédito rápido de forma más resolutiva, y sin tantos requisitos como en la banca tradicional. Pero no es tan fácil como parece a simple vista, ya que sus condiciones de contratación son mucho más severas con respecto a intereses, plazos de amortización, penalizaciones, etc.
Alternativas al ahorro
La «banca en la sombra» no se limita a la concesión de préstamos, sino que también se encarga de buscar otras alternativas a los depósitos a plazo, para que los clientes puedan mejorar sus cuentas personales todos los años. La reducción de rentabilidad en todos los productos procedentes de renta fija ha incidido en que no pocos particulares hayan tomado diversos caminos para subsanar este problema que les afecta en su bolsillo.
La rentabilidad de los productos de la «banca en la sombra» es mayor, aunque también tiene más riesgos
A través de estos peculiares canales para la inversión, sus márgenes de rentabilidad pueden mejorar sensiblemente, aunque sea a costa de productos más sofisticados y, en cualquier caso, con mayor riesgo que los tradicionales. Van desde los fondos de alto rendimiento, a los estructurados, sin que falten los apalancados (obtienen unos beneficios muy superiores a lo ordinario si todo sale como esperan, pero con una mayor incapacidad para atender los pagos).
Solo pueden involucrarse en estas inversiones tan atípicas quienes tengan conocimientos exhaustivos de estos mercados y controlen sus movimientos. Las ganancias pueden ser excepcionales, pero las pérdidas también, incluso agotando las aportaciones monetarias.
En España hay una serie de entidades que, sin ser “banca en la sombra”, tienen muy preocupado al sector regulado por la competencia que generan. Son entidades financieras filiales de bancos europeos que brindan un servicio muy competitivo: no cobran comisiones y ofrecen productos muy agresivos, con mejores condiciones de contratación que la banca española.