La llamada Operación Telemensaje ha dejado al descubierto una trama de estafadores con SMS Premium utilizando la excusa de WhatsApp, que habría facturado de forma ilegal millones de euros y, en algunos casos, robado al usuario en cuestión hasta 2.000 euros. Con fortuna, las reiteradas denuncias a lo largo de meses por parte de los timados indujeron a las fuerzas de seguridad a actuar y llevar a cabo 11 detenciones en Alicante. Pero, ¿son los únicos responsables? Este artículo muestra la indefensión de los clientes ante los fraudes por SMS Premium y explica cómo hay que actuar.
No existe un código de conducta
Los números que utilizaban los cabecillas de la Operación Telemensaje, dos hermanos con comportamientos claramente mafiosos, les fueron otorgados por diversas operadoras de telefonía móvil. Ellas también han ganado un dinero con las estafas, puesto que en todo uso de un número SMS Premium el operador comparte ganancias con la empresa que lo explota. Sin embargo, ninguna ley les achaca responsabilidades y ya ni existe un código de conducta que obligue a las compañías que envían SMS Premium a comportarse con honestidad.
El recurso contra el código de conducta lo presentó la Asociación de Empresas de Servicios a Móviles
Hubo un código de conducta desde 2009 hasta febrero de 2015, cuando una sentencia pronunciada por el Tribunal Supremo lo declaró nulo. Según la misma, si bien el código no era incorrecto en sus intenciones de regular la adjudicación de números Premium y el comportamiento honesto (la infracción no tiene responsabilidades, a no ser que se trate de una estafa manifiesta) de las empresas adjudicatarias, no estaba propuesto por el organismo adecuado. Es decir, se tumbó todo el código por un tecnicismo. De este modo, hasta que se presente un nuevo código, las empresas que explotan los servicios SMS Premium pueden actuar con total impunidad sin que ninguna ley las obligue a ser honestas.
El recurso contra el código de conducta lo interpuso la Asociación de Empresas de Servicios a Móviles (AESAM), una asociación que en principio agrupa a las compañías que explotan este tipo de números. Esta no tiene una página web donde presentarse, aunque sí un domicilio social y un número 902 para recibir llamadas. Al parecer, existió la página web con el dominio .org hasta 2006.
Responsabilidad de las operadoras
Hay también una responsabilidad de fondo de los operadores de telefonía móvil, sobre a qué tipo de empresas asignan determinados números
Pero más allá del código de conducta mínimo exigible, y que ahora está anulado sin que existan nuevas propuestas, hay también una responsabilidad de fondo de los operadores de telecomunicaciones, en especial en la telefonía móvil, sobre a qué tipo de empresas asignan determinados números, ya que también hay unos usos legales de los SMS Premium.
De hecho, tuvieron su auge en una época en que se empleaban como método de interacción y respuesta con algunos programas de televisión y resultaron muy lucrativos.El negocio estaba en que cuando un usuario mandaba un SMS al programa con su opinión o para participar en algún concurso o sorteo, no sabía que empleaba una modalidad Premium que le costaba más de un euro por SMS.
Con posterioridad, ante las quejas, la legislación obligó a informar al programa en pantalla del coste de mensaje. Además, acabó por exigir en 2011 a las operadoras que no permitieran el envío de un mensaje por parte del usuario sin su alta explícita en el servicio Premium, de modo que fuera plenamente consciente de lo que hacía. Pero ahí acabó la responsabilidad de la operadora. Estas normativas y el auge de las redes sociales han propiciado la baja del consumo de servicios Premium en los SMS para la televisión y, por lo tanto, el final de un negocio muy lucrativo que se reparten explotadoras y operadoras.
El problema es que siguen siendo las operadoras quienes siguen facilitando números y compartiendo beneficios con las compañías, sean o no honestas
De esta suerte, esta modalidad de mensajería ha entrado en una cierta marginalidad y hoy es más conocida por las bandas mafiosas que contratan estos números para realizar todo tipo de fraudes y estafas, a base de hacer que el cliente dialogue con ellos vía SMS sin ser consciente de que está usando un servicio Premium.
Una de las cuestiones que las estafas de los SMS Premium o de alta tarificación ha puesto sobre la mesa es el papel que juegan de las operadoras de telecomunicaciones, que suelen hacer la vista gorda, ya que se llevan una parte de los beneficios generados por estos mensajes como operadores del servicio.
1. No hay que andarse con rodeos. Llamaremos al operador para que bloquee todos los servicios de mensajería Premium que tengamos, incluyendo los de suscripción. En el caso de que algún día se necesite usarlos, podremos activarlos de nuevo.
2. Si nos llegan mensajes publicitarios desde un número que empieza por una cifra poco común, seleccionaremos uno de ellos y responderemos al remitente con un SMS en el que tan solo ponga la palabra BAJA. Este mensaje es gratuito y anula la suscripción.
3. Reclamaremos a nuestro operador las cantidades facturadas por conceptos Premium. Aunque dejemos esa parte de la factura sin pagar, el operador no podrá cortarnos la línea si abonamos el resto. Este punto se contemplaba en el código de conducta y no está claro si en la actualidad tiene validez.
4. En todo caso, si nuestro operador no nos hace caso, debemos dirigirnos a la oficina de consumo de la localidad. Argumentaremos que no nos consta haber contratado el servicio Premium y que nuestro operador no nos informó de manera correcta.
5. Si nos consideramos objeto de una estafa, hay que presentar la preceptiva denuncia en la comisaría más cercana.