El bebé duerme todo plácido y de repente, sin motivo aparente, comienza a llorar de forma desconsolada, aunque permanece dormido. Este trastorno del sueño en el niño afecta al descanso tanto de los padres como del pequeño, pero no debe ser motivo de gran preocupación, puesto que suele ser espontáneo y desaparece a medida que el menor madura y crece. En este artículo se explica el alcance de los trastornos del sueño en los bebés y las causas por las que llora sin despertarse. Asimismo, se detallan los consejos de los especialistas a los padres para actuar cuando se produzcan estos despertares nocturnos y las recomendaciones para evitar que se repitan con demasiada frecuencia.
Trastornos del sueño en el bebé
El sueño del bebé es una de las cuestiones que más preocupan a los padres y uno de los motivos más frecuentes de consulta pediátrica. Y es que, el descanso o no del niño, además de provocar numerosas alteraciones en el ánimo y comportamiento del pequeño, afecta de forma irremediable al bienestar de sus progenitores. Se calcula que en el primer año de vida del menor «los padres suelen perder entre 400 y 750 horas de sueño». Así lo recoge la ‘Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia’, editada por el Ministerio de Sanidad.
Un 53,3% de los bebés entre 6 y 11 meses y un 46,6% de los niños entre uno y seis años se despiertan al menos tres noches a la semana
En algunos casos, este trastorno del sueño está relacionado con la dificultad para quedarse dormido, pero, en otras ocasiones, el problema se presenta una vez que el pequeño ya ha conciliado el sueño. Según una encuesta realizada por el equipo del pediatra Gonzalo Pin, director de la Unidad Valenciana del Sueño Infantil (UVSI), un 53,3% de los bebés entre 6 y 11 meses y un 46,6% de los niños entre uno y seis años se despiertan al menos tres noches a la semana.
El llanto dormido
Los despertares nocturnos pueden ser leves, un simple sollozo o gemido que se produce mientras que el bebé aparentemente continúa dormido, son fases normales del sueño que forman parte del proceso de maduración del niño. Pero en otros casos, el llanto es más persistente y angustiado y provoca mayor alteración en el pequeño. Es lo que se denomina terrores nocturnos o despertar confusional, también conocido como «borrachera del sueño«.
En ambos casos se repite el patrón. Cuando los padres corren a atender a su hijo, comprueban que, a pesar de estar llorando o alterado, el pequeño continúa dormido. La explicación es que este trastorno se presenta durante la fase del sueño no-REM del bebé, es decir, cuando su sueño es más profundo. Esto provoca que el niño sea incapaz de despertarse por completo y adquirir conciencia plena de lo que ocurre.
El pequeño puede mostrarse agitado, confuso o asustado y es incapaz de responder a los estímulos externos. En el caso de los terrores nocturnos, el episodio es de corta duración, apenas unos minutos tras los que el bebé vuelve a quedar dormido. Sin embargo, el despertar confusional «lo más frecuente es que dure entre cinco y quince minutos» y, al intentar consolarlo, «empeoran los síntomas y se prolonga el episodio», señalan los expertos del grupo de trabajo de la guía sobre trastornos del sueño.
Consejos para los padres
Los especialistas coinciden en que los terrores nocturnos y los despertares confusionales que provocan que el pequeño llore dormido durante la noche son trastornos benignos que no requieren ningún tipo de tratamiento, ya que tienden a desaparecer con el tiempo. El principal consejo es que durante estos episodios nocturnos no intenten despertar al niño; es mejor permanecer en silencio a su lado y esperar a que se calme.
El principal consejo es no despertar al pequeño durante estos episodios
Aunque estos despertares se producen de forma espontánea, en algunos casos pueden estar provocados por algunos estímulos externos como ruidos o un cambio forzado de postura en la cama. Por eso, es recomendable evitar estas alteraciones en la medida de lo posible.
Asimismo, es importante mantener hábitos adecuados en todo lo que respecta al descanso del pequeño. Un horario regular a la hora de acostarse, enseñar al niño a dormirse solo y crear un ritual alrededor de la acción de ir a dormir son algunas de las pautas que deben tener en cuenta los padres. En este sentido, Gonzalo Pin, aconseja también favorecer las pequeñas siestas diurnas «que disminuyan la profundidad del sueño nocturno».