Algunos padres no pueden evitar sentirse desplazados en la consideración de la mujer cuando el primer bebé llega y necesita todas las atenciones. Como la madre es, por lo general, la principal figura de apego, el padre tiene que tratar de encontrar su sitio en la nueva situación. A continuación se explican detalles sobre esta sensación de desplazamiento que algunos padres experimentan, su relación con los celos y la depresión postparto masculina, la importancia de que el hombre halle su lugar y las distintas alternativas con las que cuenta para implicarse en la crianza.
Sentirse desplazado al convertirse en padre
Cuando nace el bebé y la pareja se convierte en una familia de tres, a menudo el padre se siente un poco desplazado. Y esto es casi natural, porque el pequeño puede crear lazos de apego intenso solo con una persona, que suele ser la madre, sobre todo si practica la lactancia materna. De hecho, cuanto mejor sea la relación con ella, mejor será luego la relación con las figuras de apego secundarias, como el padre, sus hermanos o sus abuelos.
Después del parto, «las madres prestan casi toda su atención al cuidado de su bebé y algunos padres se sienten desplazados, en situación de desventaja, y les cuesta entender qué y por qué está pasando», explica el pediatra Juan José Lasarte Velillas en un artículo sobre el papel del padre durante la lactancia, publicado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).
También la asociación Alba Lactancia Materna alude a esta cuestión: «Al principio los padres nos sentimos desplazados por no poder darle de comer y ver que nuestro hijo solo quiere estar con su madre». Pero el texto añade que «esto es lo normal y también sucede en todo el reino animal», ya que, al menos en el mundo de los mamíferos, las crías siempre permanecen pegadas a su madre, que es quien las alimenta y con quien hicieron su impronta al nacer, siempre que se hayan dado las condiciones normales.
Padres, celos y depresión posparto
La reacción ante este desplazamiento muchas veces toma forma de celos. «No sé si los celos paternos son tan frecuentes, pero de haberlos, haylos», afirma el pediatra Carlos González en su libro ‘Bésame mucho. Cómo criar a tus hijos con amor‘ (Ed. Temas de Hoy, 2006). Estos celos, según el especialista, pueden dirigirse en dos sentidos: al mismo tiempo le gustaría ser, de manera irracional e inconsciente, la madre y el bebé. «Como si intentara abrise paso a codazos entre madre e hijo», ejemplifica González.
Estos celos y la sensación de desplazamiento se pueden relacionar también con la depresión posparto, que afecta a uno de cada diez padres. Los factores que la generan son variados: desde alteraciones hormonales (descenso en los niveles de testosterona y aumento en los de estrógenos) hasta la presión ante las nuevas responsabilidades, las posibles inseguridades económicas, la alteración de las rutinas y el poco descanso. Las primeras semanas tras el nacimiento del niño son difíciles y no son infrecuentes incluso las rupturas de pareja.
Encontrar el sitio apropiado
Sin embargo, las reacciones ante esta sensación no siempre se sienten como algo negativo. Nabil Canyelles, papá bloguero de Hijitis Aguditis, opina que «algo de desplazamiento se percibe, incluso de manera inconsciente, pero, si bien el padre está un poco a expensas de lo que necesite la nueva relación entre tres, no es un desplazamiento malo». Canyelles dice que no tuvo, al convertirse en padre, sentimientos ni de celos ni de soledad. «Ha sido un desplazamiento natural, innato -asegura-, que me hizo estar ahí para lo que se necesitase, para poder colaborar en esta nueva relación de tres».
Los especialistas señalan precisamente la importancia de que el padre sepa ocupar el sitio apropiado durante ese periodo. La figura del padre es secundaria para el bebé en ese momento, pero de gran valor para la madre. «Hay muchas cosas que el padre puede hacer para contribuir al bienestar de su familia«, señala Juan José Lasarte Velillas.
Los padres y las formas de implicarse en la crianza
«Lo importante es mantener el diálogo con la pareja, saber cómo se siente el otro, escuchar y poner de manifiesto sus sentimientos, sus miedos y también sus deseos y sus alegrías», explica el documento de la AEPap. Con el tiempo, la mujer se acostumbrará a las nuevas rutinas y, poco a poco, «podrá empezar a interesarse de nuevo por su papel en la pareja, por disfrutar de ella, sin renunciar a su maternidad».
Además, como explica la asociación Alba, para sentirse partícipe como padre no es necesario compartir la alimentación del bebé durante las primeras semanas. Lo único que solo la madre puede hacer es amamantar a la criatura, pero el hombre puede desarrollar múltiples actividades: mecer, abrazar, consolar, bañar, pasear, jugar, cambiar el pañal y un largo etcétera.
Y también Carlos González, en su citado libro, señala que, para los padres que quieren implicarse en el cuidado de sus hijos, oportunidades no faltan: «Hay que bañar, vestir, cambiar y pasear al bebé; hay que comprar, cocinar, fregar, lavar y planchar».
En ocasiones, sentirse desplazado puede depender de otros factores, como la poca participación del padre durante el parto. A veces, “por desgracia, debido a las ‘normas’ de algunos hospitales, el padre pasa a ser un invitado de piedra en el nacimiento, e imagino que por eso pueden llegar a aparecer celos”, dice David Lay, autor del blog Y papá también.
Su experiencia fue muy diferente. Debido a un problema médico, sus hijos nacieron por cesárea y con anestesia general, por lo cual el primero en cogerlos en brazos y tener contacto directo con ellos fue él. “Eso me ayudo muchísimo a crear un vínculo aún mayor del que se suele crear en el momento del parto -cuenta Lay-. Salir con él del quirófano y sintiéndolo en mi piel me transmitió una sensación que hizo que los celos que en ocasiones pueden llegar a aparecer no hicieran acto de presencia”.