Se habla muy poco de la agitación del amamantamiento y su nombre no permite saber a qué se refiere. Sin embargo, muchas madres lo sufren. Es el rechazo irracional a seguir dando el pecho al bebé, que aparece sobre todo cuando la lactancia coincide con otro embarazo o se practica en tándem. A continuación se explican detalles de esta situación, sus causas, algunos testimonios de mujeres que la han padecido y consejos para afrontarla. También se hace una mención especial para destacar el respeto que las madres deben tener por su propio cuerpo.
El rechazo a continuar con la lactancia materna
El nombre resulta un poco extraño. La expresión «agitación del amamantamiento» no describe lo que ocurre. ¿Y qué pasa? Pues que en esta circunstancia la madre, durante la lactancia, experimenta un rechazo visceral hacia el hijo al que amamanta. Se trata de una sensación muy desagradable, que aparece sobre todo cuando se da el pecho durante un nuevo embarazo o en tándem, aunque a veces surge también en lactancias individuales prolongadas.
Es un estado que «hace sentir muy violenta a la madre -explica Zule Millás, asesora de la Asociación Sina de apoyo a la lactancia materna-, pues se desata una lucha en su interior»: por un lado, la necesidad de su cuerpo de alejar a su pequeño y que deje de mamar y, por el otro, la carga emocional que supondría, como madre, apartar a ese niño. Es común que esta situación se viva con culpa y trate de esconderse, añade la especialista, porque la mujer por lo general piensa «que nadie la va a entender, que se la va a juzgar y menospreciar».
La agitación del amamantamiento es un tema del que se habla muy poco y del cual no existen estadísticas oficiales, aunque un artículo publicado en 2003 por La Liga de La Leche Internacional -una asociación sin fines de lucro que promueve la lactancia desde hace casi 60 años- señalaba que afecta a más de la tercera parte de las mujeres que amamantan durante la gestación.
¿Por qué se produce la agitación del amamantamiento?
No están claras las causas de la agitación del amamantamiento, aunque se cree que son diversas. «Podrían ser hormonales, o algo irracional que hace que la madre se vea obligada a destetar al hijo mayor», describe Alba Padró, asesora de la asociación Alba Lactancia Materna. En algunas ocasiones, otro factor que influye es la mayor sensibilidad del pezón durante el embarazo. «La succión del hijo mayor suele no ser muy agradable y muchas madres la limitan por no poder aguantar el dolor», define la experta.
Padró compara esta situación con la de otras especies de mamíferos, que cuando tienen una nueva cría «fuerzan» a la anterior a dejar la lactancia para, de esa manera, ayudarla a «hacerse mayor». También Zule Millás, al hablar del tema, recuerda una escena de la naturaleza: la madre leona «lanzando dentelladas a sus cachorros para zafarse de ellos y evitar que se agarren a su pecho, mientras se aleja de su prole».
Algunos testimonios
Marta Gual Ferrer, mamá bloguera de Mapellcor, compartió su experiencia sobre la agitación del amamantamiento en la web. Tras aclarar que «es difícil explicar lo que se siente», lo describe desde lo físico como «una especie de hormigueo muy desagradable» y, desde lo psicológico, como «un rechazo visceral hacia tu hijo: no quieres que mame, es algo totalmente irracional e incontrolable, que además en los casos de tándem solo suele sentirse con el hijo mayor». Reconoce luego que vivió meses muy duros, que se descubrió huyendo de su hija, tratando de despistarla, a veces incluso hablándole mal, y todo por no darle el pecho. «Ha llegado un momento en el que me planteo que quizás la naturaleza es sabia y me está diciendo que es hora de destetar«, aceptó Gual Ferrer después.
Alicia Rodríguez, otra asesora de lactancia de Sina, pasó por esta situación cuando su hijo tenía dos años y medio. Cuenta en un artículo que cuando fue a buscar información sobre el tema, se topó con un «muro de silencio»: apenas testimonios de otras mujeres que habían sufrido la agitación del amamantamiento y solo habían recibido críticas y ninguna solución.
Consejos para afrontar la agitación del amamantamiento
La solución de Alicia Rodríguez consistió en mantener una sola toma diaria. Destaca que la madre y el bebé conforman una díada y ambos deben estar contentos con la lactancia: «¿De qué nos sirve tener una lactancia que se prolongue en el tiempo, si cada vez que nuestro cachorro se acerca a nosotras en busca de alimento deseamos salir corriendo?».
Zule Millás, por su parte, recomienda acudir a un grupo de apoyo para compartir la vivencia con otras madres que hayan pasado por esta misma situación. Hablar con ellas permite ver esta «agitación» de un modo más sereno y como algo normal. Además, las experiencias y herramientas de quienes ya lo han vivido pueden ser de gran ayuda para quienes la sufren por primera vez.
Una medida posible es reducir el número de tomas, como hizo Alicia Rodríguez, o bien hacer que cada toma sea más corta. Pero lo fundamental es hallar una salida respetuosa y conveniente para ambas partes. Si la decisión de la madre es dejar de amamantar, hay que dar tiempo para que lo haga. Alba Padró señala que muchas madres se sienten «un monstruo con patas» por sentir rechazo hacia amamantar a su hijo, pero que entenderlo, aceptarlo y expresarlo «es liberador».
Zule Millás, asesora de la Asociación Sina de apoyo a la lactancia materna, es enfática cuando habla del respeto que la madre debe sentir por su propio cuerpo. “No enseñamos nada positivo a nuestros hijos haciendo las cosas en contra de lo que nuestro cuerpo comunica. Con nuestro ejemplo, ellos también van a aprender a defender el respeto por su cuerpo, a no aguantar que hagan con su cuerpo lo que no les apetece”, afirma.
Esta experta destaca la importancia de escuchar lo que el cuerpo transmite con sus señales: “Tal vez la agitación del amamantamiento no sea más que su forma de transmitir que la lactancia terminó, que ya ha cubierto esa etapa”.