Las mantas para lactancia, conocidas también como cobertor de lactancia o cubre lactancia, tiene tanto partidiarios como detractores. Mientras hay quienes las ven como una ventaja para madres tímidas, que gracias a ellas se sienten menos inhibidas para amamantar en público, otras personas destacan los perjuicios que genera sobre el bebé y el riesgo de que se pretenda convertir su uso en obligatorio. Este texto reseña los argumentos a favor y en contra de su empleo y repara en la doble moral existente en torno al cuerpo de la mujer, a través de la visión de una experta en lactancia y mamás blogueras.
Cubre lactancia: mantas o cobertores para amamantar
Desde hace algún tiempo, el uso de un nuevo adminículo se ha extendido entre algunas madres lactantes. Se trata de la manta para lactancia -llamada también cobertor de lactancia o cubre lactancia-, una pieza de tela similar a los delantales de cocina que evita que el pecho quede expuesto a las miradas de los demás. De esta manera, la madre lactante obtiene intimidad para el momento de amamantar a su bebé en público.
Hasta en YouTube es posible encontrar muchos vídeos que describen estos artículos y explican las variantes en sus formas de empleo. Si bien la mayoría están auspiciados por las firmas que los comercializan, en el siguiente se pueden observar imágenes de varios modelos:
En realidad, bastaría con cualquier trozo de tela, de un tamaño suficiente y colocada del modo apropiado, para las madres que por pudor deseen cubrirse durante la lactancia. Algunos modelos de portabebés, como los fulares y los llamados pouches, permiten transportar al niño de un modo cómodo y eficaz y también proporcionan discreción en el momento de amamantar.
Beneficios y argumentos contrarios a las mantas para lactancia
La utilización de estos cobertores ha provocado un debate. Por un lado, hay quienes ven en estas mantas un beneficio para las mujeres que quieren dar el pecho a sus hijos en cualquier parte, pero son muy tímidas y les da corte exponer su seno en público. Según esta postura, los cobertores vendrían a solucionar este inconveniente, pues gracias a ellos no quedaría a la vista ninguna parte del cuerpo que la mujer no deseara exhibir.
Pero, por otro lado, hay quien eleva su voz para protestar contra este invento. Sus principales argumentos tienen que ver con la incomodidad del bebé (la oscuridad, el calor, la falta de aire que sufre al quedar oculto por la manta), la desconexión que se produce entre madre e hijo y, sobre todo, con el retroceso que significa en lo que consideran una reivindicación muy natural: la de que las madres puedan amamantar en público sin que nadie las obligue a cubrirse y no dejen de hacerlo por sentirse incómodas o cohibidas.
El cuerpo de la mujer y la doble moral
El origen de estos cobertores se dio en Estados Unidos, «donde dar el pecho en público en algunos estados aún es un tabú», explica Alba Padró, de la asociación Alba Lactancia Materna. «Como asesora de lactancia -explica esta especialista- su uso no me parece ni bien ni mal. Cada madre debe decidir si es adecuado para ella».
Pero Padró califica como «retrógrado y fuera de lugar» el hecho de que se «invite» a las madres a utilizar una manta de lactancia cuando deseen dar el pecho en público. Y responsabiliza por el surgimiento de esta clase de productos a «la falsa moral en nuestra sociedad que tolera que el cuerpo de la mujer sea usado con fines publicitarios pero no para amamantar».
Esa falsa -o doble- moral fue parodiada por un vídeo -realizado también en Estados Unidos- de bastante difusión en las redes sociales, titulado ‘Cuatro razones por las que las mujeres nunca deberían amamantar en público’. Una de esas razones es, precisamente, que el bebé puede quitarse de encima la manta de lactancia. «No veo que sea tan incómodo comer con una manta sobre tu cabeza. No te da calor, ni estás a oscuras, ni es claustrofóbico», ironiza, mientras se ve a una mujer adulta en un restaurante intentando comer con una manta sobre su cabeza.
Mamás blogueras, a favor y en contra
En el universo de las mamás blogueras, las aguas están divididas. Durante la lactancia materna «me inventé cantidad de estrategias para no ser vista», explica Ana Cruz en el blog Mundo de Mamá. Por eso, encuentra positivo el uso de las mantas para lactancia y enseña distintas clases de cobertores que permiten amamantar «con estilo».
Eloísa López, en su blog Una maternidad diferente, expone una postura diametralmente opuesta y no duda en calificar estos cobertores como «burkas de lactancia». Además de las críticas ya citadas (incomodidad del bebé, desconexión con la madre, etc.), esta bloguera protesta contra el «despliegue de marketing» que busca crear «una necesidad inexistente para las futuras madres» y se pregunta: «¿No atrae ese cacharro más miradas que las que supuestamente pretendía evitar? ¿No tenderá a crear una psicosis en la madre que piensa: ‘si me miran así estando tapada, no puedo imaginarme lo que sería si no llevara mi delantal’?».
Según una Encuesta Nacional sobre Hábitos de Lactancia, hasta un 14% de las madres deja de dar el pecho a su bebé por la incomodidad que les representa hacerlo fuera de casa (para el 5% ese fue el principal motivo, mientras que para el 9% restante fue una razón secundaria). El estudio fue realizado por el Grupo de Trabajo Español de la Iniciativa Mundial de Lactancia Materna.
Otros motivos tienen más peso que este en la decisión de las mujeres de abandonar la lactancia, como el descenso en la producción de leche, la obligación de reincorporarse al trabajo y la convicción de que ya no era necesario continuar, entre otros. Pero ante la pregunta de “¿Cuáles considera que son los tres principales inconvenientes de dar el pecho a su hijo para usted como madre?”, la incomodidad de hacerlo en público fue el segundo más mencionado: lo nombró el 43% de las mujeres consultadas.
Con estas cifras, está claro que, cuando se habla de lactancia materna, esta no es una cuestión menor. El debate en torno al uso de las mantas para cubrirse está planteado. Quedará por ver si su empleo se extiende en el futuro o si no resulta más que una moda pasajera.