En nuestra cultura, dar el pecho a un niño de más de un año de vida se ve como algo extraño. Existe, de hecho, una presión social para que las madres dejen de amamantar. Sin embargo, la leche materna es un alimento completo y nutritivo, por lo que los expertos recomiendan continuar con la lactancia durante todo el tiempo que la mujer y el pequeño quieran. Este artículo brinda detalles sobre la lactancia materna en niños mayores, describe sus beneficios más importantes y explica que los prejuicios y el desconocimiento son las principales causas del rechazo social que genera.
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y los más importantes organismos relacionados con la sanidad son claras: siempre que sea posible, se debe procurar que la lactancia materna sea el alimento exclusivo del bebé durante su primer semestre de vida, y luego seguir dándole el pecho, combinado con otros alimentos, al menos hasta que cumpla un año. No hay una duración máxima: esto dependerá de los deseos del pequeño y de su madre.
La presión social para dejar de amamantar
Sin embargo, amamantar a niños de más de un año de edad es una práctica que genera discusiones. Si bien no existe ninguna evidencia de que dar el pecho después de ese periodo (incluso mucho después) tenga alguna consecuencia negativa, sino más bien todo lo contrario -los efectos son positivos tanto para la madre como para el bebé-, es habitual que muchas personas, incluso médicos y otros profesionales sanitarios, aconsejen dejar de hacerlo.
Esto es algo que no ocurre en otras culturas, pero sí en el mundo occidental. Un estudio, realizado por investigadores británicos y publicado en 2013, consultó a más de 1.300 mujeres que practicaron la lactancia más allá del año de vida del niño. Ellas explicaron que, mientras lo hicieron, debieron afrontar diversas críticas y actitudes negativas, entre las cuales destacaban ciertas percepciones acerca de tal práctica, en particular las de que es algo «gracioso, extraño y sin sentido».
Según la asociación Alba Lactancia Materna, «todas las madres coinciden en que después de los primeros meses, conforme pasa el tiempo y siguen amamantando, la presión externa para que desteten va en aumento«. Esta presión procede, afirma el organismo, tanto de familiares y amigos como de profesionales, quienes «cuestionan sin venir a cuento la decisión de la madre y empiezan a ver algo raro en el hecho de que siga amamantando, sobre todo más allá del año».
Debido a esto, con la intención de aclarar y fijar su posición al respecto, la Asociación Española de Pediatría (AEP) publicó este año un documento sobre esta cuestión. Uno de los primeros elementos que apunta es la conveniencia de dejar de utilizar la expresión «lactancia materna prolongada», ya que el verbo prolongar significa «hacer que algo dure más tiempo de lo regular». Esta expresión, afirma el texto, «puede hacer pensar que la lactancia en niños mayores de un año se considera como algo que está ‘más allá de las recomendaciones’, cuando en realidad es un objetivo en salud materno-infantil».
Beneficios de una lactancia materna de larga duración
La leche materna cuenta con la propiedad de adaptarse a cada momento. En los primeros días tras el parto lo que genera es calostro, una sustancia que todavía no es leche pero que incluye todas las sustancias que el bebé necesita en esa etapa. Después de un año, la leche tiene una mayor cantidad de grasa, lo que la hace -según la AEP- «un alimento completo y nutritivo para un lactante mayor y de mayor calidad que la leche de fórmula o de vaca».
El documento de la AEP enumera otros beneficios de continuar con la lactancia materna después de que el pequeño tenga 12 meses de vida. Entre los más importantes se encuentran:
- Beneficios inmunológicos, que se observan no solo durante la lactancia sino también después del destete. Los niños amamantados durante más tiempo tienen «una menor incidencia de infecciones para su edad que sus coetáneos que no son amamantados».
- Mayor desarrollo intelectual proporcional a la duración de la lactancia y, en particular, de su carácter exclusivo en la alimentación del pequeño. Algunas investigaciones sugieren que, en general, las personas alimentadas con leche materna tienen un mejor rendimiento en sus estudios y que, en su vida adulta, cuentan con mayores probabilidades de tener ingresos económicos más elevados.
- Mejor desarrollo emocional y psicosocial del niño. La mayor duración de la lactancia materna está asociada con menores índices de maltrato infantil, mejor relación con los padres en la adolescencia, mayor percepción de cuidado y mejor salud mental en la vida adulta.
- Los beneficios alcanzan también a la madre, ya que las mujeres que amamantan presentan un riesgo más bajo de padecer diabetes tipo 2, cáncer de mama y de ovario, hipertensión e infarto de miocardio.
El Comité de Lactancia Materna de la AEP elaboró en 2002 una ‘Reseña de la evidencia‘, donde se profundiza en la descripción de estos y otros beneficios de este tipo de alimentación.
No hay ningún riesgo comprobado por continuar con la lactancia materna después del año de vida de los niños. A menudo se ha hablado de que esta práctica podría ser causa de malnutrición y caries infantil. Incluso hubo quien señaló que podría ocasionar complejo de Edipo. Pero nada de esto se ha podido demostrar.
Entonces, ¿por qué en nuestra sociedad se ha perdido la costumbre de seguir amamantando? Solo por motivos culturales. “El mayor problema de la lactancia materna más allá del año de edad es el rechazo social y profesional por prejuicios o desconocimiento de la evidencia científica actual”, explica la AEP. Por eso, los pediatras destacan la importancia de “que cada familia y cada madre tome decisiones informadas”.