Aunque el nivel de intensidad del deseo sexual no es el mismo a lo largo de la vida, en determinadas ocasiones puede mermar y persistir durante un tiempo y, si no se le pone remedio, permanecer para siempre. Esta situación afecta, y mucho, a la calidad de vida de las personas y a su relación de pareja. Pero, ¿cuándo la disminución en el deseo sexual se convierte en un problema? ¿Qué consecuencias tiene en la relación? ¿Tiene solución? En este artículo se dan respuesta a estas y otras cuestiones sobre la falta de deseo sexual.
El cuándo y el cómo en la falta de deseo sexual
A lo largo de la vida, la intensidad del deseo sexual sufre fluctuaciones, lo que se considera dentro de la normalidad. Puede disminuir ante un incremento puntual de la actividad laboral o porque se está muy concentrado en una actividad concreta, como los estudios, que generan mucho estrés. Y, por otro lado, puede verse aumentado cuando se conoce a alguien, en las primeras fases de una relación. Sin embargo, «se habla de problema cuando tiene que ver con un hecho que persiste durante un periodo de tiempo, que hace que baje el nivel de interés sexual por alguien o que no haya respuesta a las señales de deseo de la pareja. En la falta de deseo sexual se distinguen dos formas: primaria, cuando ha existido siempre, y secundaria, cuando la persona solía sentir deseo sexual pero ya no», explica Cristina Corbella, psicóloga y sexóloga, presidenta de la Asociación Sexológica Garaia de Bilbao y miembro de la junta directiva de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
Esta experta insiste en que hay que diferenciarla de la aversión sexual: «No es lo mismo, aunque una falta de deseo que se dilate en el tiempo, junto con sentirse presionado por la pareja o por las propias expectativas, puede llegar a provocar aversión, al ‘tengo ganas de que no…’ llegando a sentir verdadero rechazo, incluso repugnancia por el sexo».
Falta de deseo sexual: hombres y mujeres
Como en todos los problemas de cariz sexual, las estadísticas son una muestra de la realidad, ya que muchas personas lo toman como algo inherente a la edad, estado o situación clínica, y otras, aun dándose cuenta de que tienen una alteración, por pudor no consultan al especialista. No obstante, «los adultos jóvenes, en general, son más pragmáticos que los mayores en este aspecto. A veces, al inicio de una relación, se dan cuenta de que algo no va bien y, entonces, investigan por Internet. Pero otros muchos no se dan cuenta de lo que les sucede y el problema pasa desapercibido, hasta que conocen a alguien», especifica Corbella. «A veces, a la consulta llegan mujeres jóvenes que explican que nunca se han sentido atraídas por nadie, ni hombre ni mujer», añade.
La falta de deseo sexual afecta al 30% de mujeres y de entre el 8% y el 10% de los hombres adultos
No se conoce con exactitud cuántos adultos jóvenes sufren falta de deseo sexual, ya que hay pocos estudios realizados al respecto. Se toman de referencia los datos de población adulta que, según distintas investigaciones, estiman que afecta al 30% de las mujeres y de entre el 8% y el 10% de los hombres adultos. Sin embargo, como aprecia la sexóloga, «los adultos jóvenes que acuden a la consulta son la mitad hombres y la mitad mujeres».
Según los estudios, la cifra de afectados en mujeres se triplica. Pero hay que tener en cuenta que en este porcentaje inciden muchos factores. Según Corbella, a las mujeres les afectan más los factores emocionales asociados a la falta de deseo. Que no haya una intimidad cómoda en la pareja, que es un aspecto muy sutil pero, por desgracia, muy efectivo, puede hacer que el deseo se derrumbe. También puede hacerlo la diferente valoración de la vida sexual entre hombres y mujeres que sigue persistiendo en la sociedad, como las ideas de que vivir la sexualidad es poco femenino, una educación sexual muy restrictiva que puede provocar una autonegación del placer o el desarrollo de actitudes negativas hacia sexo, que se siente como algo desagradable, feo o sucio, entre otras. Además de todo esto, las mujeres, como figura de cuidadora de la relación o de la familia, es el miembro de la pareja que va más a la consulta, porque en realidad le preocupa y es consciente de que puede deteriorar la relación de pareja.
A los hombres les afecta de modo distinto. La falta de deseo sexual les provoca un grave conflicto interno, ya que se relaciona el deseo con la hombría, la masculinidad y otras cualidades que, por tradición, se consideran propias de todo varón. Esto puede generar una crisis personal muy seria que afecte tanto a su ámbito laboral, como sexual o afectivo. No es raro que, en consecuencia, los hombres, se manera consciente o inconsciente, busquen refugio en el trabajo o en los estudios, aumentando las horas de dedicación, o le echen la culpa al estrés.
Cuando uno no se enfrenta a la situación, el problema termina por afectar a dos personas: al que sufre la falta de deseo y no se siente comprendido ni apoyado, y al que se siente rechazado o no querido. Aquí pasa a ser un problema de pareja, «sobre todo, porque no se habla de ello», puntualiza la sexóloga Cristina Corbella, «y porque, poco a poco, se empiezan a evitar situaciones concretas que podrían dar a entender al otro miembro que se le invita a una relación sexual (un simple beso o una caricia), por lo que terminan las muestras de cariño y la relación se vuelve fría y distante. Muchas veces, en la consulta se sexología, hay que empezar por la relación de pareja para arreglar la falta de deseo sexual».
Las causas de la falta de deseo sexual
En la falta de deseo sexual, muchas veces se mezclan las causas físicas y las psicológicas. «Puede empezar por una bajada de testosterona, de estrógenos, por diabetes mellitus o tras un infarto de miocardio. En estas situaciones se puede crear la idea de que no podrán, les asusta, y surgen sensaciones de miedo al fracaso y falta de confianza. La misma persona se autoconvence de que no podrá. En este caso, el factor psicológico es mucho más importante que el físico, aunque sea el punto de partida», pone como ejemplo la especialista.
Algunos fármacos, como los antihipertensivos, y enfermedades, como la diabetes, pueden afectar a la intensidad del deseo sexual
Entre los factores físicos que pueden incidir en la falta de deseo están determinados fármacos (antihipertensivos, psicofármacos, antidiabéticos y algunos diuréticos) y causas clínicas, como la depresión o una situación de estrés fuerte, «en la que el cerebro está alerta total y todo aquello que supone un lujo a nivel psicológico lo anula, como sería en este caso la sexualidad». El origen físico es más fácil de detectar porque puede tener un inicio más brusco.
Además de todos estos factores que pueden incidir en la falta de deseo sexual, hay uno que provoca más estragos que cualquier causa física o psicológica, advierte la especialista: el estilo de vida imperante. «Pero se puede prevenir: hay que cuidar la relación de pareja, reservar un tiempo para la intimidad no sexual, para hacer cosas a propósito con la pareja, sin niños, ni prisas, ni obligaciones. Esta intimidad hará que haya más deseo sexual», insiste. La rutina y el estilo de vida apagan cualquier tipo de deseo. «El aburrimiento, el no esperar la sorpresa, incluso en el momento sexual, la falta de motivación, cuando las únicas caricias o muestras de cariño se hacen en la cama… acaban por matar el deseo y, poco a poco, las relaciones sexuales terminan siendo casi por deber», clarifica Corbella.
Soluciones a la falta de deseo sexual
Entonces, ¿cuándo hay que buscar ayuda? ¿Qué medidas se pueden tomar al respecto? Corbella es clara: «Cuando una persona se da cuenta de que hay algo que cada vez va peor o empieza a haber conflictos con la pareja, es el momento de buscar ayuda. En otros casos, cuando no pueden hablar del tema entre ellos, pero les preocupa, es útil acudir a un especialista que les ayudará a ir revelando lo que les ocurre».
Esta especialista insiste en que siempre se puede dar la vuelta a la falta de deseo, incluso cuando es secundaria a fármacos o a alguna enfermedad, puesto que hay alternativas. Y cuanto antes mejor, para evitar que se vea afectada la relación de pareja. Muchas personas, a medida que se hacen mayores, creen que baja el deseo sexual, como rezan distintos mitos populares, y se resignan a perder esta esfera de su vida; en consecuencia, contamina su vida de pareja, pues bajan las muestras de afecto para que el otro miembro no se vea invitado a un encuentro sexual y se enfría la relación. Y no tiene por qué. Aunque en parte sea cierto, hay en juego muchos otros factores que pueden contribuir a tener una relación de pareja sana.
Corbella insiste en la prevención: hay que cuidar la relación de pareja y prestarle mucha atención. Si aún así hay problemas, lo mejor es consultar con un especialista. Hay que tener en cuenta que, aunque se habla mucho de sexo en todos los medios, existe mucha desinformación. Además, tampoco todo lo que circula por la Red es lo más adecuado: hay muchos mitos y falsas ideas que generan consecuencias muy importantes en hombres y mujeres.