El de déficit de atención con hiperactividad es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a un 6% de los niños en edad escolar en España. Acusados a menudo de vagos, desobedientes y desafiantes, sus actitudes se deben en realidad a una disfunción cerebral, que se puede tratar con medios farmacológicos y psicológicos. Y no es algo exclusivo de la infancia: en el 30% de quienes lo han sufrido de pequeños persiste también en la adultez. Este artículo da detalles sobre este problema, cómo detectarlo en los menores, cuáles son sus causas y algunas pautas sobre su tratamiento.
El TDAH, un trastorno de muchos niños y familias
El 6% de los niños en edad escolar en España -es decir, uno de cada 17- padece algún tipo de trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Este problema altera las funciones ejecutivas principales de una persona, las cuales le permiten, entre otras cosas, prestar atención, recordar cosas, planificar y organizarse para alcanzar objetivos, reflexionar sobre las consecuencias de una acción y cambiar una respuesta por otra más apropiada.
Es el trastorno neuropsicobiológico más frecuente en la infancia y lo sufren sobre todo los varones: por cada niña que recibe este diagnóstico, lo hacen cuatro niños. «Su importancia no solo radica en que causa sufrimiento en los menores afectados, sino que también interfiere en el desarrollo social y educacional y puede conducir a problemas sociales y psicológicos que duran toda la vida», explica el pediatra Pedro Javier Rodríguez Hernández, miembro del grupo de trabajo de TDAH de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP).
Y es que, si bien afecta sobre todo a los niños, este problema también «ocupa un lugar destacado entre los adultos», señala Rodríguez Hernández. Las estadísticas apuntan que lo padecen también el 3% de los adolescentes y que, al menos, el 30% de quienes lo han tenido durante la niñez lo conserva en la etapa adulta.
¿Cómo detectar si un niño tiene TDAH?
Existen distintos tipos de TDAH. La característica principal es el déficit de atención: cuando predomina, se habla de subtipo inatento. La hiperactividad y la impulsividad, aunque no aparecen en todos los casos, también son frecuentes. Cuando son ellas las que más se destacan, se llama TDAH subtipo hiperactivo e impulsivo. Y si los tres tipos de síntomas se manifiestan con una importancia similar, recibe el nombre de subtipo combinado.
Según la SEPEAP, la primera de esas características en hacerse evidente es la hiperactividad, que se identifica a partir de los tres años. Con el paso del tiempo, esa conducta se atenúa, pero en la adolescencia cobra la forma de «una sensación interna de inquietud que provoca el inicio simultáneo de múltiples tareas que se suelen abandonar inacabadas». La impulsividad también aparece a esa edad y luego, con el tiempo, mejora.
Hiperactividad e impulsividad afectan a la convivencia en la escuela y el hogar. Son frecuentes los conflictos, tanto con sus semejantes como con las figuras de autoridad. Si el cuadro de impulsividad evoluciona, en particular cuando ha habido un diagnóstico tardío, puede dar lugar a «cuadros compatibles con trastorno disocial de la personalidad, trastorno por consumo de sustancias e incluso problemas de delincuencia», indica la SEPEAP.
El déficit de atención es el último en aparecer. Se advierte entre los cinco y siete años de edad y origina problemas en la adquisición de conocimientos y, por lo tanto, en el rendimiento académico, lo cual deriva en retraso escolar. Cuando persiste en la adultez, ocasiona dificultades para estructurar el tiempo, organizar proyectos y establecer prioridades.
Causas del TDAH
¿A qué se debe? Los expertos de la SEPEAP sostienen que los factores genéticos se muestran como los más importantes. Numerosos estudios, realizados mediante técnicas de biología molecular con gemelos y otros familiares de personas que sufren el trastorno, indican que la herencia supera el 70%.
Pero la genética no sería la única responsable. El consumo de tabaco durante la gestación multiplica por 2,5 las probabilidades de que el niño padezca el problema. La presencia de metales pesados en la atmósfera en el cual se mueve la mujer embarazada -riesgo que existe, sobre todo, en determinados ambientes laborales- también propicia la aparición del trastorno.
Por otro lado, hay estudios de neuroimagen que muestran diferencias estructurales y funcionales en el cerebro de los menores con TDAH, en comparación con el de quienes no lo padecen.
El tratamiento del TDAH puede ser farmacológico o no, o usarse ambos recursos a la vez. Según la SEPEAP, “han demostrado una efectividad y seguridad elevada, en especial cuando se utilizan de manera conjunta“. Los pediatras comentan que la parte no farmacológica del tratamiento se debe efectuar en el hogar y en la escuela. Hay que explicar a padres, profesores y, según la edad, a los propios niños que la culpa no es de ninguno de ellos, ni de que los pequeños sean “vagos, desobedientes o desafiantes”, sino que se trata de una disfunción cerebral.
Los especialistas enumeran también recomendaciones simples para el trato cotidiano con estos menores. Algunas de las más importantes son las siguientes: transmitir la información de forma fraccionada, evitar dar más de una indicación a la vez, establecer rutinas, dejar de prestarle atención cuando presenta conductas desafiantes, permitir que se levante con frecuencia, evitar criticarlos en público y los castigos demasiado reiterados o prolongados.
Por supuesto, el tratamiento con fármacos lo determinará, en cada caso, el médico del niño.