La obesidad es un problema grave de salud pública que crece de manera más alarmante en los países de ingreso medio-bajo. Allí, la tasa de aumento es un 30% mayor que en los países desarrollados. Por esta razón -y porque los niños son uno de los sectores más vulnerables de la población-, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó una comisión en 2014 con el cometido de revisar y elaborar estrategias para el control de la obesidad infantil. Durante estos dos últimos años, la ECHO (Commission on Ending Childhood Obesity) ha desarrollado una serie de recomendaciones que hace poco ha publicado en forma de informe final. Su objetivo es frenar la elevada tasa de obesidad y sobrepeso infantil alrededor del mundo. En este artículo se listan las recomendaciones de la OMS y las líneas de acción contra la obesidad en los más pequeños.
Obesidad infantil: un desafío actual y un problema de futuro
El exceso de peso y grasa corporal que supone la obesidad genera consecuencias en la salud de los pequeños. Los niños obesos tienen un elevado riesgo de presentar obesidad en la edad adulta y son más propensos, por tanto, a acabar desarrollando todos los problemas de salud relacionados con la obesidad: enfermedades cardiovasculares, resistencia a la insulina y diabetes, trastornos músculo-esqueléticos, algunos tipos de cáncer o limitaciones físicas al realizar ciertos esfuerzos físicos, entre otras.
En el origen de la obesidad y el sobrepeso se sitúa el desequilibrio energético que ocurre entre las calorías consumidas y las calorías gastadas. Este desequilibrio se produce por un aumento de la ingesta de alimentos ricos en energía y una disminución de la actividad física (mayor sedentarismo, mayor urbanización, etc.). En el caso de la obesidad infantil, la elección de alimentos que padres e hijos puedan llevar a cabo es un factor clave del exceso de peso corporal. La falta de información sobre el contenido nutricional de los alimentos y la baja disponibilidad y asequibilidad de alimentos saludables contribuyen al problema, además de las campañas publicitarias agresivas de alimentos ricos en energía. Todo esto pasa en un mundo cada vez más urbanizado y digital que ofrece menos oportunidades para la actividad física a través del juego saludable.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2013 alrededor de 42 millones de niños padecían sobrepeso u obesidad. Si la tendencia actual continúa, en 2025 serán 70 millones los que sufrirán sobrepeso u obesidad, una perspectiva realmente alarmante. Así pues, es de vital importancia impulsar estrategias de prevención de la obesidad infantil para frenar este aumento en su incidencia. Las estrategias pasan por desarrollar políticas que fomenten las opciones más saludables a nivel de alimentación y práctica de actividad física, de manera que padres e hijos tengan la máxima facilidad para escoger siempre estas opciones de salud, que deben ser accesibles, disponibles y asequibles para la población. Estas políticas deben centrarse en el entorno habitual de los menores, tales como las escuelas y la comunidad.
Recomendaciones de la OMS para el control de la obesidad infantil
En el caso de bebés y niños pequeños, la OMS recomienda las siguientes pautas:
- el inicio temprano de la lactancia materna en la primera hora después del nacimiento.
- la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.
- la incorporación de alimentos nutricionalmente adecuados y seguros a los seis meses de edad, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años de edad o más.
Para niños y adolescentes en edad escolar, la OMS aconseja lo siguiente:
- limitar el consumo de energía procedente de las grasas y azúcares.
- aumentar la ingesta de frutas y verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
- llevar una actividad física regular (60 minutos al día).
Asimismo, la OMS destaca el papel significativo que la industria alimentaria puede desempeñar para mejorar las tasas de obesidad infantil. Las siguientes son algunas de las medidas que la industria puede implementar:
- reducir la grasa, el azúcar y la sal de los alimentos procesados.
- asegurar que las opciones saludables y nutritivas están disponibles y son asequibles para los consumidores.
- realizar una práctica de marketing responsable, en especial cuando va dirigido a niños y adolescentes.
Seis líneas de acción contra la obesidad en los niños
La OMS expone que ninguna única intervención puede detener el aumento de la creciente epidemia de obesidad, de manera que se requiere atacar al ambiente obesogénico en el que vivimos y también hacer frente a elementos críticos en el ciclo de vida. Por ello, esta institución internacional organiza sus recomendaciones en seis áreas de actuación:
- 1. Promoción de la ingesta de alimentos saludables.
- 2. Fomento de la actividad física.
- 3. Cuidados en la preconcepción y durante el embarazo.
- 4. Dieta y actividad física en la primera infancia.
- 5. Salud, nutrición y actividad física para niños en edad escolar.
- 6. Control de peso.
Con estos seis ejes de actuación, el informe desarrolla propuestas y planes, tales como la puesta en marcha de programas que favorezcan un consumo de alimentos saludables que promuevan la actividad física y reduzcan el sedentarismo. Lo interesante de esta nueva proposición es que aboga por implicar a varios sectores de la población para conseguir la implementación de todas estas recomendaciones. De este modo, «reparte» acciones y responsabilidades entre la propia OMS, las organizaciones internacionales, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales, el sector privado, las fundaciones filantrópicas y las instituciones académicas. Solo mediante la implicación conjunta de todos estos actores se podrá frenar el avance de la obesidad infantil.