No tenemos una bola de cristal que nos diga lo que comeremos dentro de unos años, pero sí una valiosa herramienta que ayuda a visualizar el futuro: las EATendencias. Son las nueve tendencias de consumo identificadas por el centro tecnológico AZTI y que marcarán la alimentación del mañana. Estas tendencias alimentarias, en su conjunto, describen cómo es el consumidor actual y cuáles son sus nuevas expectativas. Más aún, pueden servir al sector alimentario para anticiparse a las demandas venideras del consumidor al abordar una innovación alimentaria. En este artículo se desvela qué es lo que sugieren las tendencias y cómo nos alimentaremos en el futuro.
Tendencias de alimentación para los próximos años
En los próximos años, el consumo de comida deberá adaptarse a los nuevos estilos de vida urbanos, jóvenes y activos, donde el tiempo y la comodidad es más que nunca relevante. Tendrán que ser alimentos disponibles en cualquier lugar y momento para su consumo sobre la marcha y que supongan una satisfacción instantánea de las necesidades de las personas, sin merma en la calidad y las propiedades saludables de los mismos.
Se reclamarán, además, soluciones flexibles, simples e inteligentes que ahorren tiempo y hagan el día a día más fácil.
Las tendencias sugieren que se incrementarán las opciones de snacking cada vez más saludables y adaptadas a diferentes necesidades de los consumidores (veganos, sin gluten, etc.). Los formatos de alimentos y bebidas serán, además, más pequeños y adecuados al consumo «on the go» (¡incluso al desayuno sobre la marcha!).
La distribución se está volviendo también más nómada, trasladándose donde están los consumidores. Ejemplo de ello son los establecimientos pop-up, los food trucks o las cada vez más sofisticadas máquinas de vending. Ya se está viviendo el boom de la comida urbana o «street food«, donde la oferta es cada vez más variada y de calidad.
Europa cuenta ya con 118 millones de millennials (jóvenes con edades comprendidas entre los 18-35 años), que representan el 23% del total de la población. Esta generación del milenio demanda más innovación, inmediatez y una mayor oferta de productos alimenticios para su consumo «on the go«.
La «omnicanalidad» es una realidad que va en aumento. El sector de la alimentación debe adaptarse a este cambio, que implica que los consumidores tienen un abanico de posibilidades para comprar, recoger y consumir los alimentos. En esta era de la omnicanalidad, las barreras entre lo on line y off line se difuminan y el tiempo de respuesta a las demandas de los consumidores debe ser cada vez más corto.
La conveniencia es importante, pero no basta. Hay que sumarle creatividad e incorporar otros elementos para conectar con los consumidores: salud personalizada, historias que enamoren, la autenticidad o la generación de experiencias de consumo memorables.
Salud, medio ambiente y nuevo lujo
El conocimiento cada vez mayor del propio estado de salud lleva a los consumidores a ser cada vez más proactivos en el cuidado de su salud individual y apostar por una dieta personalizada, con productos saludables y adaptados necesidades concretas.
Cada vez más se demandarán formulaciones libres de alérgenos, así como de opciones adaptadas a las necesidades de un colectivo creciente, como es el de los vegetarianos, veganos y flexitarianos. Prosigue también la investigación en torno a los mecanismos de control del apetito y la búsqueda de productos alimenticios «supersaciantes» que ayuden a mantener el peso corporal de forma equilibrada.
Se observa también una apuesta cada vez mayor por un consumo más responsable y la demanda de productos y servicios que sean sostenibles medioambientalmente y no conlleven maltrato social o animal en ninguno de los eslabones de la cadena alimentaria.
Las fuentes proteicas vegetales alternativas a la carne están en plena ebullición. Las algas se están posicionando bien como proteínas sostenibles en Europa. En el caso de los insectos, su introducción como nueva fuente de alimentos no será tan inminente como se pensaba. Desde la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) se recomienda que se trabaje en los aspectos que originan incertidumbre, ante la falta de un histórico de consumo en la Unión Europea, como su posible alergenicidad o el impacto medioambiental asociado a la producción intensiva de insectos en granja.
También hay espacio para el nuevo lujo, con productos cada vez más personalizados y exclusivos, adaptados al máximo al estilo de vida y que permiten expresar la identidad (estatus) de la persona. También se engloban en el «nuevo lujo» los productos que posibilitan salir del día a día y olvidarse del factor precio de forma ocasional para darse un capricho: delicatessen, artesanales o aquellos que aportan una experiencia alimentaria única y memorable.
Lo local, en auge
En un mundo cada vez más globalizado, conectado y acelerado, está surgiendo, de forma paralela, una importante preferencia por lo local. El producto de proximidad, de temporada, el relato de la mano de los productores y la transparencia adquieren un papel importante.
Cada vez más, el origen y lo local será fuente de valor. Más aún si se tiene en cuenta la previsible aprobación del TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership) que, en caso salir adelante, facilitará los intercambios comerciales y las inversiones entre Estados Unidos y Europa. Este acuerdo puede llevar a que el consumidor europeo exija los productos locales con mayor énfasis, como garantía de calidad o por su asociación con la conservación de la economía local, el medio ambiente y la identidad del territorio.