El hecho de que un bebé esté ingresado en un hospital no debe representar un obstáculo para que siga tomando el pecho. Distintos documentos garantizan ese y otros derechos de los niños hospitalizados, y los pediatras destacan la importancia y los beneficios de mantener la lactancia materna en estas circunstancias. Este texto brinda información acerca de los derechos de los menores hospitalizados, el valor de la lactancia materna para los bebés ingresados y las recomendaciones sobre cómo actuar ante situaciones especiales, además de consejos para madres y padres de bebés que entran en una clínica.
Derechos de los niños hospitalizados
El ingreso hospitalario de un bebé o un niño muy pequeño es una situación traumática. Pero puede serlo más aún si no se respetan los derechos del menor. En este sentido, el Parlamento Europeo sancionó hace tres décadas -en mayo de 1986- la Carta Europea de los Niños Hospitalizados. Años después, la oficina chilena del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) también publicó un documento con los Derechos del Niño Hospitalizado. En estos y otros protocolos al respecto, la cuestión de la lactancia materna ocupa un lugar fundamental.
Lo más importante es que el pequeño hospitalizado tiene derecho a ser amamantado por su madre en cualquier momento del día. Por eso, las unidades sanitarias deben «facilitar la permanencia de la madre, ofreciéndole alimentación y espacio para dormir en el hospital«, afirma el texto de UNICEF. Si por causas de fuerza mayor la madre no puede estar todo el tiempo con el bebé o bien este no puede tomar el pecho directamente, se debe procurar que la mujer se extraiga leche para dársela luego al niño, incluso aunque la extracción se produzca fuera del hospital.
La lactancia materna para bebés ingresados
Hace pocos meses, la Asociación Española de Pediatría (AEP) publicó un documento informativo respecto a este mismo tema: ‘Lactancia materna en niños hospitalizados‘. El organismo destaca allí la importancia de continuar con la lactancia materna durante el ingreso de los bebés, no solo por los numerosos beneficios que en general esto redunda para ellos, sino también porque, en esta situación en particular, reporta algunas ventajas más.
La leche materna es «el mejor alimento para un niño enfermo«, explica la AEP, «ya que, aparte de nutrientes, aporta gran cantidad de líquidos necesarios para su recuperación, anticuerpos y células vivas que ayudan a las defensas del bebé y acortan la duración de la mayoría de las infecciones». En otras palabras, una madre que amamanta a su hijo en el hospital hace mucho más que alimentarlo, pues también lo ayuda a fortalecerse y a curarse lo antes posible.
Por otra parte, dar el pecho también tiene un efecto analgésico: actúa contra el dolor, tanto el provocado por la propia enfermedad como el derivado de prácticas médicas invasivas, como la instalación de sondas o la realización de análisis. Además, estar en brazos de la madre y sentir el contacto corporal con ella «ofrece al niño consuelo y calma -afirma la AEP- en un medio tan hostil para ellos como es un hospital».
Cómo actuar en situaciones especiales
Los pediatras especifican qué hacer ante algunas situaciones particulares que se pueden presentar cuando el pequeño está ingresado y que pueden generar dudas en el momento de la lactancia. Son las siguientes:
- Pérdida de apetito. El bebé puede no tener ganas de tomar el pecho (ni ingerir ninguna otra cosa), debido a una pérdida temporal de apetito o a sentir dolor abdominal o en la garganta al tragar. El especialista determinará la mejor alternativa para cada caso. La lactancia siempre es beneficiosa, salvo casos específicos en que los médicos determinen que hace falta suspenderla. En esos casos, se optará por instalar un gotero con suero.
- Diarrea. Cuando el niño sufre diarrea, el mayor riesgo es el de la deshidratación. Por eso, la recomendación general es dar de mamar con mucha frecuencia y a demanda.
- Vómitos. Si la pérdida de líquidos se produce por vía oral, es decir, por vómitos, la sugerencia es suspender la lactancia durante algunas horas, durante las cuales se pueden dar pequeñas tomas o aplicar suero. El médico determinará lo más apropiado en cada caso.
- Problemas respiratorios. Estos problemas (neumonía, bronquiolitis, asma, etc.) pueden ocasionar dificultades en el momento de mamar. Se recomienda dar el pecho siempre que se pueda -con tomas más cortas pero más frecuentes– y no sustituirlo por el biberón.
- Operaciones. El texto de la AEP destaca que los bebés pueden tomar leche materna «hasta 3-4 horas antes de la operación sin incrementar el riesgo analgésico», cosa que no ocurre con otras leches u alimentos, que exigen un ayuno mayor. Tomar el pecho, y en general estar en contacto cercano con su madre y su padre, permite a los niños llegar más tranquilos al quirófano y reducir en parte el estrés normal de una situación tan difícil como esa.
Consejos para cuando el niño debe ser ingresado
A continuación se enumeran algunos consejos de la AEP en relación con la lactancia materna para madres y padres de bebés que deben ser hospitalizados.
- En el momento del ingreso, hablar con el personal sanitario acerca de los deseos de amamantar. En el caso de que se planteara algún inconveniente, tener presentes los Derechos del Niño Hospitalizado, redactados por UNICEF, y la Carta Europea de los Niños Hospitalizados.
- Aunque debido al problema que padezca el pequeño no pueda tomar el pecho, acompañarlo todo el tiempo que sea posible y, si no hay impedimentos, tener contacto físico con él: tenerlo en brazos, acariciarlo, besarlo, darle mimos, etc. El niño necesita saber que sus padres están con él. Su estado emocional y anímico es una parte fundamental de su salud integral.
- Ofrecer al bebé el pecho a demanda siempre que sea posible. Si durante un tiempo no puede tomarlo, dárselo en cuanto ese periodo termine. Si el niño es mayor de seis meses, darle también otros alimentos.
- Tratar de descansar y pedir ayuda a familiares y amigos, si es posible, para acompañar al pequeño del modo más cercano y apropiado.
En ocasiones, el bebé no puede tomar el pecho de forma directa, pero sí alimentarse de leche materna a través del biberón o de otros medios. En general, los hospitales deben facilitar sacaleches a las madres.
Alba Padró, asesora de la asociación Alba Lactancia Materna, en un artículo sobre los métodos de extracción de leche, se refiere a los “sacaleches hospitalarios“, unos aparatos que pueden ser manuales o eléctricos y que pueden aplicarse en ambos pechos a la vez. Son más grandes y pesados y, por lo tanto, más difíciles de transportar que los caseros, pero también más eficaces. Al hablar con el personal sanitario en el momento del ingreso del niño, se recomienda preguntar si la clínica cuenta con uno de estos aparatos.
Existen también unos sacaleches dobles más eficaces que los tradicionales para el hogar, pero no tan grandes ni tan pesados (ni tan caros) como los de hospital. Es una buena alternativa para las familias que prevén un ingreso de larga duración o si el centro sanitario carece de equipamiento suficiente.