Los accidentes domésticos, las caídas y precipitaciones desde una cierta altura, ahogamientos, quemaduras e intoxicaciones son las causas más frecuentes de las lesiones no intencionadas que ocurren durante la infancia. Este artículo ofrece detalles acerca de este problema, entre ellos por qué la OMS recomienda utilizar la expresión “lesiones no intencionadas” en lugar de “accidentes”, y da consejos para evitarlas en función de las distintas etapas del desarrollo infantil.
Las lesiones no intencionadas, un problema evitable
Las lesiones no intencionadas constituyen la primera causa de muerte en la franja etaria de entre 5 y 18 años en la Unión Europea. En todo el mundo, la cantidad de menores de 18 años fallecidos por esta razón es cercana a los 830.000, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Millones, además, sufren las secuelas de estos hechos. Por ello, estas lesiones se consideran un problema grave a nivel global.
Desde hace unos años, la OMS promueve el uso de la expresión «lesiones no intencionadas» en lugar del término «accidentes«. El objetivo es «ir modificando la concepción de que es un hecho inevitable y sobre el que no se puede influir», según informa la ‘Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil‘, editada este año por la Asociación Española de Pediatría (AEP). De hecho, la prevención se considera «la medida más eficaz para evitar la morbimortalidad» de este problema. Así lo afirma Serafín Málaga Guerrero, presidente de la AEP, en el prefacio de la guía.
Málaga Guerrero añade otros datos. En general, para los menores de 18 años, el principal motivo de lesión traumática son las caídas y precipitaciones (un 35,6% del total), seguidas por los accidentes de tráfico (23,7%). Para los niños españoles en edad preescolar, por su parte, las causas más frecuentes son los accidentes domésticos, caídas, precipitaciones desde una cierta altura, ahogamientos, quemaduras e intoxicaciones.
Consejos para prevenir las lesiones no intencionadas en cada etapa
A lo largo de las distintas etapas del desarrollo del niño, el tipo de lesiones no intencionadas más frecuentes va cambiando. A continuación se señalan las lesiones más frecuentes y las medidas apropiadas para prevenirlas en cada periodo, según los datos de la AEP.
- Hasta los seis meses de vida. Como el pequeño tiene escasa movilidad y autonomía, las lesiones, por lo general, se producen a partir de caídas desde altura, los accidentes de tráfico (el bebé como pasajero) y, en menor medida, atragantamientos y quemaduras. Es fundamental prestar atención a que los muebles y accesorios (cuna, cochecito, mochila portabebés, silla del coche, etc.) cumplan con todas las medidas de seguridad. Y es esencial nunca dejar sin vigilancia al niño sobre un lugar del que se pueda caer, como un cambiador, la cama o cualquier otro mueble. También hay que evitar que queden a su alcance cordones o cintas con los que se pueda ahogar y objetos pequeños que se pueda llevar a la boca. Otro consejo: no ir por casa con líquidos calientes y siempre comprobar la temperatura del agua antes de darle un baño.
- De seis meses a un año. A las causas frecuentes del periodo anterior se añaden las posibles intoxicaciones y los golpes y caídas que puede sufrir al comenzar a gatear y andar. Algunas claves en esta etapa consisten en cubrir las esquinas rectas o en punta de los muebles, impedir el acceso a escaleras, tapar los enchufes, etc. Los bebés tampoco deben poder jugar en la cocina ni en el cuarto de baño, ya que estas estancias representan muchos riesgos. Y se debe extremar la vigilancia para impedir que se lleve objetos a la boca. Los muebles no deben correr riesgo de caerse y se deben evitar las superficies resbaladizas y las alfombras que se puedan deslizar.
- De 1 a 3 años. Las lesiones más comunes son más o menos las mismas que en las etapas anteriores: golpes y caídas en primer lugar, seguidos por intoxicaciones, atragantamientos, quemaduras y accidentes de tráfico, estos últimos tanto en el lugar de pasajero como de peatón. Las que cambian son las circunstancias en que se producen. El documento de la AEP destaca la importancia de lograr un equilibrio entre la vigilancia y la protección, por un lado, y la libertad para explorar el entorno, por el otro. Por ello, recomienda «acondicionar el hogar, para no tener que estar continuamente llamando la atención del niño». Esta es la etapa con mayor incidencia de intoxicaciones, la mayoría de las veces por vía digestiva, aunque también por inhalaciones o por el tacto. Conviene tener siempre a mano el número de teléfono del Instituto Nacional de Toxicología (91 562 04 20). Y también hay que tener en cuenta que, al ser más grandes y más fuertes, ahora los pequeños pueden tirar o volcar muebles o aparatos más grandes: hay que tener especial cuidado con televisores, ordenadores y otros.
- De 3 a 6 años. El trabajo de la AEP, coordinado por los pediatras María Jesús Esparza y Santi Mintegi, indica que en esta etapa «cobra especial importancia la prevención de accidentes, dada la importante movilidad y actividad física del niño y su gran curiosidad». Por ello, si bien las medidas de precaución son, en esencia, las mismas que en la anterior, es fundamental mostrarle «los diferentes peligros en terrazas, ascensores, escaleras, piscinas, vehículos a motor, etc.» y no olvidar «enseñarle con el ejemplo«: un hijo puede escuchar mil veces que no debe hacer algo, pero con que vea a sus padres hacerlo una sola vez, tratará por todos los medios de imitarlo.
- De 7 a 12 años. En la etapa escolar el menor gana autonomía, hasta adquirirla casi por completo hacia su finalización. La misión de los adultos es dar a sus hijos la información necesaria para que conozcan y respeten las normas y apliquen las medidas de protección adecuadas. Esta información abarca temas muy variados, desde cómo comportarse con el fuego, el gas y la electricidad hasta lo que debe tener en cuenta cuando monte en bicicleta, se bañe en la piscina, practique deportes o al tratar con animales (no provocarlos ni hacerles daño).
Las conductas en relación con la prevención de lesiones no deseadas en los niños se dividen en tres tipos, según el documento de la AEP: evitativas, prohibitivas y formativas. Tienen que ver con las etapas del desarrollo del menor y con la autonomía que este gana a medida que crece.
Las evitativas tienen como meta impedir el riesgo de accidentes, lo cual se puede lograr a través de dos maneras: retirar del alcance de los niños todo lo que pueda suponer un riesgo o evitar que los pequeños incurran en una situación de riesgo. Estas medidas se aplican, sobre todo, cuando son bebés.
Cuando ya comprenden órdenes y son capaces de expresar sus deseos, se comienzan a aplicar las conductas prohibitivas. Estas, como se recuerda en la ‘Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil’, “forman parte de la imposición de límites a los hijos”.
Y luego, durante la edad escolar, van ganando lugar las medidas formativas, para que el propio niño pueda discernir lo que tiene riesgo de lo que puede hacer sin problema alguno. Un buen desarrollo de este aprendizaje también es clave para evitar las lesiones no intencionadas.