Elaborar jabones artesanos es una tendencia al alza. Es una actividad fácil, gratificante y ecológica, puesto que para ello se puede emplear el aceite de cocina usado. Con esencias, aceites y colores, para las manos, el cuerpo o el cabello, son muchas las combinaciones que se pueden realizar. Sin embargo, hay que tener en cuenta ciertas apreciaciones para confeccionarlos con total seguridad. En este artículo se describe qué se entiende por un jabón artesano y qué medidas hay que considerar al fabricarlos y al utilizarlos.
El uso de jabón
El uso del jabón está tan extendido que es difícil entender un día sin utilizarlo, sobre todo en el lavado de manos. O así debería ser, puesto que es la medida más eficaz, a la par que barata y sencilla, para mantener a raya numerosas enfermedades infecciosas, tales como la gripe, el resfriado o la mayoría de los tipos de diarrea infecciosa, por citar algunas de las más habituales.
Los expertos recomiendan emplear jabones que no alteren la capa lipídica de la piel -que es en torno al 5,5 (pH),- ya que esta impide el avance y la proliferación de algunos microorganismos. Sin embargo, según el tipo de piel (normal, sensible, seca o grasa), esta será más vulnerable a factores como las inclemencias meteorológicas, los productos tópicos, la dieta, el estrés o los cambios hormonales. Por eso, es importante escoger el producto limpiador que mejor se adapte a la piel, tanto de las manos como del resto del cuerpo.
Jabones artesanos: qué son
A pesar de ser un producto natural, hay que evitar el contacto con los ojos o con heridas
Los jabones artesanos están en auge. Pero, ¿qué significa que un jabón es artesano? ¿Qué aspectos debe cumplir para merecer este apelativo? Jaume Serra, químico especialista en la elaboración de jabones artesanos, lo describe como «aquel fabricado mediante un procedimiento en frío y curado durante un espacio de tiempo -entre una y cuatro semanas- hasta que se da por terminada la saponificación (la transformación de un cuerpo graso, como aceite de oliva o de coco, en jabón). En este proceso no hay recuperación de la glicerina generada y queda como hidratante dentro de la masa resultante». Este procedimiento da la posibilidad de dejar una parte del aceite sin saponificar y, de esta manera, aumentar la suavidad y el efecto emoliente del jabón.
Este especialista detalla que al ser un proceso lento se puede personalizar con la adición de diferentes aceites esenciales, colores o principios activos que aportan propiedades especificas (para aliviar el dolor o para mejorar la circulación o el estado de la piel). Esto también permite que se pueda moldear de distintas formas.
Entre las materias primas que se pueden utilizar en la elaboración de un jabón artesano están:
- 1. Componente graso: es preferible usar el de origen vegetal, por no contener derivados del petróleo, como aceite de oliva, de maíz, de trigo o de coco, entre otros.
- 2. Componente alcalino: hidróxido sódico (para jabones duros) o potásico (para jabón líquido), extracto de cenizas y glucósidos de vegetales.
- 3. Aditivos: se añaden antioxidantes como la vitamina C y la E.
- 4. Aromas: se pueden emplear aceites esenciales o aromas, mejor sin alérgenos para pieles sensibles.
- 5. Pigmentos para darle color, que pueden ser naturales o sintéticos.
Jabones artesanos: lo que hay que saber
Un jabón etiquetado como artesano, según especifica Serra, debe ser un producto natural, biodegradable y respetuoso con el medio ambiente, ya que en su fabricación no se produce ningún tipo de residuo sólido, líquido, ni gaseoso. Pero, aunque sea un producto natural, no deja de ser un jabón, por lo que hay que seguir una serie de precauciones, «como evitar el contacto con los ojos o con heridas. Además, algunos pueden tener formas curiosas, incluso de frutas o golosinas, que los hacen muy atractivos para los niños y los animales, así que hay que mantenerlos lejos de ellos», advierte el especialista.
Pero lo más importante que hay que tener en cuenta es durante su elaboración. Si se opta por fabricarlos en casa, se debe extremar la vigilancia con el uso de la sosa o la potasa (productos cáusticos), puesto que son peligrosos y, al mezclarlos con el agua, «generan calor y pueden producir quemaduras químicas importantes en la piel y los ojos». Por eso se recomienda realizar este paso en una habitación con buena ventilación, utilizar guantes y protección ocular y agregar el alcalino (sosa o potasa) poco a poco en el agua, dejando enfriar antes de añadirlo sobre el aceite.
A menudo persiste la creencia de que un producto, solo por el mero hecho de ser natural, es más saludable y, por supuesto, más seguro. Además, con frecuencia se le confieren efectos preventivos o terapéuticos sin más. Y esta aseveración se utiliza en cualquier esfera, pero es en el ámbito de la alimentación y la salud donde encuentra su máximo apogeo. No obstante, no es cierta. Un ejemplo: muchas personas padecen intoxicaciones alimentarias graves por la ingestión de setas o sufren reacciones alérgicas graves a determinadas frutas, como los melocotones, y en ambos casos son productos que proceden de la naturaleza. Por ello, al adquirir jabones artesanos también hay que leer atentamente la lista de ingredientes que, por normativa, debe declarar el fabricante en las etiquetas.