Sucede a menudo: llega la fecha de una fiesta y sorprende a muchos sin la preparación adecuada. Y más cuando se trata de una celebración como Halloween, que no tiene tanta tradición en nuestro país, pero que en los últimos años ha ganado mucha importancia, sobre todo entre los jóvenes y los niños. Por eso, no es tan raro que la víspera o el mismo día de la fiesta el hijo se acerque a su padre o su madre y les diga: “Necesito un disfraz”. Este artículo ofrece algunas soluciones para esos casos: cómo hacer disfraces para salir de apuros en Halloween.
1. Fantasmas
El disfraz de fantasma es uno de los más sencillos, no solo de Halloween sino en general para cualquier momento del año. Y es que basta con cualquier sábana blanca para ya tenerlo. Se debe cortar la tela de modo que oculte al niño de la cabeza a los pies, aunque con cuidado de que no llegue al suelo, para evitar que sin darse cuenta la pise y se caiga. También es fundamental recortar dos agujeros a la altura de los ojos, para que pueda ver.
La terminación se puede dar luego de múltiples maneras: cortar flecos en la parte inferior de la tela, añadir retales y remiendos, dibujar las restantes facciones de la cara (nariz, boca, etc.) e incluso complementar con una de las típicas calabazas de esta fiesta, tal como se explica en la web UnComo.
2. Brujos y brujas
Estas son otras figuras clásicas de la fiesta de Halloween, cuyo aspecto se puede lograr sin necesidad de invertir demasiado tiempo ni dinero. La prenda fundamental será algún fular o pieza de tela similar de color negro, que el menor debe colocarse encima como si fuera una capa.
Para fabricar el sombrero, lo más apropiado es una cartulina negra. Los típicos de brujo o bruja son los de forma cónica, acabados en punta, aunque también pueden ser cilíndricos, como las chisteras de los magos.
Para completar el disfraz, una varita mágica (hecha también con cartulina negra enrollada en torno a un bolígrafo), un báculo (a partir de un palo cualquiera) o una escoba vieja resultan muy buenos accesorios. Con algodón se puede crear una larga barba de hechicero. Y con unas gafas de fantasía (sin cristales) se consigue un parecido con Harry Potter, como se ve en esta foto.
3. Momia
El disfraz de momia requiere un poquito más de esfuerzo y tiempo que los anteriores, pero no mucho más. El coste económico es tan bajo como en los otros casos y el resultado, mucho más original. Se necesitan varias tiras de tela si es posible blanca, que es el color de las momias, aunque también podrían ser de otra tonalidad. Luego se «enrolla» con ellas todo el cuerpo del niño, incluida la cabeza, con cuidado de que el pequeño pueda ver, hablar y respirar sin problemas. Si algunas tiras quedan sueltas, como se observa en el blog Cuidado infantil, se consigue un efecto muy atractivo. Un consejo fundamental: sujetar con imperdibles las vendas a la ropa, para evitar que, a poco de andar, empiecen a caerse y el disfraz se deshaga demasiado pronto.
4. Vampiro
El disfraz de vampiro también es fácil de hacer, pero en este caso hay que contar con un par de elementos un poco más específico: los dientes y el maquillaje. Los colmillos de vampiro se consiguen en tiendas especializadas; como el niño ha de tenerlos en la boca, se debe procurar que el juguete cumpla con la normativa en cuanto a que no esté fabricado con materiales tóxicos. Con relación al maquillaje, su objetivo es buscar el aspecto clásico de los vampiros de las películas: la piel muy blanca, excepto en torno a los ojos, donde presentan sombras.
El cabello engominado contribuye con la imagen como también una capa negra y ropa oscura; pero, sobre todo, una gran sonrisa que permita ver los inconfundibles dientes.
5. Zombi
Aunque las películas y las series de televisión utilizan producciones cada vez más sofisticadas, obtener la apariencia básica de un zombi no tiene por qué ser tan complicado. Una de las claves es ponerse ropa vieja y gastada, incluso rota si es posible. También conviene que no esté demasiado limpia, así que se puede manchar aposta para mejorar el disfraz.
El maquillaje es parecido al del vampiro (cara blanca, sombras alrededor de los ojos), con la diferencia de que para el zombi, cuanto más despeinado esté, más real parecerá.
6. Frankenstein
El monstruo creado por Víctor Frankenstein, según la ficción de Mary Shelley, fue representado de diversas maneras, pero la más conocida es la del hombre serio, con la cabeza muy grande, los párpados caídos, la cara muy blanca y un tornillo en cada sien. En las tiendas especializadas se consigue el pegamento apropiado para el maquillaje, mientras que los tornillos es mejor que sean de juguete, de plástico. Para completar su apariencia, un viejo traje de chaqueta resulta de gran utilidad.
7. Una bolsa de tela en la cabeza
En este caso, no se trata de un personaje típico de estas celebraciones, pero recuerda a muchos personajes de películas de miedo, desde las primeras de ‘Viernes 13’ (antes de que el personaje de Jason Voorhees hallara la máscara de hockey con la que se hizo más popular después) hasta la española ‘El orfanato‘. Todo esto lo convierte en un muy buen recurso. La bolsa de tela, por supuesto, debe permitir que el niño vea y respire con absoluta normalidad. Un babi de guardería completará el efecto de miedo, al menos para quienes hayan visto el filme dirigido por Juan Antonio Bayona.