Un estudio de publicación reciente, realizado en Reino Unido sobre una muestra de 100.000 personas, llegó a la conclusión de que quienes al nacer tienen una cabeza de mayor tamaño cuentan con mayores probabilidades de alcanzar logros académicos y desarrollar habilidades cognitivas superiores. Este artículo ahonda en esta investigación que relaciona el tamaño de la cabeza de los bebés y la inteligencia. Además, trata los distintos tipos de inteligencia, así como la necesidad señalada por algunos científicos de repensar el estudio del desarrollo infantil.
El tamaño de la cabeza de los bebés y la inteligencia
Una creencia popular recurrente a lo largo de la historia es la que atribuye una inteligencia superior a las personas con la cabeza o el cerebro más grande. De hecho, el cerebro de Albert Einstein, así como el de otros grandes pensadores, fue analizado para determinar si era de mayor tamaño -o presentaba otras diferencias- con respecto al del promedio de los seres humanos. En general, los resultados siempre han sido negativos: el tamaño del cerebro no se relaciona con su capacidad.
Sin embargo, un estudio reciente parece abrir un nuevo capítulo en torno a estos temas. Según sus conclusiones, las habilidades cognitivas poseen una influencia genética que las asocia con algunos estados de salud física y mental, con el tamaño del cerebro, la forma del cuerpo y los logros educacionales. Y, en concreto, señala que los niños con la cabeza más grande tienen más probabilidades de alcanzar logros académicos que los demás.
El texto de la investigación, publicado en la revista especializada Molecular Psyquiatry, afirma que «se observaron asociaciones altamente significativas entre los resultados de las pruebas cognitivas y los de los perfiles poligénicos (causados por varios genes), incluyendo el volumen intracraneal, la circunferencia de la cabeza del bebé y la capacidad cognitiva infantil». Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tamaño medio del perímetro craneal de los recién nacidos es de 36 centímetros en los niños y 35 en las niñas.
La información con la que trabajan corresponde a la de unas 100.000 personas pertenecientes al UK Biobank, una base de datos de medio millón de personas creada en 2007 con el fin de estudiar las constribuciones de la predisposicón genética y de la exposición al medio ambiente en el desarrollo de enfermedades. A esas personas se les tomaron muestras de sangre, orina y saliva y, además, se las consultó acerca de su pasado y su estilo de vida actual.
Este trabajo forma parte de una investigación de largo alcance, dirigida por científicos de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), pero que cuenta con la participación de unos 300 expertos de distintas universidades, casi todas ellas de Europa, Estados Unidos, Australia y Canadá. Saskia Hagenaars, una de sus responsables, asegura que las conclusiones del estudio avalan la teoría según la cual «las personas con un mejor estado de salud global tienen más probabilidades de alcanzar niveles más altos de inteligencia».
Tipos de inteligencia y el desarrollo de los niños en la actualidad
Pero se debe tener cuidado al hablar de «inteligencia». En general, el término todavía se relaciona mucho con la capacidad intelectual de una persona. Al hablar de niños, se piensa casi de inmediato en su rendimiento escolar, como cuando se dice que los bebés que maman o los que duermen más son más inteligentes. Pero hay otras cuestiones vinculadas con este tema, como las relacionadas con la inteligencia emocional o con el contacto con la naturaleza. Existen ocho clases de inteligencia, según la teoría de las inteligencias múltiples desarrollada por Howard Gardner, profesor de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2011.
De todos modos, los expertos en general coinciden en que los bebés de la actualidad desarrollan ciertas habilidades a una edad más temprana que los pequeños del pasado. Y esto se debe a que están expuestos a una gran cantidad de estímulos. Es decir, no es que los menores de ahora sean más inteligentes -lo cual hablaría de una suerte de salto evolutivo, algo que en realidad requiere de muchas generaciones- sino que aprenden ciertas cosas con mayor rapidez. «Hemos aprendido a darle mayor importancia a la infancia y hemos estimulado más a los niños» y, debido a eso, «ahora son más listos», explica la psicóloga Rocío Ramos-Paúl, conocida por su programa de televisión ‘Supernanny’, en esta entrevista con EROSKI Consumer.
Una investigación publicada en 2013 determinó que los bebés de dos meses ya se dan cuenta de en qué momento los cogerán en brazos. Al ver a un adulto acercarse a ellos con los brazos extendidos, se quedan quietos y ponen los miembros rígidos para que así levantarlos resulte más fácil. Parece un hallazgo muy simple, pero Vassu Redy, experta de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido) y directora del estudio, explicó que estos resultados indicaban que los niños entienden las acciones de los demás dirigidas a ellos antes de lo que se pensaba y, por lo tanto, planteaban la necesidad de “repensar la manera de estudiar el desarrollo infantil”.
Otros trabajos también han descubierto en los últimos años otras capacidades precoces en los bebés. A los siete meses ya son capaces de entender el punto de vista y el comportamiento de otras personas, además de atribuirles pensamientos e intenciones. Y a los diez meses ya “saben quién manda”. Expuestos a ciertos vídeos, entienden que los seres de tamaño mayor tienen mayores probabilidades de imponerse que los menores.
El descubrimiento de que el tamaño de la cabeza de los bebés al nacer puede estar relacionado con su futura capacidad intelectual podría brindar claves para conocer la necesidad de cada niño de una estimulación más o menos intensa.