Nuestro país es productor de muchos alimentos. Hay cultivos de clima húmedo en la cornisa cantábrica, una enorme huerta en todo el levante y la costa tropical andaluza… Sin embargo, a menudo se dan situaciones inexplicables, como la de encontrar en un supermercado en Valencia naranjas sudafricanas. Y lo peor de todo: comprarlas. Este ejemplo muestra una incongruencia que repercute en la economía local y en la de otros países, así como en el medio ambiente. En el siguiente artículo se reseñan varios alimentos que se producen en España, aunque no siempre se sepa.
Las personas, como consumidores, tenemos el poder de favorecer a los cultivos y agricultores cercanos. Tenemos la capacidad de evitar que el planeta pague una tasa medioambientalmente insostenible y de no consumir productos que perjudiquen la economía local en otro lugar del mundo, jugando con el sustento de los que no tienen tanta suerte como nosotros. Que nuestros alimentos recorran, de media, más de 3.800 kilómetros y generen más de 4.000 toneladas de CO2, teniendo la producción nacional que tenemos es, cuando menos, para preocuparse, reflexionar… y ocuparse.
El poder de mejorar nuestra cesta de la compra
Algunos de los alimentos que con frecuencia tienen un origen lejano se pueden consumir locales solo con un poquito más de esfuerzo. Es importante mirar el origen antes de echarlos en la cesta de la compra.
- Kiwi. Como cualquier otra fruta, es un alimento saludable y recomendable. Pero no es necesario que lo traigan de Nueva Zelanda. La cornisa cantábrica y el norte de Portugal producen kiwis y, cuando no es temporada, hay otras muchas frutas que tomar.
- Papaya, mango y aguacate, tres frutos tropicales que se cultivan en la costa andaluza. Aunque es muy fácil que el aguacate venga de Perú y el mango y la papaya de algún lugar del trópico, con fijarse un poco, se pueden consumir los cultivados aquí. Durante todo octubre y noviembre ha sido muy fácil encontrar mango malagueño, incluso por debajo de los dos euros el kilo. El aguacate se produce también en zonas no tropicales como Baleares, por lo que es una alternativa local perfecta. Y la papaya se empieza a cultivar en Málaga, Granada, Almería y Murcia. Un apunte que hay que recordar: es obligatorio indicar el origen de la fruta y la verdura a granel. Si en la frutería o el supermercado no tienen producto de proximidad, se puede pedir que lo traigan. Es así como se crea la demanda.
- Frutos secos. Nuestro país produce almendra, nuez, avellana, castaña… ¿Por qué comer almendras estadounidenses o nueces californianas? Solo hay que fijarse y buscar un poco más allá. Vale la pena el esfuerzo. Además, estos productos se pueden encontrar con facilidad a granel; no es necesario recurrir siempre a tomarlos embolsados.
- Legumbres. España tiene al menos diez tipos de legumbres con Denominación de Origen. No parece que tenga mucho sentido adquirir en el supermercado lentejas argentinas, que se compran porque, además, son más baratas. Es muy probable que entre la multitud de marcas, haya alguna nacional. Es cuestión de revisar el etiquetado. ¿Que son un poco más caras? Es posible. Pero ¿de verdad depende nuestra economía doméstica de unos céntimos más invertidos en legumbre? Si es que sí, conviene sacar del carro algo de carne y meter el paquete de garbanzo local. Se habrá ahorrado mucho con el cambio.
- Quinoa. La quinoa pasó por la fase de superalimento, y hoy ya está casi normalizada como alimento habitual. Pero no solo eso, sino que ya no hace falta comprar quinoa peruana porque se está cultivando con éxito en el Valle de Guadalquivir o Antequera desde hace un par de años. Si se quiere consumir quinoa, se puede hacer sin necesidad de recurrir a un producto andino importante para la economía local de esa zona del planeta.
Cuando no encontremos la opción nacional del alimento que buscamos, bien porque no lo ofrezcan en ese comercio, bien porque no sea temporada, en lugar de coger un producto transoceánico, elijamos una alternativa. Por suerte, la enorme oferta de productos de la que disponemos hace que el hecho de desear consumir un alimento concreto a toda costa no sea más que un capricho, nunca una necesidad real. Usemos nuestros privilegios para hacer un consumo responsable beneficioso para todos.