Durante las vacaciones de Navidad a menudo hay jornadas en las que es posible compartir más tiempo con los niños. Y no solo en los propios días de fiesta, como en Nochebuena o Nochevieja, sino también cuando los hijos no van al colegio y a veces los adultos pueden librar en sus puestos de trabajo o dedicar la tarde a estar con ellos. ¿Qué hacer para disfrutar juntos? Este artículo propone cinco planes infalibles para que se diviertan tanto los pequeños como los mayores: desde clásicos como los mercadillos de Navidad y la cabalgata de Reyes hasta propuestas lúdicas como convertirse en turistas por un día.
1. Mercadillos de Navidad
No hay ciudad o pueblo en España que no tenga su mercadillo de Navidad. Desde el de la Plaza Mayor de Madrid, la feria de Santa Lucía en Barcelona, el del Mercado Central en Valencia o el de la calle Bailén en Bilbao, hasta los que se montan en las comarcas más pequeñas del país, todos tienen su atractivo. Un encanto que siempre genera la ilusión de los niños gracias a los colores, la música, los dulces… que los invaden, hasta en las plazas más humildes. Y no solo de España, pues en toda Europa se conserva la tradición de los mercadillos. Para quienes puedan realizar un viaje en estas fechas, sitios preciosos como los mercadillos de Estrasburgo, Praga o Budapest son una oportunidad para aprovechar.
2. Una excursión a la naturaleza
Lo normal es que haga bastante frío en los últimos y primeros días de cada año, pero, a menos que las condiciones sean demasiado duras, una excursión a la naturaleza siempre es posible. Y no hace falta llegar a la sierra o la montaña para estar en la naturaleza. Una salida al bosque, visitar la orilla de un río o un lago e incluso una caminata por el parque son actividades que permiten a los pequeños acercarse a un mundo que a veces, encerrados en la rutina de la ciudad, tienen demasiado lejos. Además del elemento lúdico y recreativo, estas excursiones representan también una aproximación a lo que expertos como Heike Freire llaman «pedagogía verde», la cual pone el foco en el acercamiento de los menores al entorno natural.
3. Turistas por un día
Esta propuesta incluye un elemento lúdico que lo hará muy atractivo para toda la familia. Se trata de convertirse en «turista por un día». Puede ser en alguna localidad cercana, que se haya visitado muchas veces o hasta en la misma ciudad donde se vive. El precepto es no hacer nada de lo que ya se haya hecho y pensar ideas nuevas: entrar en un museo, recorrer una plaza o un parque que no se encuentre en el centro urbano, caminar por un barrio al que nunca hayan ido, comer en un sitio que no conozcan, etc. Puede ser una muy buena oportunidad para apreciar de otra manera sitios cercanos que a menudo se valoran menos de lo que se merecen.
4. Bibliotecas, teatros, conciertos y centros culturales
Otra posibilidad consiste en aprovechar la oferta cultural que despliegue la ciudad. Por lo general, las bibliotecas y centros culturales organizan obras de teatro, conciertos musicales, funciones de cine y de cuentacuentos y otras actividades para el disfrute de los niños. Muchos de ellos son de temática navideña, pero también los hay que no. En Madrid, este año tiene lugar la 40ª edición del Salón del Libro Infantil y Juvenil hasta el 8 de enero. Allí se puede asistir a lecturas, presentaciones diversas y otras actividades dirigidas a los pequeños.
5. La cabalgata de los Reyes Magos
No por ser un clásico se puede dejar de citar la magia de la cabalgata de los Reyes Magos. ¿Acaso no hace ilusión a todos los niños acercarse a ver a esos hombres que llegan de Oriente con su provisión de regalos? Ellos son los personajes más clásicos pero no los únicos de estas fechas. En los días previos a las vacaciones de Navidad se puede ver a Papá Noel o a Olentzero en el País Vasco, también a la espera de que los más pequeños les entreguen su carta o de que los saluden y se saquen una foto con ellos. En Cataluña, la Comunidad Valenciana, Mallorca y La Rioja se puede buscar también al home dels nassos (el hombre de las narices). Este personaje tiene tantas narices como días hay en el año, pero pierde una por día y, por ello, solo se le puede ver en Nochevieja, cuando le queda solo una. Y así, cada región tiene sus personajes.
Los campamentos urbanos son una alternativa para las familias en las cuales los adultos deben seguir trabajando mientras los niños gozan de sus vacaciones de Navidad; es decir, constituyen una buena herramienta para la conciliación de la vida laboral y la familiar. En general no son gratuitos, incluso cuando son organizados por los ayuntamientos; en estos casos, su coste está entre los 50 y 100 euros.
Hay, además, campamentos temáticos donde los niños, aparte de entretenerse, pueden aprender o recibir estímulos en relación con las más variadas áreas, desde idiomas hasta solidaridad, manualidades o acercamiento a la naturaleza.