No es lo mismo una lasaña industrial que una hecha en casa, donde tenemos el control sobre todos los ingredientes y sus cantidades. Según el dietista-nutricionista Ramón de Cangas, las versiones industriales y ofrecidas en restaurantes deben consumirse con una frecuencia ocasional. Por su parte, las versiones caseras como las que se proponen a continuación (con menos sal, más verduras, aceite de oliva virgen extra, pasta de harina integral, etc.) quizás podrían tomarse con algo más de frecuencia. Sin embargo, incluso estas lasañas deben comerse de forma puntual, ya que en general se elaboran con pasta ya preparada.
Con todo, la lasaña, por regla general, es muy energética y contiene, además, una cantidad importante de grasas y sal. Sin embargo, elaborarla en casa puede ser la clave para hacer de esta exquisitez una delicia más ajustable a nuestra dieta. Pero, ¿cómo hacerlo? Ramón de Cangas, que es miembro del Comité Asesor del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas de España, nos desvela algunos trucos:
1. Busque pasta elaborada con harina integral
Este tipo de harina tiene un alto contenido en fibra y vitaminas, efectos positivos en el azúcar en sangre y en el movimiento más regular del intestino. Contribuye a prevenir la absorción de colesterol LDL (malo), entre otros beneficios. Aunque es difícil de encontrar, en el mercado hay varias marcas que ya ofrecen este tipo de pasta.
2. Utilice aceite de oliva virgen extra para el ragú
Además de ser más aromático y sabroso, destaca por su elevado aporte de grasa monoinsaturada. Esta es beneficiosa, porque puede ayudar a reducir el nivel de colesterol LDL (malo), controlar los niveles de azúcar en sangre, desarrollar y mantener los niveles de células y una vista y sistema inmunológico saludables.
3. Añada abundantes verduras y hortalizas
Aportan poca energía y son una buena fuente de fibra, vitaminas, minerales y fitonutrientes. Un consumo regular se vincula a un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
4. Minimice la sal
Según la Organización Mundial de la Salud, tomamos demasiada sal, 9,7 gramos por persona y día, casi el doble de lo recomendado. Así nos arriesgamos a sufrir hipertensión arterial y, en consecuencia, a padecer alguna enfermedad cardiaca o accidentes cerebrovasculares. Pero con la puesta en práctica de algunos trucos es muy fácil reducir la cantidad de sal.